Kiko Cabanillas
Se despertó como siempre a las siete de la mañana. Vio que el gordo ya se había levantado a desayunar huevos fritos con bacon. Mucho café y zumo de naranja.
María Victoria-Azulita luchó entre el sueño y la vigilia. Y vino a su mente la cara de su madre, que estaba friendo sangre en la cocina. “Mariano y Maria Victoria hacer el favor de levantaros de una vez que hoy nos vamos de paseo al parque del Oeste”, dijo la madre de Azulita.
Pronto apareció en el universo hogareño actual el semblante libidinosamente femenino en el que se daban la mano la fortaleza y la sensibilidad: Vicky.
Pero Vicky se negaba a salir del mundo onírico, cerró los ojos con fuerza y se concentró en el semblante materno. Luego vino a su mente Amaya, con esa tímida y femenina sonrisa, que había heredado de ella. Y la verdad es que menos mal que no recibió genéticamente la risa de ogro de su padre.
Desde que recibieron el fatídico diagnóstico enriquito había incorporado licor al café del desayuno. Y ya sólo hablaba de Hobbes. Su vida y obra le servían a enriquito para justificar intelectualmente los devenires más nimios.
“¿Te preparo el desayuno cariño?, dijo enriquito. “Si tienes hambre te vas a chupar los dedos princesa”, dijo. Y acto seguido elaboró un delicioso desayuno americano como el suyo: con huevos y bacon.
“Y por cierto levanta a Leopoldo, que ayer lo dejaste todo colocado y vomitó en la alfombra”, aseveró azulita.
“Déjalo dormir que tiene que estar descansado para mis exigencias estos días: Alcohol, hachís y Poesía.
“Vicky ya sabes que soy débil pues no tengo tu fortaleza. Y leopoldo me ayuda mucho”, dijo el profe.
“Tu debilidad es tu fortaleza”, dijo Leopodo entre bostezos.
Pero vamos a ver enriquito -dijo leopoldo- la persona que está enferma y que exige cuidados es la Vicky y no tu. No presumas de debilidad sobre todo cuando fuiste un rojo radical al que le descolgaron un riñón a patadas los grises en el tardo-franquismo. Tu los tienes cuadrados y te vas a portar como un valiente. Te doy un axioma que te convencerá: Tu siempre has estado vendido al Amor.
Kiko Cabanillas, escritor y periodista, está galardonado con la Medalla de San Isidoro de Sevilla de la UNEE.