Por si acaso poeta
(D.E.P.)
El rostro invisible fascista,
sigue presuntamente actuando,
de forma más solapada,
para no levantar sospechas,
que nos controla y acorrala,
por nuestra constante lucha,
reivindicando a través de la palabra,
una sociedad mejor y más justa.
Estando el ambiente tan crispado,
en este Estado Federal encubierto,
de esta democrática España ‘cañí’,
Federico García Lorca,
que mucho miedo me da,
porque me recuerda bastante,
el año de tu vil asesinato
y el de tantos otros,
en el que os quitaron la vida,
pero nunca la voz,
al estar más viva que nunca,
tras remataros en los muros
de los cementerios o en descampados,
no respetando los esenciales derechos,
de las personas de bien y civilizadas.
Siendo yo, hoy, carne de cuneta,
y por si acaso poeta D.E.P.
Van y vienen
Van y vienen,
vienen y van,
las olas del mar.
La libertad y el presidio,
el alba y el ocaso,
las guerras y la paz.
Van y vienen,
vienen y van,
las olas del mar.
La riqueza y la pobreza,
la verdad y las mentiras,
el amor y la soledad.
Van y vienen,
vienen y van,
las olas del mar.
La brisa y el fuego,
la luz y las tinieblas,
los sueños y la realidad.
Van y vienen,
vienen y van…
No a los exterminios
Tus alas por los cielos,
las mías por la tierra,
paloma blanca de mis versos,
paloma blanca de mis poemas,
con el caudal de tus ríos,
y con la sequía de mis desiertos.
Gritos de desesperanza,
al oír los bombardeos,
de las guerras químicas modernas,
inyectando intravenosamente la muerte,
con un jeringazo en el brazo,
con un jeringazo en los glúteos,
sigilosamente sin despertar sospechas,
las sombras oscuras poderosas,
hacia nuestro porvenir incierto.
No a los exterminios.
Paz en la tierra.
Respeten y cuiden a la población,
especialmente a las personas mayores,
de cualquier clase de pandemia.
Porque labraron los surcos,
por el bienestar social y concordia,
por donde vosotros campáis,
con vuestras anchas espaldas,
inútiles y corruptos políticos
de cualquier país del mundo.
Imbuida por un todo,
el verbo conjugó,
la alquimia de nuestros jugos,
al circundar desenfrenada,
sin parada en el trayecto,
los raíles de mi yunque,
saciándome sin descanso,
con la combustión del fuego,
que provocaste en el caudal,
de tu discurrir en mis surcos,
avivando los amaneceres,
de la piel de mis ascuas,
a la intemperie y sin resguardo.
Y, ante tanto furor,
las cancelas de nuestros poros,
se abrieron de par en par,
accediendo nuestras cimas,
cuando mi crepúsculo rugía,
mientras plácidamente dormía,
en lluvias de estrellas,
resbalando acompasadas,
por la comisura de mis sueños,
degustando, sorbo a sorbo,
tu gemir desgobernado.
Fotografía del autor realizada por Juan Moya.
José Salguero Duarte es miembro de honor de la Unión Nacional de Escritores de España.