Brunhilde Román Ibáñez
“Leo observa al hombre traducir
el himno en el movimiento de su cuerpo. Abre los brazos y ofrece su pecho al
centro del espacio. En ese momento el pálpito del danzante se une al suyo. Él
también se hunde en la misma raíz, tenaz y necesaria que los ata a la tierra.
El himno habla por su cuerpo y Leo lo entiende a través del latido.
Habla el Avesta, pero sus palabras son aún más remotas, llevan a otra voz anterior. Esta voz habla de la creación de la materia, de cómo se hizo el mundo y cómo el aliento de la galaxia construyó los primeros seres sobre la tierra. El aliento pobló el barro y de allí surgieron las generaciones, surgieron los siglos, la matriz de la primera mujer. Y ella labró su canto de su propio vientre y lo dio de beber al hombre. Y el hombre bebió y también ofreció su canto para que ambos pudiesen darse de beber”.
Fragmento
de la novela El viaje de Leo, de Brunhilde Román Ibáñez
La
autora es miembro de honor de la Unión Nacional de Escritores de España.