Artículo de Clemente González Suárez
Posa el dedo sobre Málaga y dirige la mirada hacia el noreste, hacia tierras de Jaén, sus montañas allá por la sierra de Segura lindando con las de Granada. El viajero al contemplar esta parte de Andalucía toma asiento, melancólico, recuerda otros tiempos de cuando trabajaba, de cuando tenía que viajar cada semana por esas tierras. Recuerda con nostalgia los días vividos ya hace bastantes años en esas tierras: rememora a Antequera, donde vivió unos años; Villanueva de Cauche, el último reducto feudal de España; Luque y su trasmutada estación del ferrocarril hoy convertida en una agradable fonda; de Zhueros y su enhiesto castillo en plena plaza del pueblo; Alcaudete, donde el viajero vivió durante unos meses, con su remozado castillo de la Orden de Calatrava y que el viajero conoció y visito hace muchos años cuando estaba en completa ruina… y la capital: Jaén, la capital del Santo Reino, en que también residió casi un año el viajero. Hace un alto en el renacentista Puente del Obispo y sigue camino a Baeza, ciudad en la que habitó y dio clases en su instituto el poeta Antonio Machado, Patrimonio de la Humanidad, junto a la vecina Úbeda. Un poco más adelante deja a su derecha la población de Torreperogil y su torre, que fuera propiedad de Pero Xil, caballero del ejército de Fernando III —de ahí el nombre de este pueblo— y puerta de entrada al Parque natural de las sierras de Cazorla, Segura y las Villas. Y más allá, hacia la provincia de Albacete, Villacarrillo, con su imponente templo de la Asunción, obra del arquitecto alcacereño Andrés de Vandelvira; más adelante Izantoraf, donde el viajero hace un alto para visitar esta población, auténtico nido de águilas, situada en la cima de un cerro a más de mil metros de altura. Retrocediendo, toma la carretera de nuevo y termina en el municipio de Villanueva del Arzobispo, población en la que vivió un noviembre otoñal hace ya años…
Decidido: el viajero cierra los mapas, los mete, junto con libros y guías en su cartera de viaje y se hace a la carretera, a rememorar esos sitios recorridos en otros tiempos y épocas… viajar a los recuerdos, a algunos recuerdos.
Clemente González Suárez está galardonado con el escudo de oro de la Unión Nacional de Escritores de España.