Relato de Albertina Reynón
Todas las noches veía desde mi balcón el rutilante letrero del café Golden, tal es así, que ya me había acostumbrado a él, de tal manera que a veces, se me hacía imperceptible a pesar de su cercana presencia. A ambos lados del Café estaba el mar por lo que siempre estaba concurrido por veraneantes que buscaban el fresco en las calurosas noches del tórrido verano. Según entrabas, a la derecha, amarraban los yates; no sé por qué razón nunca envidié poseer uno de aquellos barcos de recreo aunque hubiera podido tener el dinero suficiente, cosa improbable, para comprarlo; no estaban dentro de mi mundo de necesidades ni placeres yo era una asustadiza del mar adentro, aunque amaba su belleza desde la costa.
Cuando paseaba cerca de ellos me imaginaba mil historias dentro de aquellas casas flotantes, historias de amor, confidencias o negocios ; sexo comprado en una noche loca de verano ocurrirían dentro de aquellos cascarones pulidos; historias tan cercanas y tan lejanas de los veraneantes que por allí pasaban.
Podrían ser, quizás refugio de traficantes y mangantes de alto linaje que disimulaban viajes de placer marino; todo un mundo por imaginar ajeno a la gente común que compartía en la terraza del Café conversación y copa.
Recuerdo, que no hace muchos años, “la proa “del Golden no existía; todo ese espigón en donde ahora se alojaban las cafeterías era puro mar; puro mar en donde cada tarde acudían veraneantes con su caña de pescar y su cesto para ver si picaba algún mújol, y allí pasaban las horas hasta bien entrada la noche.
Albertina Reynón es miembro de la Unión Nacional de Escritores. Filóloga, prologuista, escritora y poeta. Ha escrito varios libros entre los que destaca el poemario "Pido la palabra". Ha obtenido diversos premios literarios.