Paloma Fernández Gomá
José Luis Cano García de la Torre nació en Algeciras un 28 de diciembre de 1911 en la calle Regino Martínez nº 33, también conocida como calle Ancha; aunque en realidad el verdadero nombre era y sigue siendo calle de Regino Martínez, debido al gran violinista algecireño, descubierto por el conocido Sarasate, que lo llevó hasta Paris, donde se hizo famoso. Su casa estaba pegada a la de José Luis Cano. Y según cuenta el propio José Luis Cano: “al anochecer podíamos oír, a través del tabique de mi cuarto el sonido puro de su violín, que a veces se escuchaba hasta altas horas de la noche”. Así aparece escrito en su libro Los Cuadernos de Adrián Dale (memorias y relecturas). Donde en nota previa aclara el autor, José Luis Cano, que el nombre de Adrián Dale que figura en el título del libro, fue un seudónimo que utilizó en los primeros años de la posguerra española, ante el temor de problemas con la censura. Apareció este seudónimo principalmente en la revista Corcel que se publicó en Valencia en el año 1942, dirigida por Gerardo Blasco y animada por otros escritores como José Luis Hidalgo, José Hierro, Jorge Campos y Vicente Gaos.
Este libro Los Cuadernos de Adrián Dale encierra para mí un especial recuerdo de afectividad, pues me lo envió José Luis Cano, después de una conversación telefónica, donde me habló del especial cariño con el que escribió estas memorias que hablaban de un tiempo vivido en Algeciras y de recuerdos de juventud.
Por aquel entonces José Luis Cano, ya mayor, tenía cierta dificultad para escribir y no pudo dedicarme el libro. Pero sí tengo de él anteriores cartas que guardo con extremo afecto.
Licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras, vivió en Madrid dirigiendo durante más de veinte años la colección Adonais, que había fundado en el año 1943 junto a Juan Guerrero.
Fue secretario y crítico literario de la revista Ínsula, autor de diversas antologías y biógrafo de Federico García Lorca y Antonio Machado.
Ensayista y autor de varios libros de crítica literaria, dedicó gran parte de su tiempo a la defensa de la calidad en la poesía.
Fue traductor de poesía inglesa y francesa, conferenciante en universidades europeas y colaborador habitual de revistas hispanoamericanas.
Como poeta nos dejó una obra llena de profunda belleza. Entre sus libros más significativos tenemos:
Sonetos de la Bahía, 1942.
Voz de la muerte, 1945.
Las alas perseguidas, 1946.
Otoño en Málaga y otros poemas, 1955.
Luz de tiempo, 1962.
Poesía , 1964.
Sus poesías completas fueron publicadas por Plaza y Janés en el año 1986. El libro José Luis Cano Poesía Completa, edición de Alejandro Sanz y prólogo de Leopoldo de Luis fue publicado por la Fundación Municipal de Cultura “ José Luis Cano” en el año 2001.
Entre las antologías que estuvieron a cargo de nuestro autor figuran:
Antología de la Nueva Poesía Española, Poetas Andaluces Contemporáneos, Lírica de Hoy y Antología de los Poetas del 27. Entre sus libros de crítica y ensayo destacan Poesía Española del Siglo XX, El escritor y su aventura, La Poesía de la Generación del 27 , Heterodoxos y Prerrománticos y Los Cuadernos de Velintonia.
Fue Miembro de Honor de la Hispanic Society de Nueva York y de la Junta del Centro de Estudios de la Generación del 27.
Con su memoria y criterio literario consiguió defender la calidad de la poesía de la Generación del 27 y con ello toda la cultura anterior a la guerra civil.
Convivió con Vicente Aleixandre . Fruto de sus visitas a la casa de Aleixandre es su libro Los Cuadernos de Velintonia. José Luis Cano nos dice textualmente: “ Debo de advertir al posible lector de estos Cuadernos de Velintonia que no he pretendido con ellos escribir un diario ni unas memorias. Se trata de sólo de unas apuntaciones tomadas la mayoría de ellas de mis charlas con Vicente Aleixandre en su casa de Velintonia 3, a lo largo de más de treinta años, casi toda una vida de amistad. Mi primer encuentro con el poeta fue en el año 1929, en Málaga con ocasión de una visita de Aleixandre a la ciudad para conocer a sus amigos Emilio Prados y Manuel Altolaguirre , que el año anterior le habían publicado su primer libro Ámbito “.
También convivió con Cernuda y Neruda en el Madrid de los años 30.
Nunca pudo olvidar la cultura de este periodo y a ella dedicó parte de su vida: publicó una antología de estos poetas. No sólo estudió la Generación del 27, también fue un estudioso de la poesía posterior, uno de los impulsores de la lírica andaluza y uno de los máximos defensores de la libertad del creador frente a las imposiciones de la moda o el poder. Como muestra de su visión de la poesía actual está el ejemplo de la colección Adonais , que se convirtió en un referente de la poesía contemporánea y el Premio Adonais en uno de los más destacados.
José Luis Cano fue también un poeta neorromántico con una obra de gran belleza y exquisito gusto, llena de delicadeza y profundidad.
Fundó la revista Ínsula en el año 1947 con Enrique Canito. Dirigió esta publicación hasta los años 80 en que fue destituido. José Luis Cano siempre guardó absoluto silencio apartándose de banalidades literarias.
Fue lector de Lawrence,. Thomas Man, Lautrémount, Axel Munthe, James Joyce, Rimbaud. Poseyó desde su adolescencia una gran pasión por la lectura.
Conoció durante los años juveniles vividos en Málaga a Emilio Prados, Manuel Altolaguirre, José María Souviron, José María Hinojosa, grupo de poetas malagueños que eran la vanguardia y hacían la revista Litoral, representantes de una nueva poesía cercana al surrealismo, que se separaba de las formas y modos poéticos del modernismo que representaba el ya anciano poeta Salvador Rueda, que animaba con sus palabras a los jóvenes poetas de Litoral, que iban a visitarle a su pequeña casa de Gibralfaro, situada en la Alcazaba malagueña.
Fue en Málaga donde un joven José Luis Cano de dieciséis años conoció a Federico García Lorca, Emilio Prados se lo presentó:
“ Federico García Lorca...Adrián Dale , poetilla” estas fueron las palabras de Prados, pues llamaba siempre poetillas con cariño de hermano mayor a los jóvenes que daban sus primeros pasos en la poesía. Aquel día fue inolvidable para José Luis Cano, según cuenta en sus memorias: Era mediodía, tomaron un taxi y se fueron a un merendero de El Palo, junto al mar.
También conoció a Salvador Dalí y a Gala, fue junto a Emilio Prados y otros poetas “ poetillas”, entre ellos Darío Carmona a visitarlos en su casa marinera de Torremolinos, en la primavera de 1930.
Escribe José Luis Cano:
“ Con la vista puesta en el Peñón, he pensado sin esperanza. La roca inglesa y andaluza se cubre de un tinte malva de pálidos reflejos amarillos. Entonces uno comprende que su destino está quizá fuera del mapa azul, acaso bajo la tierra verde del Acebuchal Alto, o a flor de agua, en medio de la cloaca provinciana, bajo las nubes pardas del otoño. ¡ Andalucía, amada mía, renace bajo un cielo griego y nevado, del seno latino del Peñón verde y rosa que a tus píes yace! “
El Peñón de Gibraltar frente a la Bahía de Algeciras es hermosa imagen que abraza los años juveniles de José Luis Cano junto a su amor, Yaya, origen de algunos de sus poemas y cierne la angustia de sus meses de cautiverio en el cuartel de Escopeteros , ya desaparecido, durante el verano de 1936.
Conocí personalmente a José Luis Cano en un acto literario celebrado en el palacete de la Mancomunidad de Municipios del Campo de Gibraltar. Después hubo una copa y allí pude hablar con él. Un persona afable, sencilla y muy comunicativa. Me contó una anécdota que viene a subrayar el dicho de que nadie es profeta en su tierra. Cuando publicó sus Sonetos de la Bahía en el año 1942, de aquella edición de autor dejó unos cuantos ejemplares, entre cinco o seis, en una conocida librería del centro de Algeciras, no recuerdo bien si era en la calle Convento, perdonen mi falta de precisión, pero algunos de los lectores quizá sepan a qué librería me refiero. Pasados unos dos o tres años volvió José Luis Cano por Algeciras y fue a dicha librería para recoger los libros no vendidos y cuál fue su sorpresa al comprobar que no había sido vendido ningún ejemplar.
Los sonetos dedicados a la Bahía son verdaderamente hermosos y muy destacados en la obra de José Luis Cano, al que la poesía y la literatura españolas le deben mucho.
Es mi deseo citar algunos de estos sonetos, los titulados Mar de la Bahía y Yaya.
MAR DE LA BAHÍA
¡ Oh nacarado mar, oh tentador
trasmundo delicado en que me anego
por escapar de este terreno fuego
que devora mis pulsos, invasor!
Luciente paraíso cegador,
surcan mis alas tu ámbar en sosiego,
y ebrio voy por tus ondas, como un ciego,
sumido en tu impasible resplandor.
¡Oh , serena deidad, qué fulgurante
luz en tu seno cerca mi desnudo
y transparentemente lo ilumina!
¡Y qué mágico éxtasis radiante
me sume, al vuelo enamorado y mudo,
tu inmarcesible gloria submarina!
YAYA
Ya no suena tu voz por los pinares
que en otro tiempo aroma y sombra dieron
a tu melancolía, y conocieron
la fina soledad de tus pesares.
No te escucharán más los olivares
que al alba en tu mirada azul se vieron,
y que tan dulcemente transmitieron
el eco matinal de tus cantares.
Ni ya te oirán, alegres, los chaveas
del Rinconcillo amargo, cuando dabas
tu jubiloso grito a la bahía,
ahora que sueñas bajo el mar que amabas,
mecida al viejo son de sus mareas
en esta playa que agoniza fría.
José Cano me decía que aunque vivía en Madrid iba a pasar los veranos a Málaga para ver a su nieto al que adoraba. También me habló del mucho cariño que tenía a la ciudad de Algeciras y los gratos recuerdos que le inspiraban las playas del Rinconcillo y Los Ladrillos, ésta última hoy en día desparecida. Fue una conversación distendida en la que los buenos momentos fueron revividos. De aquel encuentro nació una amistad y un intercambio de correspondencia. Todavía conservo el poema que le envié a José Luis Cano cuando le concedieron el Premio Góngora, así como su carta posterior.
El poema era este:
ALGECIRAS
Para José Luis Cano
Bahía soñadora de reflejos
por calles donde la maroma y la brea
en otoños de nostalgia
envolvieron las aguas,
para ser gaviota de extensas alas
anidando tierra adentro.
Dorada arena aquella, la del Rinconcillo,
solitaria de sonetos
que ideara José Luis Cano
en sus plácidas tardes de conchas
y adolescencia.
Azulejería de ocres y añiles
sobrevuelan palomas marineras
que al aliento verde de naranjos
escuchan de los barcos las sirenas
arribando al puerto.
Pasado un tiempo y debido a su avanzado edad, cada día le costaba más trabajo escribir.
Después nos dejó en Madrid en el año 1999, para no marcharse nunca del todo, pues nos ha dejado un legado cultural y literario de inmensa riqueza. Es un honor y un orgullo para todos los algecireños contar con tan ilustre escritor. En el año 1988 el Ayuntamiento de Algeciras creó La Fundación Cultural José Luis Cano, hoy extinta.
También fue nombrado Hijo Predilecto de Algeciras por el Ayuntamiento de la ciudad en el año 1998.
Deseo manifestar con estas palabras mi reconocimiento al insigne escritor, poeta, ensayista y crítico literario José Luis Cano.
