En Lira perdonan cualquier cosa menos que uno se haga pasar por lo que no es. Fermín Cacho nunca estudió ortodoncia, Fermín no llegó a Segundo de aparejadores , eso sí, los puentes le salían a pedir de boca .El fraude del dentista de Lira, se descubrió a los cinco meses de que este abriera su consulta con precios económicos ,y le comprara el título a un falso argentino que los vendía por encargo.
El primer cliente del dentista falso Fermín Cacho fue el minero Tobías al que administro formol en vez de cloroformo, y se le quedó en la camilla. Fermín anduvo diciendo por las tabernas que fue un caso de mala suerte y no faltaba el borrachín que lo secundara a cambio de una taza:
Sí señor, de mucha mala suerte…
La gente de Lira no es mala gente, así que le dio una segunda oportunidad al odontólogo falso Fermín Cacho. Su segundo cliente fue el veterano de guerra Florencio Taboada. A Florencio que solo tenía una muela picada, le propuso hacerle un precio especial por arrancarle todas las piezas de la boca en una sola sesión.
– Y no sería mejor digo yo, dejar la mitad de la boca para mañana
–¿ Que sabrás tu de esto?. Además Florencio, los malos tragos conviene pasarlos pronto.
– Eso sí.
– A ver, abre la boca.
Esa fue la última vez que lo hizo. Florencio Taboada salió de la consulta con los pies por delante y la gente comenzó a murmurar .Fermín Cacho llegó a decir que se trataba de un complot de los dentistas de Muros, que le tenían envidia.
– Fue un fallo cardiaco, sabéis?. Todo el mundo sabe que Florencio Taboada estaba mal del corazón.
Y no faltaba el que veía caer una taza por él morro.
– Debería haber una ley, que prohibiera a los enfermos del corazón ir al dentista!
La tercera víctima del dentista falso, fue el niño Juanito Méndez, así que el pueblo decidió tomar cartas en el asunto y cuando se enteraron que había comprado el título, decidieron arrancarle todas las piezas de la dentadura menos las muelas del juicio en plaza pública. El herrero mientras se las arrancaba le decía:
– Tu tranquilo hombre. Las muelas tienden a juntarse, ya verás que en unos años apenas se te nota…
El argentino que le vendió el título a Fermín Cacho también vendía whisky de Alabama y camisetas de marca con lagarto y todo .Con todo el lote se regalaba una docena de prácticas con auténticos pacientes, Fermín nunca llegó a saber cómo se convencía a los voluntarios, en estos casos lo mejor es no preguntar.
Manuel Jacobo González Outes es
miembro de honor de la Unión Nacional de Escritores de España.