Jorge Castro Patricio, poemas

Luna o paraíso

La Luna o el paraíso.

Sonaba

"One Day in your life".

Sonreía,

esa canción encerraba

decenas de momentos misceláneos

acurrucados a la durmiente vigilia,

persiguiendo

esos amielados ojos

henchidos de arena.

Viajaba,

enmudeciendo el camino

de los celos hacia la desconfianza.

Ausencia,

jamás la anhelarías,

nunca supe

que entre tu y yo

tan solo habría

una noche de Luna o Paraíso.

Ilustraba embelesado

enredarme en tu pelo,

mientras

se iluminaban Luceros

mecidos

en el ocaso de tu despertar.

¡Boom boom, boom boom!

Amaré a corazón abierto,

embobado anocheceré

en la orilla de tu pecho.

Sanaré tus heridas,

mías también son.

Querer y amar

nacen de la misma raíz,

juro no incumplir la promesa

hoy escrita,

enamorarse o salir huyendo

es una opción,

la mía, no.

Quebraré

todas y cada una

de las leyendas

que auguran

que en el amor

sólo es verídico

elegir Luna o Paraíso.

No habrá más ficción,

serás música y latido

ornamentando

en un solo corazón.


Blanca luna

Un millar

de promesas desvalidas

acompasaban

tus envenenadas

tardes de octubre.

Jugábamos a jugar

a un juego

en el que no quería participar,

desfigurando

lo que nunca pude ocultar,

sentimientos

abarrotados

de nobleza y

lealtad.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                       

Nunca supe jurarte

otra cosa

que no fuera darte amor,

es lo que sentía,

es lo que siento,

solo sé amarte,

es lo único que he aprendido

en toda mi vida.

 

Cuando te miro,

no me miras,

y

si lo haces,

tus labios callan,

todo acaba en un adiós.

 

Ya me he ido,

con mis notas

de lamento,

a una llanura desierta,

a abrazarme,

pusilánime,

a orillas de un poema

que nunca leerás.

 

Escribo cartas

para no mancillar

el brillo resplandeciente

que blanco puro

cubre a la luna,

no osaré a sollozar,

mis lágrimas

no son dignas

 

de rozar su

honesto y prosélito corazón.

Luna, mi Luna,

postras tu sonrisa

junto al reloj hiriente,

sepultado entre

oscuras y traicioneras

horas de la noche.

Estoy atado,

teñido de manchas,

cada vez

que emergen

las hienas

en el crepitar

de mis ojos.

Otra vez,

una más,

empuño la pluma,

mancharé papel

de sucia tinta

en unos versos

que declaman

lo imposible que será,

volver a reír

bajo la lluvia.


Jorge Castro Patricio es miembro de la Unión Nacional de Escritores de España.