Artículo de Julia Dopico Vale
Con gran éxito y expectación se acaba de celebrar en la ciudad da Coruña y en el emblemático Teatro Colón, centro neurálgico de la vida cultural de la ciudad desde su inauguración en 1948, un homenaje al compositor Rogelio Groba Groba (1930-2022) tras cumplirse el primer aniversario de su fallecimiento el 31 de diciembre de 2022. Un músico que desempeñó una ingente labor de renovación musical en Galicia y en la ciudad herculina en donde se estableció tras los inicios musicales en su Ponteareas natal, los años de formación en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid y después en Suiza, en donde en unos tiempos caracterizados en nuestro país por el escaso aperturismo cultural, el maestro tuvo la posibilidad de conocer las corrientes estéticas de la música europea de la vanguardia de la época, trasladándolas después a su propio lenguaje musical personalísimo.
Con un lleno hasta la
bandera sonaron en el homenaje los compases de cuatro de las obras escritas por
el autor considerado el “más prolífico de la primera mitad del S.XX”, capaz de
cultivar todos los géneros: ópera, ballet, oratorio, música sinfónica, de
cámara, concierto…siendo la “Orquesta de Cámara Galega”, dirigida por su propio
hijo, Rogelio Groba Otero, a la par excelente violinista, la encargada de
interpretar el repertorio inmejorablemente elegido para ocasión tan especial,
escuchándose en primer lugar “Catro Bagatelas” (1995), obra que a través
de sus cuatro movimientos ‒ Natural, Romántica, Elegante, Intrépida‒,
marca un carácter lúdico y espontáneo, basándose en temas melódicos populares del folclore gallego
elaborados de manera universal. Un “íncipit” que situó al público en el
contexto musical en el que se iba a desarrollar el concierto que proseguiría
con “Soatiña” ‒ “Pequeña Sonoridad” ‒ (1974), escrita para piano
y cuerdas. Una obra sugestiva gracias a los cromatismos, los contrastes
dinámicos y la acentuación rítmica irregular; con motivos originales de inspiración
nuevamente etnográfica, excelentemente resaltados en la ocasión por la pianista
internacional Elisa D´Auria, la joven intérprete cuya música suena
habitualmente en prestigiosas salas de concierto de todo el mundo. Continuamos
con “O Fausto. Alalá para cordas” (2017), una de las piezas que integra
la colección “Tipoloxías” y en la que de manera programática‒descriptivamente‒
el compositor presenta la imagen musical de la fastuosidad, la arrogancia
vacía, la pomposidad y la ostentación exhibicionista que se hace manifiesta a
través del paso singular de algún personaje que Groba debió conocer, resultando
increíblemente perceptible esta imagen a través del ritmo y el carácter de los
irónicos compases musicales. Y para finalizar el concierto, el momento más emotivo, cuando la Orquesta de
Cámara Galega‒brillante en la ejecución‒ junto al chelista invitado Joaquín
Fernández, solista en la Orquesta Nacional de España, interpretaron el concierto
Añoranzas (2000), escrito para la también chelista Clara Groba Otero,
hija del compositor, recordada con gran cariño y afecto en el ambiente musical
de Galicia, siendo ella, precisamente quien lo estrenó en su día y quien lo
interpretó en numerosas ocasiones obteniendo gran éxito de público.
Rogelio Groba Groba fue
ante todo un compositor de Galicia, tal y como pronuncia el escritor Manrique
Fernández, su principal colaborador en “lids” literarias:
“Groba canta a
Galicia, la sueña, la describe, la imagina, la dibuja y la moldea en sus
pentagramas sin ataduras…aflorando su galleguidad de manera espontánea y
natural”.
Y lo hace en un
contexto que nada tiene que ver con el actual, tal y como él mismo manifestó en
su día:
“Mi visión de la
música se apartaba a la de mis predecesores, a los que siempre he admirado y
respetado. Carecía de modelos a seguir y era consciente de que me hallaba en un
país que se había mantenido al margen de la trayectoria musical de sus vecinos;
de que el futuro de mi pasión y de mis muchas horas de trabajo creativo
tendrían que enfrentarse a un nivel interpretativo que nada tenía que ver con
el de los países más avanzados; que los criterios de valoración estética no
serían los necesarios para estimular mi tarea creativa…Era consciente de eso y
de mucho más y el panorama era desalentador. Pero es tal la fuerza de los
sueños, la energía que son capaces de transmitir, la felicidad aportada por mi
tarea compositiva, que desde el primer momento sentí que la música era para mí
una forma de entender el mundo, una necesidad biológica y que la vida, sin
música, no tendría el más mínimo sentido; que sería como decía Nietzsche, un
error”.
El maestro Rogelio
Groba será el puente mediador entre este pasado fielmente descrito y el gran desarrollo musical experimentado en nuestra comunidad en la segunda mitad del S.XX
y en lo que va del S.XXI y no sólo en el
ámbito de la creación musical, sino también a través de los cargos ocupados en sus
prolíficos años de estancia coruñesa, tanto en su papel como director de la
Banda-Orquesta Municipal, en donde mejorará la calidad interpretativa de los
músicos y el nivel de las programaciones presentadas en cada concierto,
introduciendo al público las obras de compositores novedosos en el ambiente
musical de la ciudad en aquellos tiempos; dirigiendo durante veinte años el conservatorio
coruñés, que había nacido en 1915 siendo considerado casi como una academia
privada auspiciada por la Sociedad Filarmónica, en un largo recorrido hasta que
en 1984 la Consellería de Educación de A Xunta de Galicia se hace cargo del
mismo, existiendo hoy en día en la ciudad dos conservatorios: el Conservatorio Profesional
y el Conservatorio Superior, a los que se suman el de Lugo, Pontevedra, Ourense
y Vigo, como centros oficiales y muchos otros cooficiales‒fruto de la idea de
Rogelio Groba de la creación de filiales y aulas externas‒ que siguen facilitando la aproximación al
mundo de la música de los más jóvenes sin la dificultad añadida de los
traslados fuera de las respectivas localidades y en donde se han formado una
importante cantera de músicos; luchando de manera encomiable en pro de la
creación de una orquesta sinfónica para Galicia, algo que persiguió toda su
vida y que vio cumplido con la creación de la Orquesta Sinfónica de Galicia con
sede en A Coruña y la Real Filharmonía de Galicia, con sede en Santiago de
Compostela, si bien la idea primigenia del maestro Groba, en cuanto a la
concepción y “engranaje” que todo esto requiere se alejaba mucho de nuestras
realidades orquestales gallegas‒nunca podremos saber si hubiera sido mejor‒ más
ahí están nuestros flamantes conjuntos con su elevado prestigio a nivel
nacional e internacional…
Nada que ver el mundo
musical que se encontró Rogelio Groba Groba cuando decide establecerse en
Marineda con el mundo musical que se presenta en la actualidad y que él mismo
impulsó desde la ciudad a la que también cantó, dejando escrita música esencialmente
coruñesa, como se refleja en la obra “Cruñesas”, escrita para orquesta
sinfónica, en la ópera “María Pita. La fuerza de la Libertad” ensalzando
la figura de la heroína defensora de la ciudad , la “Marcha da Corporación
Municipal Coruñesa” o la suite para banda sinfónica “Praza da Fariña.
Suite in modo Antico”, una suite para
banda sinfónica dedicada a “la Ciudad Vieja de A Coruña”, siendo “A Praza da
Fariña” el nombre que en otros tiempos se le daba a la Plaza de Azcárraga
Una labor que tuvo y
tiene su reconocimiento, no en vano Rogelio Groba Groba es Premio Internacional
de Composición “Dante Luini” de la Radio Televisión Suisse Romande (1973),
Premio da Crítica Galega ( 1979), Premio Xunta de Galicia de Cultura ( 1992),
Medalla Castelao ( 1995), Premio Internacional de “ Composición Auditorio de
Galicia” (2004), Hijo Predilecto de Ponteareas ( 2005) y un largo etcétera que nos habla del mérito,
esfuerzo, talento y dedicación de este compositor y de su enorme grado de
compromiso con su profesión y con su tierra gallega.
Julia María Dopico Vale
es delegada permanente de la UNEE para las Relaciones con la Música.