Lenguaje y acción

 

(Reflexión sobre la película de Jean-Luc Godard Adiós al leguaje, 2014).

La teoría sigue de moda.

Hablar de otras realidades de manera superficial, de qué o quién las produce, ha sido la casuística hasta hoy… No gusta ahondar demasiado en el caso: quizás porque sería perderse en el cúmulo indescifrable de las especulaciones infinitas. O por falta de verdadero conocimiento sobre ello. Es más importante y elocuente tratar el tema de para qué sirven y el por qué se sirven solidificadas (las substantividades), como entrecot bien hecho. Resulta que existe una historia de trasfondo de la realidad palpable que bien puede ayudar a dilucidar el misterio de la ocurrencia de las cosas.

Jean-Luc Godard, el genial cineasta francés anticipaba en su nueva película -Adiós al lenguaje- los cambios que se nos avecinan: abomina claramente de lo de siempre, fiel a su trayectoria artística, y aboga por la fuerza revolucionaria de los signos. Advierte sobre la posibilidad de nuevas variaciones en el paradigma de la conciencia debido a la permeable simbología del lenguaje, lenguaje que escasea en su último trabajo. Viene a recalcar la interrelación que existe en/entre todas las facetas de la vida, priorizando para significarlas la expresión gestual del ánimo; aunque bastante congelada.

¿Repeler lo de siempre, ese tiempo único y repetitivo? ¿Esclarecer con los signos descifrables la videncia del porvenir? ¿Alumbrar la obscuridad de la tramoya? ¿Es esa la tarea?, según lo vaticina Godard.

¿El impulso de la aventura? ¿Ese lenguaje que designa las cosas para simplificarlas, pero obediente al poder oculto de lo irracional? ¿Los signos que no se desenmascaran, al expresar sus intenciones desleídas y oblicuas?

Con el lenguaje va a ocurrir algo –asevera JLG. O, tal vez, no pase de una intuición que se puede disfrazar, y no sin violencia implícita.

José Luis Benítez Sánchez

El autor es delegado permanente en Alemania de la Unión Nacional de Escritores de España.