Arpones III

 

Me siento tan orgulloso… He decorado el universo con mi esperanza.

 

 

—Llevas razón, pero no dices la verdad. La verdad sólo la dicen mis seres queridos.

 

 

—Suele maquillarse con un torrente de lágrimas, porque al océano de sus ojos no remontan los salmones, porque en ese azul no cabe ni una gota.

 

 

No sabíamos que lo mejor era lo que ahora mejor sabemos.

 

 

Cuando la música rasga el velo del tiempo, los humanos bailan, ríen, luchan, brindan, lloran y se besan. Así ha sido siempre.

 

 

Las sociedades del budismo Zen están obsesionadas con el trabajo. Este sería su haiku:

La flor de loto

descansa en un arrozal.

Si yo pudiera…

 

 

—¿Sientes la brisa digital? Carece de temperatura o impacto. La pérdida de nuestra humanidad parece irreversible. Sólo de pensarlo se me ponen los vellos de punta (ahora sí). Kafka, escríbeme en cuanto lo leas.

 

 

Los adictos se juntan con otros adictos para formar una especie de sindicato.

 

 

—Los horarios están para cumplirlos, cierrabares.

 

 

Espero que no sea demasiado tarde, para poder llegar tarde.

 

 

—¿Qué calamidad lo habrá asolado para venderme Voces reunidas por ese precio? Soy un ratero de la más baja estofa. De los primeros que roban segunda mano a terceros.

 

 

—Don Antonio [Porchia], mi vida es un fracaso. Pero no es un completo fracaso. Falto yo.

 

 

Lo importante, una sola vez, es para siempre.

 

 

La infinita oscuridad del universo se postra ante una luminaria. Así, los andares de una buena persona hacen tambalear los horrores del mundo.

 

 

—Creen que me han dejado sin nada. Pero me basta con ella. Todo con ella.


Bernardo Amate es miembro de la Unión Nacional de Escritores de España.