El arrepentido Felipe y la sirena

 

Manuel Jacobo González Outes

Felipe Vilasantos  se arrepentía  de los pecados antes de cometerlos, para que no le cogiera de sorpresa la penitencia. Felipe robó todo lo que pudo desde Muros hasta   Finisterre. Cuando lo prendió la guardia civil, basó su defensa en que aquel no era su oficio de hecho ni de derecho:

 – El de ladrón, es un oficio al que  me dedico para pagarme los gastos, no es mi verdadera vocación. A mí lo que me gustaría es ser componedor de huesos, o psicólogo, o misionero… Lo que pasa es que corren malos tiempos para la gente creativa.

  No. Si tú de lo que andas escaso no es de iniciativa.¿ A ver, donde escondiste las joyas de la señora marquesa?

– Ya le digo que yo no le he tocado nada a esa señora.

 – No me mientas Felipe que te pateo, a mí lo que me sobra es chispa. – a Felipe le caen de izquierda y derecha.

– Si señor, chispa no le falta gracias a Dios.

De no haberse marchado a tiempo de la tierra de Corcubión donde vivía, cuando de la ría de Muros a Vimianzo, ya no quedaba nada por lo que valiera la pena ser molido a palos, a Felipe lo habría llevado a la tumba su mala lengua.  Pasó por Ribeira y por Noya, y después de una visita al cuartelillo, siguió viaje, se ve que no le prestaban los aires. Felipe llegó a Santiago por casualidad, porque en los cruces de los caminos se jugaba los senderos  a cara o cruz. Que se sepa, no dejó ningún mapa indicando donde había escondido las joyas de la señora marquesa, ni los numerosos frutos de sus fechorías que no le dio tiempo a gastar. Felipe dice que hay dos tipos de hombres sabios: los que viven escondiendo lo que conocen, y los que viven  destapando  lo que nunca llegaran a conocer: y los dos pueden echar una mano,  aguja e hilo  en cualquier roto.Ya he dicho que Felipe se arrepentía de los pecados antes de cometerlos, así se iba resignando a la penitencia, y se confesaba con d. Olegario antes de hacerse unos pañales con el séptimo  mandamiento:

– Esta semana d. Olegario pienso hacerme un par de museos y tres o cuatro chalets. No le digo donde, para que no tenga que atormentarle el secreto de confesión, también para que no se vaya de la lengua…

– ¡Pero hombre Felipe! ¿ No te das cuenta de que estás hablando con un representante de Dios?

– Por eso padre, tres ya son multitud, no se vaya a mezclar también la Benemérita. Usted absuélvame, y yo me ocuparé de que solo se enteren los interesados, de la pérdida de sus propiedades, cuando se tengan  que enterar.

– ¡Pero hombre Felipe! .¿No te das cuenta de que no te puedo absolver de un pecado que todavía no has cometido?.Además, tú no te arrepientes. Lo único que se me ocurre es darte penitencia por tu falta de arrepentimiento, y ni siquiera eso, puesto que no te arrepientes.

– Si me arrepiento d. Olegario, si me arrepiento…

Fue famoso de Finisterre a Muros,  el caso de la asesina inconfesa Sabela Pazos:

Sabela apareció un día en la playita de Gures, desnuda como Dios la trajo al mundo. Sabela  hipnotizaba las partes a sus víctimas que se contaban por docenas. Nadie supo explicar de dónde había salido, pero con su presencia, levantaba los ánimos de los más hombres de la parroquia. El carpintero Hipólito Aranza ,”O raposo”, fue la primera víctima de Sabela Pazos .Hipólito dejó su trabajo para ir a ver día y noche como jugaba Sabela con las olas  ; para ver como  escuchaba el ruido del mar en las caracolas; para ver cómo restregaba su cuerpo en la arena  .Sabela nunca hablaba con sus víctimas, y estas tampoco la molestaban .Cuando murió Hipolito Aranza la guardia civil comenzó a investigar, y cuando hubo más víctimas acusaron a Sabela  Pazos de homicidio en primer grado ,por omisión de socorro y  dejar morir de hambre a sus víctimas .

– Yo ya les decía que comieran sr Juez, que se iban a poner malos. – dijo Sabela Pazos en la sala de lo penal número tres a su Señoría. –  Si estaban sentados encima mismo de los mejillones, que culpa tengo yo si seguían pensando en sus marranadas?

A pesar de sus lógicas protestas, a Sabela Pazos la metieron a la sombra una temporada, digo yo que para que no sentara precedente.     

Manuel Jacobo González Outes es miembro de honor de la Unión Nacional de Escritores de España.