Hospedero de Colliure

Relato de Fernando Yélamos

Gracias, gracias, hospedero de Collioure, que al acoger a nuestro amado Machado acogiste también sus sueños, su cuerpo, su alma…, siempre velando por él.

Al llegar a Collioure

Era ya tarde de día… y de tiempos. El sol aún tintaba medio pueblo que, empinado por pinares y viñas, parecía encuadrado por fondos azules de mares y cielos.

Yo caminaba lento, miraba pausado. No me extrañó, al verlo así, saber que instantes como aquel hubieran deslumbrado a pintores de otros tiempos. En la parte baja del horizonte, ya casi mar, el cementerio de Collioure. La visión, de la misma tarde, pero sin sol, sin brillos, sin estridencias, sin palabras. En el minúsculo recinto, silencio y soledades. A la derecha vi una tumba gris, como el gris otoñal de 1939, como el gris más oscuro, si cabe, del olvido de los mandatarios de antes… y de ahora.

El recogido rincón enmudeció mi propio pensamiento. La madre estaba enterrada con él y él estaba enterrado con la madre. Quise pensar que ya no estaban tan solos, aunque solos se quedaron. Porque en ellos había un poco de mí y de todos acompañando esas soledades, y un poco de llanto nuestro contenido en ese aparente silencio.

El poeta había viajado hasta Collioure ligero de equipaje y muy enfermo. La dureza del viaje agravó su debilidad. Fue con su familia; su madre, muy mayor. Sus últimas palabras fueron para su madre. No había pasado ni un mes desde su llegada de España. A los tres días de marcharse el hijo, la madre murió también. El eterno caminante había hecho camino al andar y, ciertamente, nunca volvería a pisar la senda de regreso a España, de forma física. Pero sí lo hizo para quedarse en todos nosotros con su poesía, con esas estelas de sueños en la mar y en los campos, y con esa integridad de hombre completo que le hizo tan grande, pretendiendo él ser tan pequeño. El último viaje lo hizo, como él mismo supo siempre que lo haría, ligero de equipaje.

Fernando Yélamos Rodríguez es médico y escritor, galardonado con la Medalla de San Isidoro de Sevilla de la UNEE.

Es delegado permanente de la Unión Nacional de Escritores para las Relaciones con Francia.