Aracné
Hasta cuándo, Atenea, serás burla en mi mente.
Cargo luz en mis manos y esta tela no alcanza
para arropar tu orgullo. Ya este cuerpo se cansa
de exprimir el tejido con mi propia simiente.
Hasta cuándo, Atenea, pisaré la pendiente
y cosida a tu espacio voy a armar catalejos.
Hasta cuándo este encaje sobre tantos espejos,
si mi oficio es la rueca, soy la araña inocente.
Hasta dónde, Atenea, partirás el dedal.
Hasta cuándo en la tela tejeré tanto engaño.
Por qué espacio
de tiempo vas a abrir tu caudal
si el tapete
resiste nuestros sueños de antaño.
Si la envidia
es esquema de tu rabia ancestral,
hago tuyo el tapete. Yo retorno a mi escaño.
te seguiré hasta el
final
te buscaré en todas
partes
bajo la luz y las
sombras
en los dibujos del
aire.
Pedro
Guerra
La vida es el despliegue
de un tiempo de
mentira.
Tu nombre gira y
gira
constante en su
despegue.
Si el mundo es
un radar,
no tengo otro
pretexto
ni nadie en el
contexto
que me invite a
olvidar.
Dime, ¿dónde te
escombras?
El éter te
subyuga
como una
penitencia,
pero voy a tu
anuencia,
cual niño con
maruga,
a envolverme en
tus sombras.
Soplo de Lilith
Me inspira el hecho de librar una
batalla,
insolentar tu falsedad hasta el
cansancio,
aniquilarte con mi lengua sin
descanso,
multidisciplinar tu verbo, ser
estaca
para encajar en tu ilusión mis
artimañas,
verte sin luz en la quimera de lo
abstracto
y confinarte al infortunio del
tablado,
atar tu suerte al purgatorio en mi
palabra.
Surgir y unirme a ti, gastar toda
coherencia,
entorpecer la magnitud del
sortilegio
y procurar tu incertidumbre de
estandarte.
Vivo dispuesta a facturar cualquier
combate,
que mis granadas explosionen tu
cabeza,
itinerario en que te extingues exprofeso.
Náufraga
Puedo
pintar un soneto por clausura a mi partida,
y
estos muros a trasluces contra el excusado mar,
si
Can Cerbero es salvaje repleto de hostilidad,
mi
retorno es marejada del peligro en su rencilla.
Vengo
desnuda al desplome, sin mi destino altruista,
sin
alas, ni beneficios. He olvidado mi antifaz.
Yo
también tengo mis garras, también mis bielas tranquilas
y en mis reversos, auroras, aullidos tras el
vitral.
Mas,
regreso hasta tus flancos para romper vendavales
en
tu cuerpo polvareda, hendir mi piel, escurrirme
entre
tus piernas de barro, rememorar los abriles,
saber
si fueron testigos a tantos viejos amarres.
Esta
vez seré tu cómplice glorificada y terrible
y abordaré con mi aliento la plenitud de tu oleaje.
Desidia
Fuimos débiles y la indulgencia
nos convirtió en culpables.
Anatole
France
Con qué razón
aclamar si no hay conciencia,
vivir serenos,
sin que el combate fluya.
Qué pasará
cuando el mundo se diluya
y se pierda en
el adiós nuestra existencia.
Por qué razón
compartir ambivalencia,
la incertidumbre
constante, (el alma aúlla),
la alevosía, el
ardid de quien arrulla
en su esqueleto
derrotas y violencia.
Cuando no hay
luz ni salida, el pensamiento
va disipándose
al borde del vacío.
Gana la furia,
el dolor, su desafío.
No habrá Noé que
nos avise del fracaso
ni quien nos
ceda cobija con su abrazo.
Somos botín para potros de tormento.
El poeta y la
muerte
Era una noche de
papel de estraza
la luna de
cartón resplandecía
y a lo lejos un
ocote se veía
alumbrar una
flor de calabaza.
El poeta era algún
astro, la coraza
en medio del
espasmo o su estadía,
el mundo era la
nube o el tranvía
que vierte su
dominio en la amenaza.
El bardo y su
alter ego esquizofrénico
transgrede y
trae en sí la tempestad,
demuda en el
rocío, en la bondad
que brota ante la
magia del arsénico.
La noche es
sortilegio y brevedad
al fondo de un paisaje neurasténico.
Si puedes contenerte en el crepúsculo
y empuñas un verso embolismático
mejor será pedir a un catedrático
que te libere pronto de ese opúsculo.
No siempre brota en uno el paramédico,
a veces las palabras son disímbolo
que mueven las endechas como un símbolo
del triste acontecer de cualquier médico.
Anulo este sistema hipocalórico
del que adolece tu energía cuántica.
Testigo puedo ser. Y cartomántica.
Si la verdad navega en tu semántica
cuando en el verso intuyo lo pictórico
ya vas hacia el umbral de lo alegórico.
Ana Rosa Díaz Naranjo es miembro de la Unión Nacional de Escritores de España.