214 St. James Street, 12 floor

 

Manuel Fernando Estévez Goytre

Una noche. Una borrachera. Un sueño. Aquel día había sido de órdago. Graduación. Copas. Fiesta. Aún notaba el alcohol haciendo estragos en mi cuerpo. Y mis compañeros…, no daban tregua: «te presento a Gabriela», «¿te gustaría conocer a Eliana?», y la grata conversación acabó en un delicioso baile con una de ellas, y el baile en mil besos cálidos y húmedos, y los besos en una declaración en la que no faltaron promesas y proyectos de futuro.

Pero desgraciadamente todo acabó en ese punto. O eso creí yo. Al llegar a casa me desnudé y me dejé caer en la cama. Mis sueños, no podía ser de otra forma, me envolvieron en una espiral de abrazos y caricias que me pusieron la miel en los labios. Eliana era una mujer de bandera, ya me habían advertido, y en solo unas horas me había llegado a lo más profundo del corazón. «Te amo, tesoro, y quiero compartir mi vida contigo», me había dicho.

Desperté, como era de esperar, en medio de un charco de sudor, en un estado febril y completamente solo. ¿Cómo volver a verla, si no recordaba haber concertado una segunda cita? «¡Me arrepiento, me maldigo por ello! ¿Cómo he podido dejar que se marche? Eliana, ¿dónde estás, dónde puedo encontrarte?» Y Eliana no estaba, y Eliana se había apoderado de mis sentimientos hasta llegar a la obsesión, y Eliana me acababa de romper el corazón.

Cuando desperté, sentí la necesidad de usar el aseo. Me levanté y salí pitando. Al entrar noté el ambiente enrarecido y vaporoso, lo que me resultó muy extraño. Vacié la vejiga y, cuando quise mirarme en el espejo para enjuagarme la cara, leí unas palabras escritas en el vaho: «No te olvido, 214 St. James Street, 12 floor».

El autor es miembro de la Unión Nacional de Escritores de España.