El rostro del espejo
En un laberinto de espejos rotos,
donde el eco del tiempo se desvanece,
vaga la poeta, de sueños ignotos,
buscando la palabra que florece.
No es tinta ni papel su herramienta,
sino el palpitar de un corazón desnudo;
cada reflejo, una historia que inventa,
un verso que del alma es un preludio.
Los espejos, fragmentos de la vida,
revelan mundos que jamás existieron;
la poeta, con su alma dividida,
une los pedazos que se perdieron.
No busca aplausos ni la gloria efímera,
sino el instante puro de la creación,
donde la palabra, cual luz quimérica,
desvela el misterio de la encarnación.
En cada espejo, un rostro diferente,
un poema que nunca se ha escrito;
la poeta, eterna transeúnte,
en el laberinto de espejos encuentra su infinito.
