Hoy no ha salido el sol. Desde la cama ha visto cómo la aurora no ha despejado los enigmas ni ha limpiado el paisaje de horrores, tampoco ha borrado las sombras de los muertos.
¿Dónde está la luz de cada día?
Preguntarse no sirve para nada cuando
sabemos que la claridad es sinónimo de respuestas y esta mañana es oscura.
El hombre levanta la vista y siente sobre
sí el peso de un fango espeso como el luto.
Debe ser que el cielo y el infierno han
cambiado sus posiciones y roles, hasta las substancias de la que cada uno está
hecho.
Hace frío. Todo lo cubre un manto de
escarcha, negra también, como una mantilla de mujer detrás de un Santo
Entierro. Sobre ella, superpuesta como un edredón, hay una nube de niebla.
Hoy no ha salido el sol, por eso no ha
querido levantarse. Tampoco ha querido fantasear, la idea de soñar despierto
entre las sábanas le ha parecido una profanación del misterio.
Intuye que otra
guerra está por desatarse.
Ramón Luque está galardonado con el escudo de oro de la Unión Nacional de Escritores de España.