La visita

Colaboración de Ricardo Asín Peral

La piedra estaba sucia y las flores marchitas. El polvo había rellenado las letras grabadas. La limpió y se sentó frente a ella.

— Papa ha insistido en que baje para decírtelo. Le he dicho que no te haría gracia. Casi llora. Estaba tan ilusionado como cuando ganó la liga el Zaragoza. Ese año fue increíble. Y este también — saca una llave y grava una tercera marca en la esquina superior derecha — Por fin lo he terminado. Me ha costado pero al menos lo vistes empezar. Encima estoy nominado al Premio Estrella. Aunque aquello siempre te pareció un fraude. Te echo de menos. Mucho. Papá me dice que venga cada vez que estoy aquí. Siento no hacerlo a menudo, pero no paro. Nos hemos mudado, otra vez. Viviremos en Toronto. Por un tiempo. La tata te manda besos. Acaba de adoptar al tercer perrito. Ahora que puede aprovecha. E insiste en que te hubiera gustado tener al primero dando mal en casa. Está enfermo el pobre. Cáncer. Irónico ¿verdad?

Dijo la veterinaria que se pondría bien. A la tata se iluminó la mirada, pero la veterinaria puso la misma cara que el doctor cuando nos dijo lo tuyo. Papa sigue a lo suyo. Pesca, duerme y pasea. No ha cambiado la ruta. Bueno, ya no para en la tienda que te gustaba. He visto a los de la peña. No ha cambiado nada. Solo dos se han casado. ¿Adivina quien? Esteban con Laura y Paula con Andrea. También he visto a Patricia, quería acompañarme. Le dije que no. Jairo sigue en La Tabernica, igual que vuestras fotos. La de vuestro viaje a Madrid sigue presidiendo el muro. Junto con la rueda del Seiscientos. Nosotros nos cambiamos de coche. El de tres puertas ya no nos vale. ¡Por cierto!Dale recuerdos a la yaya. Se pondrá de los nervios si no evitas mencionar el coche. Echamos de menos el olor de su cocina. ¡Ah se me olvidaba! La tía ha conseguido reabrir la peluquería. La resolución final salió hace dos semanas. El idiota ese se ha conseguido llevar la hora y una palmada en la espalda. Suerte no fuera una paliza, como se merece. Si siguieras aquí ahora mismo me estarías gritando...— saca el paquete del bolsillo de la camisa y se enciende uno — No, no lo he dejado todavía. Tranquila, me gritará Susan cuando llegue a casa, encima no llevo el frasco pequeño de colonia... En cuanto esté girando la llave de la puerta lo olerá. La quiero mucho. Les quiero mucho — se lo termina y su zapato italiano derecho lo apaga en el cemento — Y eso. Todos estamos bien, creo. Pero ojalá pudieras verlo, Mamá. Se parece a mi.

Ricardo Asín Peral es miembro de la Unión Nacional de Escritores de España.