Artículo de Manuel Rajal Fernández
Desde mi encuentro iniciático con este género (Madeira, 1977) mis reiteradas estancias en la mágica Lisboa, la ciudad –mujer, ”menina e moça”), la de las siete colinas, una de las más cantada del mundo, han creado en mí un fuerte vínculo afectivo. Uno también puede enamorarse de una fonética, de esa humildad que canta y huele a “grelhado”, de ese sentimiento de nostalgia, soledad, fatalismo…parentescos semánticos que, como la “morriña” gallega, también de vocación atlántica se aproximan a la intraducible “SAUDADE”, tripas y corazón del alma lusitana.
Creo que fue el pícaro guiño del gran
Camöens ,lo que me puso en el disparadero de abordar el presente trabajo
ilustrado (publicado en Amazon en versión española y portuguesa) con prólogo
del gran musicólogo Rui Vieira Nery,
relato biográfico de este canto desgarrado
como lo son el flamenco o el tango.
De orígenes confusos, heredero de
danzas profanas brasileñas de corte lascivo (“lundum”), sincretismo musical
afroeuropeo traído y llevado por vías marítimas, con sabor a brumas y salitre.
Es a partir de 1830 , en la portuaria
Lisboa, cuando se convierte en seña de identidad, multiplicándose en la
marginalidad lisboeta. Marinería , prostitución y bohemia serán el caldo de
cultivo de la trilogía : fado, guitarra y navaja.
El fado castizo o tradicional origina
tres formas matrices: fado menor, de carácter lamentoso, fado corrido, alegre y
desenfadado, y fado mouraria. Siempre en amalgama con la genuina guitarra
portuguesa de origen medieval , que con la viola (guitarra española) acompañan
a la voz solista.
Alfama, Mouraría, Barrio Alto, etc.
son escenarios de aristócratas del mundo taurino que se aproximan a las juergas
tabernarias y así, el fado asciende filtrándose en los salones de las clases
altas. A principios del s.xx se adhiere a los movimientos sindicales y de
protesta política, cuando en Oporto se producen las primeras emisiones
radiofónicas. En la más antigua universidad de Europa grupos de estudiantes con
sus capas negras expresan sus cantes por las calles a modo de serenata: ¡es el fado de Coimbra!
La etapa dictatorial del “Estado
Novo”(1926-1974) provoca censuras en revistas ,periódicos y espectáculos, no
obstante el trinomio “Fado, Fátima y
Fútbol” apuntala cual argamasa la vida cotidiana del pueblo portugués .En los
años 40 y 50 emergen las conocidas
“Casas de Fado” como atractivo turístico de gastronomía y folklore que dan
visibilidad reactivando el género.
El fenómeno “Amalia Rodrigues”, esa
categoría superior de representación, embajadora voz de Portugal, arrastra a
poetas y compositores clásicos y modernos: Camöens, Pessoa, Ary dos Santos,
Homem de Melo, Alain Oulman ,etc.
Desde 1953 se celebra el maratoniano
concurso en el lisboeta “Coliseu dos Recreios”, de cuyo filtro salen las voces
e intérpretes más relevantes del momento. Los festivales anuales de Alfama
(Lisboa) o de Oporto son focos de concentrados conciertos de atracción nacional
e internacional con las figuras más notables del colectivo fadista.
El “World Music”, difusor de la
música tradicional y étnica ha contribuído a su divulgación global .El “Museu
do Fado e Guitarra Portuguesa” o el documental “Fados” del español Carlos Saura
son vivos testimonios de su vitalidad y reconocimiento como Patrimonio
Inmaterial de la Humanidad.
Los eventos conjuntos de Fado y Flamenco son
cada vez más frecuentes en un providencial hermanamiento ibérico y para deleite
de sus adictos seguidores en los últimos años.
Os espero en la Alfama de todos los tiempos. Cenaremos un revuelto de “Fados, bacalhau e vinho do Porto”. Por favor , no faltéis ,será demasiado para mí solo…
Manuel Rajal Fernández es miembro de
la Unión Nacional de Escritores de España.