Ana María López Expósito, poemas


 

Perfiles Birland

Tierra amarilla vecina del Mar Rojo,

te muestras en soledad esperando

que los corazones te sientan,

necesitas cubrirte de

olfatos que huelan tu sequedad

de tierra hostil. Oquedad para ser amada.

Tierra antigua. Hoy te estrecho

en mis brazos, te doy calor, acaricio

tus abruptas montañas, llanuras,

pozos ciegos…

¡Siento renacer tu alma!

Te canto al oído una canción de

ancestros. Te visto de sonrisas.

Planto baobabs, cedros, narcisos,

rosas de los vientos…

y meto los pies bajo tu tierra,

soy pluma anclada a ti.

Bajo las raíces late tu voz.

Me adhiero a tu piel

circundando tu espacio.

Sentada sobre una piedra

 con el dedo pulgar

dibujo en mi frente gacelas, jirafas…

A solas contigo nos basta el silencio…

A veces dialogamos con riachuelos,

este universo de agua es solo nuestro.

Imploramos la descarga de tormentas,

mientras las libélulas duermen sobre

los tréboles de cuatro hojas.

Siento que me atrapas como imán.

Entonces te beso y cubro de palabras

tu cuerpo erguido, certero…

Ahora los párpados de murano

me piden descanso en este paraje

de vida. A la luz de la luna

reclamo ese amor que nació

de nuestra ternura y siento

tu partitura violeta mientras

sueño a Birland.


Paraíso de la ascética

Aunque tenebrosidad padezco

cuento una existencia aturdida

con el alma ciega, sin luz

poseída, me voy consumiendo.

Me están doliendo las entrañas

hasta acongojar mi pecho herido

como el seísmo de un mirlo derrotado

o el triste lamento de una caricia perdida.

Etérea va con miedo mi alma enamorada

 que se va. Las estrellas caminan siempre,

a pesar de mi dolor a tu indiferencia

como estatua de hierro.

Quisiera acariciar tu tierna herida

atravesar tu amor de norte a sur.

Quisiera escuchar tus dulces plegarias

tras mi balcón para paliar mi desconsolado llanto.

Te imploro un rayo de luz celestial

cada mañana para sentir tus latidos

junto a mi vera en mañanas y noches

cautivas soñadas.

Te doy las gracias Padre por el Don

de la palabra divina que se encaramó

en la naturaleza humana y

se va haciendo eco en las cosas creadas.

Permíteme entrar en el Paraíso de la ascética

para acercarme a la perfección, iluminación

y humildad. 


Valle de luna en Wadi Rum

Ella se siente la narradora de 

la ausencia cuando el rubor

 de la aurora embadurna: 

los siete pilare de la sabiduría, 

el puente de piedra de Burda,

Cañón Khazali e inscripciones Nabayeas. 

¿Por qué ruge el viento?

Se preguntan los beduinos.

Sólo la joven Fátima de ojos negros lo sabe. 

Su padre la prometió a un viejo shej

que cruza el Wadi Rum en una

caravanas de camellos

portadores de incienso y mirra 

en lo alto las águilas de Zeus,

 señor de montañas…esparcen suras.

!Preludio de una travesía negra!

Cruce de sendas y caminantes de arena roja.

 Los moradores vestidos con thawb de algodón 

 beben té, cantan canciones y leen poemas en badawi.

Aromas de partículas de la joven 

una noche sin luna ni estrellas, 

solo un manto de nubes negras

atraviesa el desierto.

 La noche desborda una tormenta de melancolía

 y se inmiscuye la luna sobre las heridas del corazón. 

Noche de amantes en los brazos del desierto 

oyendo melodías azules, frente a la duna espejo

 como un respiro blanco y

 escribe sobre la arena una carta, 

narra un manuscrito de arena que pulsa relámpagos, 

mientras espera un cóndor ausente y planta rosas de Jericó.

Siente que necesita un lenguaje 

creado por los astros sobre cúpulas violetas

que abran la puerta de las tinieblas del nombre de su amado. 

Y en la noche alcanzó una estrella en el silencio 

y oteó un jarrón filtrando un destino,

 sobre las altas montañas un arco iris 

que guarda el aroma a mirra y arpegios

de las entrañas del Wadi Rum.


Condescendencia plateada

Tolerancia fiel diamante, 

virtud digna de colmenas, 

hueles a flor de romero,

planta y lecho de azucenas. 

Respetas al semejante

al enemigo secreto,

con todos, tú te encadenas,

y te liberan del gueto.

Dignidad tu fiel amante,

desprendes arte y salero.

hundes rencor parapeto

tu pluma sin carcelero.


Ana María López Expósito es miembro de la Unión Nacional de Escritores de España.