Perfiles Birland
Tierra amarilla vecina del Mar
Rojo,
te muestras en soledad esperando
que los corazones te sientan,
necesitas cubrirte de
olfatos que huelan tu sequedad
de tierra hostil. Oquedad para ser
amada.
Tierra antigua. Hoy te estrecho
en mis brazos, te doy calor,
acaricio
tus abruptas montañas, llanuras,
pozos ciegos…
¡Siento renacer tu alma!
Te canto al oído una canción de
ancestros. Te visto de sonrisas.
Planto baobabs, cedros, narcisos,
rosas de los vientos…
y meto los pies bajo tu tierra,
soy pluma anclada a ti.
Bajo las raíces late tu voz.
Me adhiero a tu piel
circundando tu espacio.
Sentada sobre una piedra
con el dedo pulgar
dibujo en mi frente gacelas,
jirafas…
A solas contigo nos basta el silencio…
A veces dialogamos con riachuelos,
este universo de agua es solo
nuestro.
Imploramos la descarga de
tormentas,
mientras las libélulas duermen
sobre
los tréboles de cuatro hojas.
Siento que me atrapas como imán.
Entonces te beso y cubro de
palabras
tu cuerpo erguido, certero…
Ahora los párpados de murano
me piden descanso en este paraje
de vida. A la luz de la luna
reclamo ese amor que nació
de nuestra ternura y siento
tu partitura violeta mientras
sueño a Birland.
Paraíso de la
ascética
Aunque tenebrosidad
padezco
cuento una
existencia aturdida
con el alma
ciega, sin luz
poseída, me
voy consumiendo.
Me están
doliendo las entrañas
hasta
acongojar mi pecho herido
como el seísmo
de un mirlo derrotado
o el triste
lamento de una caricia perdida.
Etérea va con
miedo mi alma enamorada
que se va. Las estrellas caminan siempre,
a pesar de mi
dolor a tu indiferencia
como estatua
de hierro.
Quisiera
acariciar tu tierna herida
atravesar tu
amor de norte a sur.
Quisiera
escuchar tus dulces plegarias
tras mi
balcón para paliar mi desconsolado llanto.
Te imploro un
rayo de luz celestial
cada mañana
para sentir tus latidos
junto a mi
vera en mañanas y noches
cautivas
soñadas.
Te doy las
gracias Padre por el Don
de la palabra
divina que se encaramó
en la
naturaleza humana y
se va
haciendo eco en las cosas creadas.
Permíteme
entrar en el Paraíso de la ascética
para
acercarme a la perfección, iluminación
y humildad.
Valle de luna en Wadi Rum
Ella se siente la narradora de
la ausencia cuando el rubor
de la aurora embadurna:
los siete pilare de la sabiduría,
el puente de piedra de Burda,
Cañón Khazali e inscripciones Nabayeas.
¿Por qué ruge el viento?
Se preguntan los beduinos.
Sólo la joven Fátima de ojos negros lo sabe.
Su padre la prometió a un viejo shej
que cruza el Wadi Rum en una
caravanas de camellos
portadores de incienso y mirra
en lo alto las águilas de Zeus,
señor de montañas…esparcen suras.
!Preludio de una travesía negra!
Cruce de sendas y caminantes de arena roja.
Los moradores vestidos con thawb de algodón
beben té, cantan canciones y leen poemas en badawi.
Aromas de partículas de la joven
una noche sin luna ni estrellas,
solo un manto de nubes negras
atraviesa el desierto.
La noche desborda una tormenta de melancolía
y se inmiscuye la luna sobre las heridas del corazón.
Noche de amantes en los brazos del desierto
oyendo melodías azules, frente a la duna espejo
como un respiro blanco y
escribe sobre la arena una carta,
narra un manuscrito de arena que pulsa relámpagos,
mientras espera un cóndor ausente y planta rosas de Jericó.
Siente que necesita un lenguaje
creado por los astros sobre cúpulas violetas
que abran la puerta de las tinieblas del nombre de su amado.
Y en la noche alcanzó una estrella en el silencio
y oteó un jarrón filtrando un destino,
sobre las altas montañas un arco iris
que guarda el aroma a mirra y arpegios
de las entrañas del Wadi Rum.
Tolerancia fiel diamante,
virtud digna de colmenas,
hueles a flor de romero,
planta y lecho de azucenas.
Respetas al semejante
al enemigo secreto,
con todos, tú te encadenas,
y te liberan del gueto.
Dignidad tu fiel amante,
desprendes arte y salero.
hundes rencor parapeto
tu pluma sin carcelero.
Ana María López Expósito es miembro de la Unión Nacional de Escritores de España.