Réquiem del exilio
Porque todas las rosas no son blancas
escribo en el bordillo de la acera
las voces de los pasos que se alejan
con versos que se borran en la lluvia.
Porque la luz y el eco de la calle
no son negros, ni blancos ni azucenas,
se enquistan en el borde de las piedras
y acojo de la lluvia el sufrimiento.
Ni el eco del bordillo ni las rosas
relucen los zapatos que caminan
mojados con la lluvia del esfuerzo
y su sudor no es blanco sino negro.
Porque blanca es la voz de un niño muerto
en la playa sin nombre del exilio;
porque negra es la noche de la guerra
y la guerra es la noche en el olvido.
Porque es duro el bordillo y su rencor.
Y las bombas se venden a menores.
Y las rosas son blancas e indefensas.
Porque es negra la rosa del fusil.
La lluvia es el sudor de los zapatos
de tanta rosa pura que no es blanca
y se pierde en la noche de ser nadie
y nadie es la metralla sin amor.
Porque Nadie es la luz de un ser efímero
asustado en el miedo del bordillo
del verso de la rosa en su voz blanca
esperando un camino hacia el océano.
Y el agua es la ruleta de la lluvia
en el pretil sin luz de la esperanza.