En el espejo
Mi yo frente al espejo.
A veces todo,
a veces nada.
A menudo simple,
casi siempre complicada.
Unos días grises,
otros arcoíris.
Mi yo en blanco y negro
frente al espejo.
El yin y el yang en mi rostro
entre el cielo y el infierno.
Del poemario Lo que habita en el alma.
Porque quiero contarte, compañero,
que al llegar la noche
y descansar el cuerpo,
mis pensamientos levantan el vuelo
y aunque intente dormir,
no puedo.
Porque quiero contarte, compañero,
que mi cama ruge en sueños.
Y entre mis sábanas,
que tiemblan de deseo,
siento que van cayendo sin remedio
las tímidas canas de mi pelo.
Que aunque amanece cada día,
ya no acierto a ver el cielo.
Que mis ojos
hace mucho quedaron ciegos
de tanto esperar por ver
acercarse tu sombra por el sendero.
Porque quiero decirte, compañero,
que mi vida se ancló en un te quiero,
que esperé de tus labios una
respuesta,
la misma que estoy segura,
se acabó ahogando entre tus miedos.
Que mi reloj se detuvo
justo en ese instante,
en el que todos mis sueños
se apagaron,
y desapareció para siempre
la sonrisa de mi semblante.
Porque quiero contarte, compañero,
que las capas de mi piel
ya se fueron desprendiendo,
que tras años de espera y delirio
mi alma ya no es tan bella,
y ya solo me queda la certeza
de que siempre amanece,
a pesar de la intensa niebla
que ahora me ensombrece.
Porque quiero decirte, compañero,
que por mi ventana, de vez en cuando,
aún entra, aunque perdido,
algún rayo de luz.
Que dejé mi puerta abierta
y el camino marcado,
vaya a ser que de andar por tantos
mundos,
hayas olvidado la senda a casa,
o tus pies...
hayan perdido el rumbo.
Porque quiero que sepas, compañero,
que cada noche
aún te busco en mis sueños,
y que cada día
veo tu silueta acercarse
allá a lo lejos,
donde se silencia el horizonte...
allá donde el mar
se funde en la distancia...
allá donde descansan los acordes
de esta vieja y desafinada guitarra.
Porque quiero contarte, compañero,
que aunque a veces decaiga,
y sienta que ya no volverá a salir el
sol,
y mis ojos ya no aguanten
el peso de tanta lágrima,
y a menudo,
me hunda en la desesperanza...
quiero decirte, amigo,
que todavía te espero.
Compañero del alma,
mi compañero.
Del poemario Lo que habita en el
alma.
Inma López es miembro de la Unión Nacional de Escritores de España.