De hielo
De hielo forjado en hierro
moldeaste mis labios.
Buscan lluvia los mares
secos que inunden tus ojos,
cegando tu mirada de los míos.
Quien va a quererte soportar
en tan oscuro camino...
Luz de luna
Tu
reflejo de espejo
enaltece el viven
de
las olas al romper,
dejando
sus notas caer
en
el recuerdo del ayer.
Notas
que despliegan
sonidos
despiertos al oído.
Alma
de cerco envejecido,
sentada
en mi refugio…
Luz de luna, no te olvido.
Y en la noche
Y en la noche calurosa, el gato sin gata
desquebraja sus uñas en la arena.
y su mirada confusa asusta a las ratas,
volviendo a sus sucias cloacas.
y el dolor agolpa en su espalda,
tambaleando sus patas traseras.
y el gato sin gata, topa
con su gata blanca y canela.
y sentado junto a su tumba,
maúlla en la noche oscura.
Lo prohibido
El amante la ama incondicionalmente,
es consciente de su pecado pecado,
e intenta equilibrar sus emociones
presentes y pasado con justicia
para ambas, sin amar al pasado.
Por las buenas o por las malas,
retener su presente quiere.
Le propuso un trato que aceptó,
enamorada de su alma con él se quedó.
Hoy se pregunta preguntas sin
respuesta que, calla por no olvidar
el trato que le conceda la libertad
de expresar cómo siente su querer.
Amar sin caricias, sin besos, sin miradas,
sin palabras, manteniendo postureo de amigos ante su pasado que asecha sin sospechas de lo prohibido.
Cuantos silencios...Cuanto tiempo.
Cuanto dolor, cuanto amor callado,
cuantas esperanzas silenciadas
esperando el mañana.
Alcoba vacía del pasado que colma su presente, convirtiéndose en aquel ángel que no le deja ser, hasta cumplir el trato
del ayer que, aún hoy le ata sin querer.
Cuanto amor en la alcoba presente,
pero ¿Cumplirá el trato?. Pregunta sin respuestas...Depende de él.
Un árbol caido
Ella, acompaña sus pasos.
cada momento, cada instante.
Cada vez más la siente.
En su memoria, una mujer
morena, cómplice de su querer,
tatuada a fuego vivo
despierta su llanto.
Ella, la recuerda tanto
que rompe en lágrimas,
castigo siente, y muy herido
en su presente.
A cada paso que da,
recuerdos impotentes
invade de nubes su mente.
Ella, le calma con su mano
sobre su mano posada.
Contrae sus ojos mojados,
sonríe, la mira, seca sus
lágrimas vertidas al sol
en aquel puente del jardín del
turia donde paseaban los dos.
Y camina junto a ella,
quién le recuerda su ayer.
La ama tanto que teme
de nuevo perder otra vez,
callando a cada paso su
viudez de juventud que,
ella le recuerda de su ayer.
Un árbol caído,
un ángel ascendido,
y un amor presente
que no puede esconder.
Ojos tristes
Desnuda de espinas,
de frente, mirándole
a los ojos tristes.
Clavando mi pupila
en su pupila oscura,
cómo libro abierto,
un corazón roto.
Se terminó el amor
quedando el cariño,
pesada carga.
Soporte de la soledad,
amarga vacía vida,
diez de espadas
Impone la sociedad.
Costumbres adoptadas
escapa de su visión,
misión de vida.
Y cuando él clava
su pupila en la mía,
una sonrisa escapa,
de sus ojos tristes.
Como llama
de una cerilla,
queda su pupila,
de pasión encendida.
Amor prohibido,
peligro escondido,
temor oculto.
Es tarde, muy tarde,
ya nada es igual,
nuestras pupilas
hablaban de amor.
Dos amantes,
se miran,
se buscan.
En el andén,
otra mujer,
rompiendo la magia
del poder oculto.
Desvanecido momento,
se olvida el tiempo,
se deja al viento.
Pensamientos ocupados
del uno al otro,
del otro al uno,
esperas de cada uno.
Calla el viento,
provoca la otra,
pérdida de tiempo.
Ausencias de encuentros,
mundos paralelos,
dos copas vertidas,
esperanzas de otro día.
Preguntas escondidas,
calladas, olvida la mente,
caminos diferentes.
Dos amante en uno,
esperan confusos,
rogando al universo,
escriban versos.
De sus labios un te amo,
de mi labios un te espero,
de la otra, yo quiero.
Querer sin querer,
quiere de los amantes,
el querer que no
puede obtener.
Un encuentro,
otro encuentro,
dos encuentros.
Nos amamos,
noche de pasión,
placer oculto,
viaje al viento.
Dos amantes,
Dos en uno,
a cada uno su destino.
Farolillos encendidos
surca los cielos
bailando lentamente
con brisa de paz y luz
donde todo y nada hay.
sólo el universo acoge
y ellos disponen.
Farolillos encendidos
de paz y luz,
para los que se fueron,
para los que viven
en nosotros con luz propia,
para que el fuego eterno,
se apague con agua de lluvia,
para que sus nuevos hogares,
para nuestros hogares,
las penas queme con su fuego.
Farolillos de luz y paz,
Invada nuestros corazones.
Vuela, vuela alto,
Farolillo de luz y paz.
Poema en homenaje a todos los fallecidos durante esta pandemia.
Moraleja real
Momentos en que veo una zorra. Me acerco muy despacio. Teme a las personas e intento que confíe en mi.
- Oh, bonita, ven no tengas miedo.
Me mira temerosa y desconfiada, pero yo le insisto enseñándole un caramelo que me dieron en el bar al pedir un café.
No le convenció. Tal vez, no era su sabor preferido. Busco algo en mi bolso azul deportivo con qué llamar su atención y encuentro una tarjeta de presentación. Se la enseño volviendo a insistir.
-Ven, bonita, solo quiero verte de cerca en medio de esta oscuridad. Mira que tengo, tal vez te guste más.
Da un paso adelante, otro hacia atrás, vuelve y da dos pasos más hacia delante. En un descuido mío, la coge y se va. Corro hacia ella diciéndole:
- No, no te la lleves, es de un político.
Se vuelve, me mira, la suelta y corre hacia el tubo de escape de un coche estacionado.
Moraleja: no olvideís el refrán, " es más lista que una zorra". Esta lo es, temía fuera cazada.
Una canción desesperada. Un árbol con brotes muy
tiernos. Un teléfono que llama a la
cita. Un encuentro, y otro encuentro. Dos encuentros. Un reloj que no marca las
horas. Tiempo al tiempo. Un móvil en la mano. Un beso en el hombro. Preguntas y
respuestas. Un beso robado. Otro, y otro y otro más. Nadie canta. Un laberinto
en el camino de besos en mi cuello. Un mechón de cabello nada en el miembro.
Gemidos. Un sofá gris que pide la calma de la soledad. Una decisión.
Un abrazo de espalda a la cintura entrelaza las manos de ambos. Un corto camino recorrido hasta la esquina. Máquinas de escribir recordando los años. Un instante. Una Habitación con cama reclamando al parto del amor copulando. Una caricia comienza. La ropa se despoja de los cuerpos abandonándose en la alfombra. Descansan. El empeine izquierdo y la rodilla siento que siente excitación no esperada. Sigue. El punto del mundo deja seguir la ruta hasta el pecho que lo amamanta. Vamos al Olimpo. El tiempo está de nuestra parte. El camino recorrido nos deja de corridos muertos. Quién nos iba a decir esto. Un ventilador en el techo es testigo de lo que se ha hecho.
Cada madrugada, al canto del gallo, Sarem sale con su escopeta al hombro. De rostro tosco, bigote espeso y tez blanquecina, casi albina, contrasta con su mirada sanguina. Hombre de carácter, pero sensible con los niños. No teme las viejas leyendas. Camina con paso firme que crujen las ramas y bichos que se inclinan ante ellas. Llega a las montanas de Mariguari, cuando de repente, una lluvia de piedras cae. Asustado y escopeta en mano, mira de un lado hacia otro maldiciendo lo que sucede. Cree que, tal vez, podría ser un desprendimiento, pero que ni una sola piedra le alcance, le confunde. Sigue su camino hacia el monte Guru-gú. Una extraña sensación percibe. Se detiene junto a un joven olivo, y ve un minotauro blanco nuclear. No puede articular palabras, ni sabe, ni entiende qué ocurre. Con los ojos desorbitados que no miran a ningún lado, piensa qué brujería es aquella queriéndole volver loco. Asustado, se refugió en sus rezos y prosiguió su camino. En ese instante, siente que aquel monstruo había desaparecido. El fornido guardabosque, agradeció a todos los ángeles su protección. Aquel día no era su destino, pero temió como un niño.
Premio: Finalista del V Certamen Maratón-Microrrelatos organizado por CLAVE (asociación Valenciana de escritores y críticos literario) 2018.
La Venus
En esta tarde entre música y letras,
en este prematuro otoño de verano.
Siento
Siento que no te siento
siento que no siento nada.
Un sorbo de vino
Un sorbo de vino,
entre tu pueblo y el mío.
A las cinco de la tarde
A las cinco de la tarde,
Una balada
Una balada de otoño
guarda en su recuerdo,
verano de primavera
fijado en invierno.
De un amor inquieto,
de sobresaltos,
de infieles
diálogos y besos.
De sillones abatibles,
de magreos inútiles,
de mirada curiosa
de chabola ruinosa.
Caía la tarde
de un amor incierto,
de caricias confusas
en un mar desierto.
Y en la noche...
de un triangulo amoroso,
de un amor abatido, herido,
llama a su muerte.
Un lápiz raya al amanecer,
despertando en calores,
abrazando su almohada
recordando el ayer.
Una balada de otoño
guarda en su recuerdo,
verano de primavera
fijado en invierno.
Una balada de otoño...
Juegos hápticos
Juegos hápticos
en noches húmedas,
de entornados pórticos,
de palabras mudas.
De miradas ciegas,
de música sordas,
de vaivén de sus manos,
de últimos hálitos.
Juegos Hápticos
de amores queridos,
de amores bebidos.
de amores sentidos,
de invidentes dichosos.
Abrázame así...
Abrázame así...
Donde siento los latidos
vivos de tu corazón,
marcando al compás
cada suspiro que das.
Donde tus labios acarician
flequillos con tus besos,
y respiro profundo
el chasquido bravo,
que me deja sin aliento.
Donde nuestros sentidos
hace vulnerable
ese halo invisible que
nadie ve, solo tu y yo,
sentimos al abrazarnos.
Donde el tiempo se para,
los minutos es pasado,
las horas es presente,
y el futuro está ausente.
Donde hasta el agua
aviva este fuego,
como el Dios Hefesto
aviva de continúo
la llama de su fragua.
Abrázame así...
con tus latidos,
con tus caricias,
con tus sentidos,
donde el tiempo
no existe,
y ve volar al quetzal.
¿Qué querrá de mi?
¿Qué querrá de mi?
me pregunto una
de cada mil veces
que me hago
la misma pregunta.
Bostezo en mis pensamientos
madejas enredadas en agujas
y espinas de rosas marchitas.
Lágrimas que secan solas
por no vertir la última gota.
Tiritan los párpados
en el intento del silencio
de las órbitas de mis ojos.
Corazón desconsolado,
buscando los por qué
de este querer,
que ni si, ni no,
muerde sin un por qué.
Si pudiera tejer las madejas
enredadas entre agujas
y espinas de rosas marchitas,
el con qué de los por qué
vendría con mi querer.
¿Qué querrá de mi?
ni como ni duermo,
ni sueño ni canto.
Sólo estos versos
ni tristes ni alegres,
describen mi llanto.
Inmensa
Inmensa, inmensa
la mar que pasea
a nuestro son,
de calma y frescura.
Paseo por el espigón
de orillas salinas,
de miradas ocultas.
en la tarde recitadas.
De miradas calladas,
en la tarde desatadas.
De besos recuperados,
en la noche perdidos.
De caricias deseadas,
en la noche atada.
en la noche retenido.
De placer revivido,
en este día bebido.
¡Que inmensa la mar!
¡Que intenso el amor!
Y junto al espigón,
los números cantan
entre gaviotas,
que anuncia chaparrón.
ese rato que me da.
ese rato, ese ...
la vida me da.
Esa mirada, esa mirada...
Me deja contemplar
ese mundo de butaca,
me deja adentrarme
en ese mundo de actores,
donde los protagonistas
se besan, y los espectadores
esperan la siguiente escena.
Esa mirada, esa...
donde entro en el túnel
de sus pupilas hasta
la niña de sus ojos.
Y me cuentan el guión
de ésta película.
Esa palabra muda
que con la mirada...
esa mirada, si, esa,
esa me abraza
en silencio,
me besa callada,
me hace el amor
reflejado en sus ojos.
Ese rato que me dio
ese rato que me da.
esa mirada, esa...
esa palabra muda,
esa...Es la que no ve
ningún espectador.
Sólo... El y yo.
El y yo haciendo
el amor sin guión,
en esta película
muda de amor.
que como tatuaje
quedaron grabados,
besos inesperados
que tu boca sellaron
con besos deseados.
¡Cómo no quererte!
cuando me preguntas...
¿Me quieres?
¡Cómo no quererte!
enredado entre mi pelo,
besos y eternas caricias,
despeinando mi cuerpo
hasta llegar al cielo.
¡Cómo no quererte!
Cuando mis enojos
también son tuyos.
Mis anhelos, tu suspiro,
y tus miradas mis ojos.
¡Cómo no quererte!
Cuando te pregunto...
¿Me quieres?
¡Cómo no quererte!
cuando enredo mis
dedos entre tu pelo,
beso tu dulces labios
y el contorno de tu cuerpo.
¡Cómo no querer quererte!
cuando mi alma evoca
tu nombre en mis noches,
y despierto en la mañana
aún dormido, queriéndote.
¡Cómo no querernos!
Y...decirnos "Te quiero",
cuando nos despeinamos
en un amor eterno.
El niño y el mendigo