Paloma Juan
Fragmento rescatado del capítulo XVI de la novela de mismo nombre de la autora
Carta del teniente Cristóbal Guzmán Perales a Dulce Chevalier Borredá
El Nicho (Cienfuegos, Cuba) 1 de febrero de 1898
Estimada Dulce:
No sé si procedo correctamente escribiéndote esta misiva, pues dos dudas me lo impedían, tu condición de prometida y no gozar del permiso de tu abuelo para dedicarte estas líneas. Esto era lo que, hasta ahora y después de estos días separados, me han hecho vacilar a tomar la pluma. Pero debo reconocer que en estas circunstancias me ha podido más la fuerza del corazón que la razón de la mente.
Anoche dimos caza al causante de tu agravio. Hallado el escondite de los insurgentes, nuestro batallón solo tuvo que esperar a la noche para que la sorpresa fuera nuestra principal aliada. Irrumpimos como el trueno anuncia la tormenta. Todos dormían con sus machetes asidos a sus manos y es por ello que, a pesar de la sorpresa, no nos libramos de una angustiosa pelea. Yo me dirigí de inmediato al cabecilla. Antes de traspasar la cortina de agua, y conocedor de la disposición en aquel interior, busqué aquella hamaca que lo destacaba sobre el resto y mantuve larga refriega con él. Su machete amenazó con cortarme en varias ocasiones y mi rabia contenida durante todo el camino supo salir a flote para defenderme cuando detenía los brazos que furiosamente empuñaban aquel afilado arma. Me asombré de la fuerza que aún mantenía hombre de tan madura edad. Varias veces caíamos juntos al suelo y, gracias a aquella herida en el hombro que le ocasioné el año pasado en la batalla de Sancti Spiritus, pude hacerme con la victoria y apresarlo. Le arranqué el machete de sus temerarias manos y, atadas estas a su espalda, lo lleve hasta donde todos los insurrectos ya permanecían apresados. Yo mismo lo escolté hasta el calabozo de Fomento donde permanece apresado a merced de las autoridades militares. Se niega a testificar pues hallamos en su poder tan solo una de las sacas del dinero del rescate y no desea desvelar que ha sido de la otra saca que contenía los restantes cinco mil pesos. Parece ser que tiene un compinche de cuya identidad ya he sido informado por el sargento Mascarós. No quiero aburrirte con los detalles de la refriega, pero solo te diré que nuestra fue la victoria y sufrimos muy pocas bajas, aunque todas ellas de igual importancia que de haber sido numerosas. Valerosos hombres dejan cada día sus vidas a merced de esta guerra que ya deseamos que termine por que no parece llegar a ningún sitio, pues no hay avance alguno en ella. Los insurrectos persisten en alcanzar su independencia y los batallones venidos de la península anidan esta isla de cadáveres que han sucumbido a un clima que no los quiere.
Esta misma tarde, tras el rancho, tenemos previsto comenzar el regreso hacia Trinidad. Me han vuelto a destinar al Valle de los Ingenios por lo que no puedo estar más dichoso por tener tan cercano nuestro próximo reencuentro. Espero que hayas podido descansar y recuperarte de todas las emociones acaecidas derivadas de los últimos acontecimientos.
Se despide tu devoto servidor.
Cristóbal
Paloma Juan es miembro de la Unión Nacional de Escritores de España.
