Compositores de Galicia (II)
Hablar
de Fernando Vázquez Arias (Melide, A Coruña. 1957) es hablar de un compositor
gallego de altura y calidad que ha cultivado todos los géneros: obras para
piano, música de cámara, sinfónica, ópera, conciertos‒ para guitarra, piano,
marimba, violonchelo, trompeta, fagot…‒, música coral, orquesta de cuerdas,
lieder, etc.; algo que lo que lo convierte en un prolífico autor que ha
desarrollado además una destacadísima labor en cuanto a gestión musical en nuestra
comunidad autónoma, incidiendo directamente en la formación de generaciones de
jóvenes músicos, generando empleo y difundiendo tanto nuestra música como nuestros
intérpretes puesto que él siempre ha valorado y tenido en cuenta su tierra, lo
autóctono, presente constantemente en su extensa trayectoria.
Fernando
Arias nace en Melide (Mellid), ciudad gallega situada en la intersección de las
Rutas del Camino Francés y el Camino del Norte hacia Santiago de Compostela, el
centro histórico de peregrinaje más importante de la cristiandad junto a Roma y
Jerusalén, lo que confiere a la pequeña ciudad una entidad propia por el paso
de continuos caminantes procedentes de todos los lugares del mundo; algo que
dejará huella indeleble en el mundo creativo y en la vida de Fernando Arias; una
vida que ahora paso a resumir a través de estas líneas que proceden del fiel
testimonio del compositor, agradeciendo personalmente la confianza en mí depositada
para compartir sus experiencias musicales con todos ustedes, los siempre apreciados
lectores.
Fernando
Vázquez Arias forma parte de una familia de músicos. Su padre, Xosé, por el que
el compositor sigue manteniendo una gran admiración‒” hombre emprendedor, de
muchas ideas” ‒; sus hermanas, Rosa y Luz, sus hijos, Sofía e Ismael y también
sus sobrinos formaron y forman parte del ambiente musical que se respira en su
entorno.
Los
primeros estudios musicales son en su pueblo natal, Melide, de mano de su padre,
que era clarinetista. Estudia inicialmente solfeo y trompeta; más tarde piano
con su primera profesora, Lolita Morate, examinándose por libre en el
Conservatorio Profesional de Música y Declamación de La Coruña, sito en aquel
entonces en la zona de Cuatro Caminos y dirigido por Rogelio Groba Groba (me
remito a mi crónica anterior publicada para la UNEE). Superados los primeros
cursos de grado elemental, Arias se establece en la ciudad herculina para
continuar con los estudios profesionales, adentrándose paralela y progresivamente
en la vida musical coruñesa, dirigiendo la histórica coral polifónica “El Eco”,
la coral en activo más antigua de la Península Ibérica, fundada en 1881 por Don
Pascual Veiga, autor del “ Himno Galego”; acompañando al piano a un
sinfín de cantantes, convirtiéndose en el repertorista de María Luisa Nache, soprano coruñesa (
Ferrol?), que cantó en algunos de los teatros de ópera más importantes del
mundo, como en el “templo del bel canto”, el Teatro allá Scala de Milán, junto
a María Callas y bajo la dirección de Leonard Bernstein (1953); actuando como
solista con la entonces Orquesta Municipal de A Coruña; dirigiendo la Banda
Municipal y preparando las temporadas de ópera en la ciudad como director
coral.
Es
en las temporadas de ópera en donde establece contacto con otros directores
procedentes de diversos lugares del mundo, lo que le hace comprender la
necesidad de ampliar su formación como director orquestal. Gana el premio de
honor fin de carrera otorgado por primera vez en el Conservatorio coruñés y se
muda a la capital donde amplía sus estudios de composición y dirección de
orquesta y coros en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid donde
recibe clases con profesores como Pablo Sánchez, Marcos Vega Mata o Francisco
García Nieto, al que Fernando recuerda especialmente como “maestro de gran
experiencia”. Las prácticas de dirección en aquel entonces se realizaban con la
Orquesta y Coro Nacionales de España y con la Orquesta Sinfónica de Radio y
Televisión Española, lo que posibilitaba el acceso a trabajar con excepcionales
intérpretes.
Fernando
Arias desde sus incipientes principios musicales, comienza a crear sus primeras
obras, acompañándole el mundo de la composición desde entonces hasta ahora.
Surgen títulos como a Danza do liño, Tierra de Melide, Campás
Melidenses, Muiñeira Sarcástica, Nocturnos…compases que
reciben la influencia, todavía latente, de las corrientes románticas y
nacionalistas de épocas anteriores.
Mientras
se forma en Madrid, obtiene la plaza de director musical en Lalín (Pontevedra),
haciéndose cargo de toda la organización musical de este ayuntamiento, lo que
incluye la dirección del Conservatorio de Música, la de la Banda Municipal, la
del coro y la de la Orquesta del Conservatorio. Desde 1987 a 1993 se mantiene
Arias “a caballo” entre Madrid y Lalín, en una etapa que él mismo define como “impresionante”,
puesto que su nuevo cargo le permite ‒además de adquirir y manejar una gran
responsabilidad‒ obtener grandes posibilidades de realización creativa gracias
al número de personas a su cargo.
Nacen
en estos intensos momentos obras como la Cantata do Deza, con textos de
Armando Vázquez Crespo, escritor, historiador y periodista gallego, obra que se
estrenará con la “Camerata y Coros” de Oporto y el coro “Ars Musicae” de
Pontevedra o la Suite dos Ilustres ‒todavía inacabada‒, dedicada a
personajes destacados de Lalín, como es el caso del “Matemático Rodríguez”, el “Aviador
Loriga” o el astrónomo Ramón María Aller Ulloa.
Culmina
brillantemente sus estudios en Madrid y de ahí viaja a Siena, destino entonces
de todos los directores de la generación, incluido Enrique García Asensio, tan
popular por su intervención en el programa televisivo “El Mundo de la Música”.
Apunta
Fernando Vázquez Arias que en cuestión de dirección orquestal él sigue la
escuela del gran director rumano Sergio Celebidache, quien desarrolló su
carrera artística fundamentalmente en Alemania. Una técnica en la que, en
propias palabras de Fernando “todo está controlado por el gesto; la mano ofrece
su discurso con total independencia de los brazos, lo que requiere un absoluto
dominio de la comunicación a través de la seña con el objetivo de ofrecer la
máxima claridad a la orquesta”.
A
finales de 1991 Arias recibe un nuevo encargo a través del entonces alcalde de
las tierras de Melide. Un ambicioso proyecto que incluye la creación de un
conservatorio‒piedra angular del mismo‒, la creación de una orquesta, una banda
de música y el Auditorio Municipal.
Rogelio
Groba Groba, nos dice Fernando fue el “antecedente
de este consecuente”, ya que él antes había creado las filiales del
Conservatorio de A Coruña que se fueron independizando hasta convertirse en
autónomas, pero ahora, en la nueva etapa de Arias, todos los ayuntamientos y
concellos se involucran en estos procesos, coincidiendo con un momento en el
país de expansión y apertura política que los favorece ‒algo que influirá
también en la creación de la Orquesta Sinfónica de Galicia y en la de la Real
Filharmonía de Galicia‒. Primero aparece el Conservatorio de Ponteareas ‒de
donde es oriundo Rogelio Groba Groba (Guláns) ‒, le suceden el de Lalín y
Melide, de mano de Arias y también el de Culleredo.
Para
desarrollar todo esto era necesario salvar muchos y variados obstáculos, entre
ellos la carencia de profesorado, sobre todo en las especialidades de percusión
o de cuerda frotada; no existían locales adecuados…Fernando Arias crea la “Asociación
de Conservatorios Municipales de Galicia” con sede en Melide, una institución que
facilita la reunión con alcaldes y conselleiros para tratar las necesidades
artísticas y técnicas de los centros, así como de los factores económicos
necesarios para los fines propuestos. La primera subvención vino de mano de la
Xunta de Galicia, para sumarse después las de las Diputaciones de Pontevedra, A
Coruña, Lugo y Ourense y la del propio Concello.
Fernando
Vázquez Arias entrega a estos proyectos treinta y tres años de su vida,
combinando su labor con la actividad docente en los conservatorios oficiales de
la Xunta de Galicia a los que se incorpora en 1977 como compositor de
composición‒ en estas fechas eran muy pocos los que poseían la titulación
superior requerida para impartir clases de esta especialidad‒.
Y
entre viajes, reuniones, conciertos, trámites, solicitudes y burocracias mil, “la
canción”, la sempiterna compañera de Fernando Arias en su periplo vital. Nacen
la Cantata Melidá, para orquesta sinfónica, coro y solistas; Illas
Atlánticas, para orquesta sinfónica; el Concierto Celta para
guitarra y orquesta ‒todavía sin estrenar‒, las Suites de Valses y Muiñeiras
galegas, que se interpretaron en el Auditorio Nacional; el Concierto
para piano que se estrena en el Auditorio de Galicia de Santiago de
Compostela; la Sinfonía Romántica, presentada en el Teatro Rosalía de A
Coruña, la Sonata para violín que lo hace en el también coruñés Teatro
Colón, el Concierto para marimba y orquesta, Ovación ‒pieza
dedicada a sus padres‒, Lembranzas andaluzas, Cuaderno para Sofía
‒dedicado a su hija‒, la Suite do Camiño ‒nuevamente inspirada en los
peregrinos‒, etc.
Con
la orquesta de Melide, que nace en 1993 como orquesta de cámara del
conservatorio y que pasaría a denominarse después “ Orquesta Melidá” y
finalmente “ Orquesta Sinfónica de Melide” además de abrir posibilidades
a intérpretes de toda Galicia, genera y proporciona trabajo a más de cuatro mil
personas entre solistas, instrumentistas, coros, bandas, equipos de sonido, de
luz, ballets…gracias a sus diversas propuestas musicales y a los originales
proyectos que presenta, que requieren de toda esta movilización escénica.
Realiza
giras por toda Galicia, realizando grandes producciones que incluyen antologías
de la zarzuela, grandes coros de ópera, copla, conciertos vieneses con polkas y
valses de Strauss y otros “más difíciles”, con programas no establecidos
previamente, es decir, sin “particella”, lo que requiere la realización
de los arreglos pertinentes para poder ser llevados a cabo y que corrían a
cargo del propio director, Fernando Arias. Entre estas producciones podemos
destacar “Gallaecia”, un musical basado en la música sinfónica, folk o de
“cantareira” de Galicia, que incluye imágenes, locuciones, ballets,
decorados, montajes audiovisuales y por supuesto, un gran elenco musical. Otro
de estos grandes montajes será “Catro Décadas para un Musical”, con base
musical del pop-rock de las décadas de los 60, 70, 80 y 90 ‒ Arias no es
excluyente, sino más bien justo lo contrario a la hora de ampliar horizontes‒, “Voces
no Camiño de Santiago”, elaborado para la celebración del Xacobeo y cuatro
programas diferentes sobre música de cine, que se desarrollan en distintos años.
Fernando
Arias hace posible que Melide, su pueblo natal, exento de tradición musical hasta
el momento, desarrolle “un proyecto único en el corazón de Galicia”.
Tampoco
le faltó al compositor su presencia como director en interesantes giras
internacionales: En 2001 dirige la “Orquesta Sinfónica de Slin”, una orquesta
configurada por mujeres intérpretes virtuosas, ‒ toda una novedad‒, con sede en
la República Checa, con la que ofrece conciertos en Brenna y Praga. También
dirige a los “Virtuosos de Moscú” y a la “Orquesta Nacional de Moldavia”, con
la que ofrece una gira de veintiocho conciertos por toda España con el
espectáculo “Luminaria”, una producción propia sobre el camino de
Santiago y guion del reconocido actor y director teatral, Carlos Ballesteros. Pero
Fernando prefiere trabajar por y para Galicia, dejando la “internacionalidad”
en un papel secundario.
En
1996 recibe el encargo de realizar diez arreglos sinfónicos, en principio para
ser grabados en Londres, aunque finalmente se llevarán a cabo con la “Orquesta
Nacional de Moldavia” y también el de la creación de la “Escuela de Altos
Estudios Musicales” y la “Xove Orquesta Sinfónica de Galicia” (1996) , para lo
que se realizaron pruebas de admisión de músicos, constituyéndose la orquesta
que llevara de su mano ‒o mejor dicho de su batuta‒ numerosas giras de
conciertos en distintos puntos del país, grabaciones para Televisión, Radio,
CD, Vídeo, etc. También cristalizó la Escuela de Altos Estudios Musicales‒ que
sigue existiendo en la actualidad‒y que Arias no llegó a dirigir debido a sus
innumerables compromisos.
Mas
decíamos al principio que Fernando ejerció también un amplio papel en el mundo
de la difusión musical, por citar dos ejemplos, a través del programa
radiofónico “El kiosco de la Música” o el televisivo “La hora de Fernando
Arias”, realizando entrevistas a importantes personajes de la música como por
ejemplo Alfredo Kraus.
Actualmente
Fernando Vázquez Arias dejó atrás el mundo de la docencia y sigue dirigiendo
otro de los coros históricos de A Coruña, la “Coral Polifónica Follas Novas” y
se entrega enteramente al mundo de la creación musical, siendo algunos de sus
últimos títulos Costa da Caparica, para chelo y piano, Variaciones,
Concierto para fagot, Sonata para trompeta o Brigantia.
Durante
este año, 2024, “ANOVE TV”, un nuevo canal televisivo: “unha canle galega
feita por e para Galicia”, ha emitido los domingos a las 21:00 h a través
de “ Os nosos programas”,
distintos monográficos dedicados al compositor bajo el título “ A batuta de
Vázquez Arias”, en los que se retransmiten conciertos y grabaciones del
autor como la de A raíña Lupa, su ópera, Concerto dos solistas, Gala
Americana, Orquesta Sinfónica de Cosmac, Cantata Rosaliana, Antoloxía
da Zarzuela, Obras de Estreo, concerto con Dedicatorias, Música de Cámara, etc. Programas que
se conservan en el archivo de la propia página web de “ANOVE TV” y que los
interesados pueden escuchar abiertamente.
Personalmente, conocí a Fernando Vázquez Arias dentro del ambiente musical de nuestra ciudad, surgiendo entre ambos un trato fluido, cordial, empático y amistoso que junto a gratos momentos compartidos deja también su huella musical: la partitura “Amor”, compuestas por Arias sobre uno de mis poemas con el mismo título. Un lied para barítono y piano que fue interpretado por algún alumno de canto en el Conservatorio de A Coruña como obra de fin de carrera pero que todavía no se ha ofrecido al gran público. Algo que provecho para reivindicar puesto que Fernando Arias supo desentrañar magníficamente toda la pasión y fuerza que contienen mis versos, perfilados musicalmente por todo un maestro al que quiero felicitar sinceramente por su pródiga y fecunda labor en torno a la música gallega: La labor de un titán musical.
Julia María Dopico Vale, delegada permanente de la Unión Nacional de Escritores de España para las Relaciones con la Música.