Santander, 1936
Álvaro Pombo
ANAGRAMA, 2023
Produce asombro que Álvaro Pombo (Santander, 1939) haya escrito una novela tan prodigiosa como Santander, 1936 pasados ya los ochenta años. No por falta de talento, pues siempre ha demostrado que es uno de los narradores más originales de la narrativa española, sino por la fuerza y la pasión juvenil con la que está escrita.
La novela aborda los últimos días de Álvaro Pombo Caller, tío carnal del autor, en el Santander de 1936. Son los días anteriores al alzamiento contra la República del Frente Popular en una ciudad de provincias, crisol donde se funden los enfrentamientos cainitas entre españoles. Alvarín es un muchacho que se deja llevar por el romanticismo que le promete Falange Española: unos ideales bellos y utópicos sobre una España que no existe, aderezados con la uniformidad y la marcialidad de un ejército joven de compañeros en la lucha. Contemplando la evolución de Alvarín está su padre, Cayo Pombo, un liberal agnóstico, admirador de la obra de Manuel Azaña y de la República. Cayo Pombo sufre el abandono de su mujer, la madre de Alvarín, mucho más joven que su marido: ha huido de la ciudad para cumplir sus sueños como diseñadora de moda en París. Desde allí, la madre escribe emocionadas cartas a Alvarín llenas de reproches a su marido, sin que a la postre logre convencer a su hijo para que se marche de Santander y huya del peligroso destino que se cierne sobre él.
Quizá no sea casualidad que el autor haya esperado tanto para escribir una historia familiar que latía en su interior desde el mismo instante de su nacimiento. Lleva el nombre de su tío muerto, asesinado a los diecinueve años en el interior de un barco prisión por milicianos exaltados al servicio de la República Española. Es una historia que requería reposo, una idea madurada durante toda una vida, sin lugar a duda. Lo que late en la novela es la historia de un ideal frente al horror de la realidad. La realidad de una España de odio y enfrentamiento que nunca ha dejado de existir, la pelea a garrotazos de Goya, «Las dos Españas» de Machado que hoy parecen volver a alzarse de nuevo, como entonces, dispuestas a helar el corazón. Alvarín es un romántico. A través de las conversaciones entre padre e hijo el lector lo va entendiendo. La Falange no es para Alvarito el grupo violento y fascista que incluye las pistolas en su forma de entender la política. La Falange es el bello ideal que le permite pensar en una España mejor, es la gloriosa y vivificante España que describen las palabras de su líder mesiánico, José Antonio. Y así, a sabiendas de que seguir ese ideal puede costarle la vida, Alvarito afronta la detención sin saber, sin imaginar siquiera, la muerte absurda y cruel que le espera. Cayo Pombo representa la mirada del hombre mayor que ve como los veranos monárquicos se acaban, cómo los ideales de renovación de la República se ven rápidamente superados por la ola de odio del totalitarismo de todo signo que invade Europa entera. Frente a este hombre mayor, que no comprende el inexorable rodillo de esas fuerzas que se precipitan sobre España, se alzan nuevas formas de entender el mundo, como las de su mujer, que huye de un infeliz destino provinciano para hacer realidad sus sueños. En la rebeldía de la madre hay una pulsión del mundo moderno, con sus hipocresías y egoísmo, frente a un mundo antiguo que entra en absoluta decadencia. Esas fuerzas, que van a precipitar en el abismo el mundo de Cayo Pombo, se perciben como descontroladas, frente a las cuáles, aún a sabiendas de su inexorable maldad, se encuentra inerme. Las súplicas que hace Cayo Pombo al comisario republicano para que libere a su hijo suponen el encuentro de dos mundos: uno que muere, el del los viejos ideales del honor y los buenos modales y otro que comienza, el del odio, el de las armas, el que desprecia el honor como propio de un mundo burgués que hay que destruir a toda costa. El rencor del antiguo dependiente de comercio convertido en todopoderoso comisario, el odio producto de la envidia por el que vale más, por el que es mejor, es lo que lleva a la muerte a Alvarín. Es un niño con ideales antiguos, románticos, de un mundo anterior a él, aquel en el que le han enseñado a vivir. Alvarín es víctima por no entender la capacidad del odio para destruir lo bueno y lo hermoso.
Álvaro Pombo tenía que escribir esta novela: para encontrar paz, sosiego, por un capítulo trágico de su historia familiar. No solo lo consigue. Escribe una de sus mejores novelas que nos recuerda, que nos advierte…
Manuel Ángel Morales Escudero