Encuentros con la Poesía y los poetas

 

Alberto Morate

Se asocia a la poesía, en muchas ocasiones, con la primavera. Sin embargo, es una disciplina, un arte, una necesidad, que ocurre y transcurre durante todo el año. Incluso en verano. También en invierno, como es el caso.

Nos bañamos en versos, llovemos poemas, lanzamos al viento palabras, sudamos estrofas. Cada día del año, cada estación, cada noche, cada instante, cada llanto, cada sonrisa, cada silencio.

Dicen, algunos, que sufrimos de nostalgia, que alargamos las esperas bucólicas, que atravesamos amores y soledades maltratando a nuestro corazón desangelado.

Y en ello hay parte de razón, pero no tanto. También, además de poetas, somos humanos. Personas, seres sociales. Y escribimos poemas, pero nos gusta degustar un buen vino o una suculenta comida, bailamos, reímos, tomamos decisiones, no somos, del todo, inútiles.

Y nos gusta reunirnos, en muchos eventos y recitales, pero eso es una excusa, en realidad. Queremos conocernos, intercambiar pareceres y noticias, contarnos chistes y tonterías, hablar de la familia, reconocernos como entes vivos.

Y juntarnos, veinte, treinta, cincuenta poetas… aleja la melancolía del sentimiento solitario, renace la alegría, comprobamos la excelente terapia del abrazo. Por eso son necesarios los encuentros, esta correspondencia hablada de poemas y palabras, de sonrisas de soslayo, de lágrimas fugitivas, de recuerdos para toda la vida.

No hay otra excusa, (si es que fueran necesarias las excusas), que esa. Queremos que nos escuche el mundo. Por eso hablamos de la paz y estamos en contra de las guerras, por eso contamos la pérdida de nuestra madre o nuestro padre, por eso decimos distancias y ausencias en los amores, por eso celebramos el amor nuevo y renovado, por eso no prohibimos nada, por eso alentamos los sentimientos, por eso musitamos la esperanza, por eso nos inclinamos ante los libros salvadores.

Por eso nos juntamos a la primera oportunidad, y en próximos encuentros, presentaciones, recitales, antologías, homenajes… para revivirnos, para no olvidarnos de que somos poetas perdidos en una sociedad de mercantilismo y urgencia, de supervivencia y éxitos efímeros.

Compartimos esta casa común de las emociones. Sobre el amanecer planearemos hasta llegar a la puesta de sol. En la noche sabremos divisar el horizonte de nuestro propio destino.

Poetas de invierno ávidos de presencia corpórea, el silencio en la escucha, las palabras en el aire, la mirada en el otro, la contemplación en lo invisible.

Hemos heredado de los viejos poetas del tiempo, las oscuridades de los miedos y la luminosidad de la memoria, pero somos gentes con los ojos abiertos, con el corazón henchido de amistad, con el cuerpo preparado para las derrotas y las promesas.

Sigámonos encontrándonos. Ahora y siempre, hasta que el cuerpo aguante.

Alberto Morate es miembro de la Unión Nacional de Escritores de España.