Amor eterno
Abrazo
tu cálida sonrisa con mis ojos,
mientras,
al verte, las mariposas orquestan su
danza.
Mis
labios, presos de tu carmín,
se
funden con los tuyos…
y
me dejas sin aliento.
Tu
perfume embriagador me cautiva.
Mi
corazón avanza, paso a paso cuando te acercas a mí.
Cada
momento a tu lado es
una
explosión de
sensaciones,
un murmullo de estrellas. Miradas que se desatan,
juran
su amor eterno,
Como
dos amantes bajo la luna.
Prisión
En
el valle donde el sol no osa posar,
reposan
cadenas hechas de viento,
susurrando
órdenes que se clavan
como
raíces de hierro en el pecho.
El
yugo no tiene rostro,
solo
sombra que se estira y aprieta,
una
mano invisible que mide
el
peso de cada latido.
Cada
lágrima es río que sabe
de
cárceles sin barrotes,
de
muros que se alzan desde palabras
y
gritos que nunca llegan al cielo.
El
aire mismo parece ceder,
como
si respirarlo fuera un permiso
que
siempre llega tarde,
siempre
con la llave en otra mano.
Y
sin embargo, bajo la piedra más fría,
el
corazón aprende a temblar
no
de miedo, sino de memoria,
guardando
la luz que ningún yugo puede apagar.
De la mano
De la mano
paseábamos por la orilla del mar.
Me hablabas de los años dorados
de tu juventud,
de tus padres,
de tus hermanas y amigos,
de tu vida que tanto amabas.
Absorta en tus metáforas
esbozaba una sonrisa
deleitándome con tus palabras.
De la mano me acompañabas
durante las etapas de nuestras vidas,
sin juzgarme, sin callarme.
Escuchabas lo que yo decía
con templanza, sabiduría
y atención.
Después me respondías
con una de tus enseñanzas.
De la mano caminamos juntos hasta el final.
Me dejaste con mil y un aprendizajes,
un valioso tesoro
que engrandece mi corazón.
