Se me amontonan los recuerdos…, creo que Isaurita era la mujer ilegítima de Nicomedes Toral, pero no estoy seguro, lo que tengo claro es que Nicomedes nunca tuvo una mujer legítima, al menos no salió nunca en los papeles. Los apuntes que guardaba Nicomedes Toral en su escritorio sobre los vecinos de la aldea, fueron quemados en la plaza del pueblo el día del patrón, y nadie llegó a leerlos nunca, es una pena, porque Nicomedes sabía criticar con mucho oficio. Es una lástima que no se publicara la obra completa de Nicomedes Toral, a la que quería titular “Episodios nacionales”, aunque como ya estaba registrada, le iba a cambiar el título por el de “Episodios parroquiales”. Seguramente la literatura salió ganando con el primer registro de Galdós; pero ya nunca lo sabremos.
Nicomedes pensaba que el diario de un hombre lo escriben otros muchos hombres, igual que el diario de un solo día, lo forman otros muchos días y que la narración de un minuto, es la consecuencia del anterior minuto, y prólogo del siguiente.
–
Oiga,¿ y esto es siempre como una regla de tres?
– No siempre no, pero casi.
Esto de ser tonto no tiene tantos inconvenientes como piensa la gente y uno aprende mucho, porque la gente no se mete con uno más de lo acostumbrado, y nunca de mala fe. Nicomedes Toral en el libro que nunca escribió, no llegó a decir como quería, que los tontos son más avivados y previsores que los listos porque actúan por instinto:
– “Los tontos siguen las pautas de la madre naturaleza, como los animales, a algunos la vida les desarrolla un sexto sentido ante la falsedad de las voces que acostumbran a hacer de ellos un hazmerreir con el beneplácito misericordioso de sus espectadores.” – decía Nicomedes muy convencido en la taberna.
–
Si hombre si…, le
decían los parroquianos a la taza de
ribeiro.
Manuel Jacobo González Outes es miembro de honor de la Unión Nacional de Escritores de España.
