Todos en uno
Hoy toca pasar lista:
El cobarde con brotes de valiente.
El viejo reflexivo y roto por los codos.
El niño ingenuo de mirada limpia.
El miembro más modesto del clan de los soberbios.
El soñador con miedo a las alturas.
El más trabajador de todos los ociosos.
El que me justifica y tranquiliza.
El más incrédulo de los creyentes.
Hoy no falta ninguno.
Todos dentro de mí. Acompañándome.
Ya comprendo por qué nunca me siento solo.
Carpe diem para mayores de 60
Aunque el viento se lleve por delante
las páginas pasadas del diario,
aunque el tiempo se erija en adversario
de toda la belleza de un instante …
Aunque el alba parezca ya distante
y te den un papel de secundario,
aunque seas un fiel depositario
del título de abuelo militante …
Cántale una canción a tu destino,
mezcla con vino los amargos ratos,
y déjate la piel en el camino.
Goza, sueña, acaricia, ríe, llora,
que apostar al mañana es de insensatos
y el número premiado es el ahora.
Soneto a una calva
No puede imaginarse quien te vea,
que fuiste denso bosque impenetrable,
inmensa jungla, monte intransitable,
abrigo de mi mente de chavea.
Mas ¡Ay de mí! ¡que el pelo ya escasea!
El tiempo, que discurre inexorable,
tornado ha en un descapotable
mi joya, mi corona, mi azotea.
La frente ya no sé dónde termina
pues todo es un continuo, un descampado,
¡pulida superficie blanquecina!
Mi peine llora ya desconsolado
al lado del champú, en una esquina,
postrado y sin fulgor, casi olvidado.
Ovidio, Corina y el mágico número nueve
Me acuerdo que Corina me exigió, en noche muy corta,
que yo las veces de nueve resistiera.
Amores. Publio Ovidio Nasón (43 a. C.- 17 d. C.)
El cuadrado de tres se hizo inmortal
aquella noche mágica.
Sonaron nueve acordes planetarios,
nueve gritos agónicos surcaron
los aires de su Roma. Nueve cielos,
nueve fuentes brotando,
nueve veces muriendo.
Y se hizo carne el número.
Y fue placer el nueve.
Y vio Pitágoras que eso era bueno.
Y bendijo la corta noche.
Vera eterna
Podrán pasar mil años por tu suelo
y acarrear los vientos toda historia,
toda huella de vida, toda gloria,
mas algo flotará por este cielo.
Podrá cubrir la muerte con su velo
el rostro de tu tierra en mi memoria,
y arder en una pila crematoria
tu luz, tu mar azul, en triste duelo.
Mas algo de tu esencia irá grabado
en el cósmico polvo itinerante
que fuera en Vera ayer piedra rodante,
risco del cerro, páramo abrasado.
Será el silencio eterno, eterna ausencia,
mas algo contará de tu existencia.
Las prisas de última hora
“Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde”
Jaime Gil de Biedma.
Y yo, que siempre he sido flemático y pausado,
metódico y tranquilo,
gozando a ritmo lento de un tiempo casi eterno,
como músico que interpreta un adagio
y va saboreándolo
nota a nota, hasta la última, ...
Ahora tengo prisa.
Yo, que siempre he tenido la paciencia
de un pescador de caña,
y la serenidad de un mar calmado, ...
ahora, en mis ocasos, me desdoblo en urgencias
contra la finitud.
Ahora, cuando más lo necesito,
se me ha venido el tiempo abajo;
y aquellos que me habitan tienen prisa
porque saben muy bien que ya se acerca
el final de esta obra
y no han salido a escena todavía.
A un bastón de Antonio Gala
Tu noble cuerpo de madera erguida
soporta con honor la delicada
figura quijotesca, cuya alada
pluma sangra belleza por la herida.
Dinámica columna convertida
en pulcro báculo o galante espada,
marfileña cariátide encimada
donde descansa el peso de una vida.
A pesar de tu extrema delgadez
también haces funciones de coraza,
de invisible muralla que rechaza
el verbo hiriente de la insensatez.
Dispuesto siempre, como un fiel amigo,
¡qué suerte tiene de contar contigo!
Dioses de consumo
Creo en los Centros Comerciales,
creadores de hedonistas ilusiones
con sus amplios recintos luminosos
y sus escaparates que me ofrecen
una felicidad a mi medida.
Creo en su música ambiental,
subliminal sirena embaucadora
de dulce voz y anestesiante encanto.
Creo también en la publicidad,
imagen tentadora, voz todopoderosa
de los siete placeres capitales.
Creo en la atenta cámara,
ese nuevo y callado Can Cerbero,
acechante sombrío,
vigilante del Hades consumista,
que todo lo controla.
Creo en la vida casi eterna
de las livianas bolsas de omnipresente plástico,
portadoras del tiempo hecho vana materia.
Y creo en el dorado precipicio
que se encuentra al final,
en el amargo límite
del último pasillo.
Oda a un vago
De la bendita paciencia
Dios te colmó con su gracia.
Lo que te quitó de audacia
te lo donó en indolencia.
¡Enemigo de la urgencia!
¡Máster en tranquilidad
Irradias felicidad
tomando el sol, cual lagarto.
No te morirás de infarto
sino de conformidad.
¿Destino o libre albedrío?
No sé si carne somos del destino,
ilusos ignorantes del programa
que mueve nuestros hilos y que inflama
de vanos espejismos el camino.
Quizás lo de creer que existe un sino,
que somos como esclavos de una trama
urdida en nuestro cosmos, sea el drama
que impídenos salir de lo anodino.
Quizás nuestro gobierno es el azar,
el bombo de una inmensa lotería,
pudiendo decidir cuánto arriesgar.
Errantes, ignorando la energía
que impulsa y nos motiva a caminar,
nos sirve de horizonte ... la utopía.
Algunas palabras propicias para la Poesía
Algunas son ya clásicas.
Por ejemplo, las flores.
Mencionar el aroma de la rosa
suele dar mucho juego, aunque también es cierto
que lo han usado todos los poetas.
Quizás sea el momento de hablar de los geranios.
La soledad también tiene mucho prestigio;
se puede combinar con el otoño,
la luna, la caída de las hojas
y ver llover detrás de los cristales
mientras piensas en ella,
ella que ya no está,
y tú que te lamentas y arrepientes.
El mar se presta a todo en los poemas.
El mar. La mar. Su brisa …
El mar y sus variantes:
... "el incesante batir de las olas",
... "búscame junto al mar, pensando en ti",
... "el infinito mar y el cielo azul"
(que ni es cielo ni azul).
Y los ojos, los ojos siempre:
ojos claros, serenos,
ojos como luceros en la noche,
dos minas de azabache, dos puñales, ...
ojos para la pena o el amor,
con sus ríos de lágrimas …
Y el tiempo, eterno tiempo que se agota.
Utilízalo como
aliado del olvido, por ejemplo.
Lento para el dolor.
Demasiado veloz para el placer.
El tiempo como sádico culpable …
Ha llegado el momento
de ver su cara amable en más poemas.
Pero esta noche no.
Esta noche me ha dado por pensar
que se me está acabando.
Por la calle del aire
(Seguidillas de Vera)
Por la calle del aire
viene subiendo
una falda que, a ritmo,
la mueve el viento.
Unos ojos la siguen,
de sueños llenos,
y hasta la plaza llegan
sus pensamientos.
En la torre se alegran
las cinco esquinas,
y en el pecho del joven
la sangre grita.
Sus miradas se cruzan,
se para el tiempo,
otra historia comienza
de amor y fuego.
La vida se repite
siglo tras siglo,
nuevas son las personas,
antiguo el rito.
Soneto a un café matutino
Cantábrico oleaje que golpea
y aleja mi desánimo impasible,
alzándome, creyéndome invencible.
¡Hechizo que mi mente desbloquea!
A ti recurro cuando merodea
la musa del sillón, irresistible,
sutil embaucadora apetecible,
horizontal sirena que sestea.
Contigo surgen ríos abundantes
de imágenes brotando sin mesura,
de verbos escondidos, palpitantes.
Armado con tu aroma y tu negrura
me enfrento a mil batallas con gigantes
y emprendo mi diaria singladura.
Niño negro y buitre
Son sus piernas como alambre
¡Por hambre!
¿Quién le ha tocado en su suerte?
¡La muerte!
¿Qué le ronda en su cabeza?
¡Tristeza!
Pues, si reina la pobreza
en el negro continente, ...
comprende lo que se siente
con hambre, muerte y tristeza.
Aritmética eres tú
No me cuadran las cuentas con tu cuerpo
…
Si intento calcular los beneficios
que obtengo cuando estás a medio metro
me sale un dividendo favorable,
un tipo de interés a corto plazo
que aumenta en proporción a tu mirada.
No me cuadran las cuentas con tus ojos …
Me dicen que si elevas al cuadrado
el código secreto del mensaje
obtienes el sentir de mis latidos
más dos veces la curva de tus labios.
No cuadran mis latidos con tus besos …
Repaso el enunciado del problema
corrijo el planteamiento de tu talle,
resuelvo la ecuación con una incógnita
y obtengo que la “equis” … eres tú.
Todo cuadra si acorto la distancia.
Infinito
Más allá de esa nube,
allí donde convergen las rectas paralelas,
allí habita el misterio de tu mirar callado.
Allí donde los puntos suspensivos
de tus curvas simétricas
divergen y divergen, -como un rayo de luz
descompuesto en un prisma-,
allí guardas la llave de tu mirar perdido.
Allí donde sucede lo imposible,
más allá de ese cielo,
más allá de los límites.
Allí tienden tus ojos
cuando, absorta y aislada en tu universo,
solo escuchas a nadie.
Ante una foto de mi infancia
Este que veis aquí tan candoroso,
con cara de inocencia y lozanía,
se encuentra agazapado todavía
reinando en mi inconsciente silencioso.
Este niño con ojos de curioso,
montado en un vapor de fantasía,
tan callado, me dicta día a día
su agenda, como dueño caprichoso.
Y me lleva en su nube levitando,
y me invita a soñar con lo imposible,
y su cuerda locura va atrapando
a este huésped pasivo e impasible.
Este que veis aquí, tan entrañable,
de todos mis aciertos es culpable.
Diego Alonso Cánovas es miembro de honor de la Unión Nacional de Escritores de España.