Cristales rotos
Te observo tras los cristales rotos de mi alma
y puedo sentir los jirones de mi vida
desprendiéndose de mí.
Te veo, tiempo,
intangible y traicionero,
cercando el espacio que me rodea
y haciendo de mi existencia un mero recuerdo.
Inequívoco mi pensamiento
se hunde ciegamente en un lago
emponzoñado de horas atravesando
sin piedad y atropelladamente
este frío cuerpo que se desvanece sin más.
Te percibo oliendo mi miedo
y arañando mis heridas.
Ay, tiempo, dame un instante para recomponerme
y llorar amargamente este dolor...
Te observo tras los cristales rotos de mi alma
y noto como te alejas, tiempo.
Y no sé si la huella de tu paso
por las páginas de mi vida
será suficiente para seguir.
Te veo, tiempo,
tras los cristales rotos de mi alma.
Antología VIII Ciclo “Versos en Al-Andalus” 2024
Calendario
Volví a los verdes prados
y a la tenue luz de los atardeceres.
Al calor de una hoguera improvisada.
Al sabor de un café recién hecho
y al olor a incienso en la alcoba,
aunque ahora ya no se percibía ese aroma.
A decir verdad... ya no olía a nada.
Volví a la calle olvidada.
Los recuerdos del ayer se habían confundido
con la ardiente arena del desierto.
Solo quedaba un espacio vacío.
No llegaba el eco de tu voz
ni me hacía vibrar aquella música lejana.
Dejé de creer en todo.
Ya no podía sentir nada.
La línea que traspasaste en mí
era tan oscura y delgada pero a la vez
tan inmensamente profunda
que la sentía atravesando mi alma
como si de una espada bien afilada se tratase.
Volví y volvería mil veces.
El mar, el campo y tú.
En mi mente y tras la línea,
sin ni siquiera rozarlos.
Volví a cruzar nuestra puerta
para darme cuenta que tras ella
solo la soledad y el silencio me esperaban.
Volveremos a vernos.
Tal vez el universo se apiade y me lleve junto a ti.
Aunque por el momento
deja que sea mi canción y estos versos
los que marquen el ritmo de las horas
sobre las que bailará mi tiempo
en el calendario caduco de mi destino.
Antología VIII Ciclo “Versos en Al-Andalus” 2024
A mi amor
Te amo.
Más allá
de todo lo imaginable.
Por encima
de cualquier contratiempo.
Con toda
la libertad de los sueños.
A través
de vivencias y momentos.
Te amo.
Más allá
del fin del horizonte,
donde el corazón y el verso
se hacen uno,
más allá del más allá.
Por encima
de mí misma,
donde las palabras hacen eco
en el infinito del universo.
Del poemario Lo que habita en el alma.
En el espejo
Mi yo frente al espejo.
A veces todo,
a veces nada.
A menudo simple,
casi siempre complicada.
Unos días grises,
otros arcoíris.
Mi yo en blanco y negro
frente al espejo.
El yin y el yang en mi rostro
entre el cielo y el infierno.
Del poemario Lo que habita en el alma.
Porque quiero contarte, compañero,
que al llegar la noche
y descansar el cuerpo,
mis pensamientos levantan el vuelo
y aunque intente dormir,
no puedo.
Porque quiero contarte, compañero,
que mi cama ruge en sueños.
Y entre mis sábanas,
que tiemblan de deseo,
siento que van cayendo sin remedio
las tímidas canas de mi pelo.
Que aunque amanece cada día,
ya no acierto a ver el cielo.
Que mis ojos
hace mucho quedaron ciegos
de tanto esperar por ver
acercarse tu sombra por el sendero.
Porque quiero decirte, compañero,
que mi vida se ancló en un te quiero,
que esperé de tus labios una
respuesta,
la misma que estoy segura,
se acabó ahogando entre tus miedos.
Que mi reloj se detuvo
justo en ese instante,
en el que todos mis sueños
se apagaron,
y desapareció para siempre
la sonrisa de mi semblante.
Porque quiero contarte, compañero,
que las capas de mi piel
ya se fueron desprendiendo,
que tras años de espera y delirio
mi alma ya no es tan bella,
y ya solo me queda la certeza
de que siempre amanece,
a pesar de la intensa niebla
que ahora me ensombrece.
Porque quiero decirte, compañero,
que por mi ventana, de vez en cuando,
aún entra, aunque perdido,
algún rayo de luz.
Que dejé mi puerta abierta
y el camino marcado,
vaya a ser que de andar por tantos
mundos,
hayas olvidado la senda a casa,
o tus pies...
hayan perdido el rumbo.
Porque quiero que sepas, compañero,
que cada noche
aún te busco en mis sueños,
y que cada día
veo tu silueta acercarse
allá a lo lejos,
donde se silencia el horizonte...
allá donde el mar
se funde en la distancia...
allá donde descansan los acordes
de esta vieja y desafinada guitarra.
Porque quiero contarte, compañero,
que aunque a veces decaiga,
y sienta que ya no volverá a salir el
sol,
y mis ojos ya no aguanten
el peso de tanta lágrima,
y a menudo,
me hunda en la desesperanza...
quiero decirte, amigo,
que todavía te espero.
Compañero del alma,
mi compañero.
Del poemario Lo que habita en el
alma.
Inma López es miembro de la Unión Nacional de Escritores de España.