José Luis García Clavero, poemas

 

La taberna

                                      El cáliz de dorado vino en sus dedos blancos,/

                                      era un narciso amarillo enun búcaro de plata.

                                                         Al Ramadi (S. XI)

 

Estremecen tus ojos de gacela

allí donde los pámpanos,

silenciadas las horas de la tarde,

se hacen caldo en perfume de barricas

y muere y vive el tiempo,

esa fuente, santuario del deseo,

bajo el toldo en la humedad de unos labios,

perdidos y salvados

en la aljama, libando

el zumo oro amarillo

que venencia este ágora y mentidero,

y me arrastra a orillas de tu cuerpo,

naufrago, por fin, en el laberinto.


(Del Poemario Tierra).


El río de la vida 

Nací un día cualquiera del agosto tardío

en una estrecha y ceñida calle del barrio bajo,

cercana a la ensoñación vaporosa del río,

la luz difusa a los pies húmedos de la higuera

y al granado de las huertas en pleno estío.

Crecí en tu orilla los pies desnudos,

encarando con inconsciencia y alegría infantil,

tus sorpresivas riadas, fieras acometidas,

cincel nocturno, esmeril que alfombraba los campos,

y la vega feraz henchida de leones ibéricos.

Descubrí en tus sendas el rumor de la fontana,

diadema primorosa cortejando de sombras

la fresca alameda, y la fragancia de las flores

acariciar la tibia piel de la muchacha

adolescente de liviana figura, puro

escorzo, mariposa encantada, huella diáfana

que sobrevuela entre azudas las norias del tiempo

en el sur insondable, en el sur más profundo.

 

(Del poemario Hilos de luz)


Ave Fénix

(Del poemario Ulises desnudo)

Berlín, desnudo cielo tras el martirio,

cruce de caminos, gloria e infierno

en abrazo, sublime caja de Pandora

de la condición humana, terrible don

perecedero, imposible pesadilla,

mueca, herida, huella, extraña belleza,

espejismo, tras las fanfarrias triunfales

la tragedia engarzada trabada a tus pies.

Tu historia, la historia, grapada, cosida

en carne viva, muros de la derrota,

costurones, bajorrelieves de un siglo,

haz y envés, fuego y azufre, despojado

delirio en el vacío de millones de ojos,

franjas moradas de dolor; destrucción.

 

Berlín, savia viva que emerge al crudo invierno,

ave fénix en el corazón de Europa,

siempre habrá primavera a las noches negras;

ciudad excesiva, intensa sinfonía

placentera, días estivales que alumbran

de alegría la plenitud de las cuatro

estaciones; Avenida de los Tilos

donde el viento húmedo orea de topacios

y esperanza el estío; cuando tus ríos

cercanos trazan siluetas

desvaídas

en aguas violáceas, y los cuerpos

se liberan de ataduras, de hojarascas…


José Luis García Clavero es miembro de la Unión Nacional de Escritores de España.