Artículo de Ricardo Taboada Velasco
«Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sustenta y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba». (Cántico de las criaturas. S. Francisco de Asís).
El
futuro de la humanidad y del planeta, según el papa, pasan por la creatividad y
la solidaridad de los humanos. Frente a
los escépticos y los acobardados. No sé, si sabrán que el papa ha escrito un
«Laudato» el 24 de mayo de 2015, y en él llama a todas las personas de buena
voluntad a hacer lo posible para que el mundo sea un lugar habitable.
La
carta-encíclica —«Laudato»— sobre el
cuidado de la casa común, se puede resumir como un hermoso cántico a una madre
bella y también hermana: la Tierra, en la cual compartimos la existencia.
Consta de seis capítulos: I. Lo que le está pasando a la tierra; II. El
evangelio de la creación; III. Raíz humana de la crisis ecológica; IV. Una
ecología integral; V. Algunas líneas de orientación y acción; VI. Educación y
espiritualidad ecológica.
Lo
más importante, a mi modo de entender, es que el papa Francisco incorpora las
dimensiones humanas y sociales como una ecología integral. Porque para él no
hay crisis separadas, sino una única y compleja crisis socio-ambiental. En la
misma, se hace una completa descripción de la situación, de las causas y las
consecuencias. Por otro lado estarían los que niegan el problema y el
agotamiento de los recursos naturales: pobreza, desigualdades, agotamiento de
recursos naturales, contaminación del agua…
Casi
a la par, se reúnen en París durante
trece días 196 países: El objetivo llegar a un acuerdo para frenar el cambio climático.
Tras trece días de intensas negociaciones —«Cumbre de París»—, Laurent Fabius
declaró aprobado el acuerdo contra el recalentamiento climático, dado que 186
países anuncian medidas para limitar o reducir sus emisiones de gas con efecto
invernadero de cara al periodo 2025-2030.
Pienso
que es una medida insuficiente, porque si todas las decisiones tomadas son
respetadas, el aumento de la temperatura no sería inferior a 3ºC. Como objetivo
acordado es de 2ºC; por lo tanto, el esfuerzo debería ser mucho mayor. En el
acuerdo se dice, simplemente, que cada país debería alcanzar el «pico de emisiones
lo más rápidamente posible», pero no dice cómo. En el mismo reconoce que los
países desarrollados deben jugar un papel motor en la reducción de las
emisiones mundiales y ayudar, financieramente, a los países en vías de
desarrollo en la lucha contra el cambio climático, aportando 100.000 millones
de dólares. En este apartado financiero deja a
la voluntad de los países emergentes, como China o India a que aporten fondos. Además, se
trata de un texto voluntario en el que los compromisos no son jurídicamente
vinculantes. También deja fuera del acuerdo al sector aéreo y naval, que no
tendrían que limitar sus emisiones. Peor, aún, cualquier país puede decidir
retirarse del acuerdo de París.
A
nivel científico merece la pena destacar dos opiniones de peso, por un lado
James-Hansen, pionero en el estudio del cambio climático: «Estamos ante un
fraude y una farsa. El acuerdo es una excusa que tienen los políticos para poder
decir: tenemos una meta de dos grados e intentamos hacerlo mejor cada cinco
años». Steffen Kallbekken (director
del Centro Internacional de Política del Clima y de la Energía): «Estamos ante
un acuerdo histórico, pero la meta ambiciosa de la temperatura le faltan los
medios ambiciosos para la mitigación».
No
quiero ser escéptico, pero me da la impresión que todo es papel mojado. Quisiera
equivocarme, pero estoy en la línea de los científicos. Y me quedo con el
contenido de la encíclica del papa Francisco: «Prestar atención a la belleza y
amarla, nos ayudará a salir del pragmatismo utilitarista». No podemos dejar a
las próximas generaciones escombros, desierto y suciedad. La tierra que
recibimos pertenece también a los que vendrán. El gemido de la tierra se une al
gemido de los abandonados del mundo.
Ricardo Taboada Velasco es delegado
en Asturias de la Unión Nacional de Escritores de España.