Azahar helado
Tenías aromática sonrisa de azahar
y una mirada de terciopelo
que se selló de forma imperecedera
en el pergamino soterrado de mi alma.
Un día, ya distante,
viniste con voz entrecortada,
la tristeza por toquilla
y nos contaste que un cirujano
quería hurgar en la intimidad de tu seno
con la promesa de una reconstrucción
que a todos sería imperceptible.
En la trigonometría del galeno
barajó de forma tangencial seno y coseno
y acabó en un bombardeo químico y sistémico
que terminó por despeinarte
como se avienta una parva
con viento desaforado.
Seguías siendo bella
y la juventud como radical eterno de tu ser.
Con la peluca te volvió la sonrisa
y un destello de esperanza
iluminó tu cara de porcelana.
Sin mirarte, sin palparte,
echabas en falta medio globo terráqueo,
la asimetría femenina de tu estética,
y el vano estéril fue para siempre
un vacío inexplicable.
La ciencia te dio esperanzas
y en el barbecho de tu cuero cabelludo
se comenzó a vocalizar la dormida simiente
como un fértil campo de trigo.
Tenías una sonrisa de azahar,
pero la lluvia que un día mojara tu pecho
fue inundación invasiva
que se extendió por todos tus dominios
hasta dormirte
y a mí me heló el alma para siempre.
Era, y lo sigue siendo hoy, un arrebato.
Abstracción
Abstracción: las altas
temperaturas,
el estío, el sopor de la
inacción,
lo reiterativo de los
noticiarios,
los medios tan machacones
y tendenciosos,
los políticos arrimando el
ascua
a propios e
incondicionales,
el duermevela de la
sobremesa
el sudor emulando una
cascada,
una ducha inagotable y
fértil…
Abstracción: el sextante
de la siesta,
el paréntesis de una
realidad en paralelo
que se salió por la
tangente
y acabó indemne, totalmente abstraída.
Memoria eterna
A Pablo Chávez
Yo pensando en mí
hasta el último aliento,
al tiempo que entregabas
tu bonachona sonrisa
como acuse de recibo.
Sin gorjeos con los que
empavonarte,
sin poses, ni exigencias,
siempre a la espera de dar
y donarte.
Lo mismo jugando de líbero
que girando visitas a
domicilio,
siempre con tu radiante
tarjeta de visita
en la comisura de tus
labios.
De tus adentros no
exhalaba nada propio,
como si tu físico fuera un
curtido cordobán
para hacer las delicias
ajenas,
como payaso que llora con
sonrisas
para ver en los otros la
felicidad.
Has hecho mutis por el
foro, Pablo,
sin tan siquiera un
lamento,
empequeñecido en un sueño
que desde ya lo es eterno.
Por eso, querido y
admirado amigo,
eres por siempre y para
siempre
memoria eterna, rotundo ejemplo.
Elementos
El hombre, manipulador
que se complace en cambiar el paso
al desfile ordenado de lo creado,
en trastocar el equilibrio inicial
subvirtiendo cuanto toca.
Tierra, alimento, sustento, lecho,
despensa y granero, silo y firmeza;
pero a fuer del maltrato evidente,
ruina que se anuncia sin oír el clamor
clarividente de trompas y clarines.
Agua, manantial intervenido e impuro,
arroyo pestilente y río contaminado;
mar basurero, tumba, cloaca salina,
que no salerosa.
Fuego, ardor de vísceras y resentimientos,
quema indiscriminada de rastrojos
y de aquello que se lleva por delante,
incredulidad y despilfarro,
incineración del sentido común,
rayo que raya, que araña el alma
que saja la médula de la cordura.
Aire, soplo, brisa, viento, vendaval,
gradación que arrasa, pirueta
que transporta al naufragio inverso;
cielo imposible de alcanzar, caída libre,
paz transportada, mudanza, desorden,
trashumancia forzada y batacazos.
Cuatro elementos:
cuatro armas en manos inapropiadas.
Para ser olvido
Al pasar, con el roce,
se despertó la albahaca
y se extendió su aroma
con la mansedumbre que se
expande
el aceite derramado y lo
unge todo.
En la hermosura del
hibisco
que ayer era plenitud,
hoy duerme el sueño
truncado
de una vida demasiado
efímera,
que se renueva en la rama
vecina
y se imagina el esplendor
que sospecha.
En la vereda que lleva a
la colina,
el esfuerzo de aquellos
que me precedieron,
los sueños de gloria que a
veces
se quedan en sudoroso
ensayo
y las sorpresas que ofrece
cada uno de los recodos
del camino.
En la memoria del mayor
que dormita en breves
cabezadas,
algunas lagunas que la
hacen frágil
y una historia más que se
evade
por algún lugar insospechado para ser olvido.
Cuando tú y yo éramos
dos radicales libres sin reactivos
y vueltos de espalda.
Cuando ni en sueños
la fantasía tejía mimbres
sobre los que encaramarnos.
Cuando la tarde era
un monótono pasar página
y la mañana un bostezo renovado.
Cuando en tu mirada anidaba
una anodina esperanza
que me pasaba desapercibida.
Cuando hoy cierro los ojos
y veo con claridad
el camino que me trajo
a este hoy que compartimos…
Cuando el destino
se hace el encontradizo,
huelgan las cavilaciones.
Compromiso y solidaridad
Hay muchas cosas cotidianas que se palpan,
pero que no existen en las enciclopedias…
el día es una colmatación de instantes agolpados
que se apelmazan como celdas de un panal
y entretejen el dulzor y los sinsabores con la música
de este caminar vacilante, siempre en marcha;
a veces con deseos vehementes de abandonar
y apearse en camino, cuando el hastío
es cansancio y es vereda vacilante hacia el precipicio.
Y así las semanas, los meses y el resto de sumandos
que se encaraman en la copa del árbol de la vida
y sueñan en cosecha abundante y compartida,
en verdad, sencillez, compromiso y solidaridad.
Francisco Espada Villarrubia es miembro de la Unión Nacional de Escritores de España.