Colaboración de Olga Ruiz Trinidad
Me aferro a la vida y a su belleza secreta.
Me sujeto a lo estético, al gusto por lo esencial y su crecer filosófico, al placer de desaprender-me en un cuento, una risa o un buen sueño.
Me agarro a la vida: me hundo en la tierra, me lleno de savia, me enraízo fértil enero, rebroto primaveras y me podo y me venzo en los otoños espejo. (He hecho cosas que no creeríais...)
Me sumo al enigma de los órficos y perseos, a la aventura de vivir sin miedo, sin prisa, con una mitad mirada persona y otra mitad paisaje mirado.
Me anudo como loca, como enferma, también, así me nombréis, (tampoco importan mucho las etiquetas), a la sabia, increíble, intelectual metamorfosis. al misterio trasformador de lo mutante y de lo cotidiano, a la esencia de lo que es y de lo que existe.
Me uno al amor expansivo que se abre a cada instante. ¡Calla! Atiende, escucha. Nos habla despacio, bajito: acaba de nacer una hormiga. ¡Fascinante!
Me abrazo a las caricias, al llanto del neonato, a la madre exhausta, al parecer laborioso, a la construcción de susurros verdad, besos azules, fondos antiguos y a la felicidad de un instante.
Sin olvidarme, ya veis, de la crueldad e insistencia del tiempo que hace tan bien su trabajo devastando lenta e imperceptiblemente lo que un día fue belleza.
"Quien conserva la capacidad de ver la belleza, no envejece". Franz Kafka
Me aferro a la vida y a su belleza secreta.
Me sujeto a lo estético, al gusto por lo esencial y su crecer filosófico, al placer de desaprender-me en un cuento, una risa o un buen sueño.
Me agarro a la vida: me hundo en la tierra, me lleno de savia, me enraízo fértil enero, rebroto primaveras y me podo y me venzo en los otoños espejo. (He hecho cosas que no creeríais...)
Me sumo al enigma de los órficos y perseos, a la aventura de vivir sin miedo, sin prisa, con una mitad mirada persona y otra mitad paisaje mirado.
Me anudo como loca, como enferma, también, así me nombréis, (tampoco importan mucho las etiquetas), a la sabia, increíble, intelectual metamorfosis. al misterio trasformador de lo mutante y de lo cotidiano, a la esencia de lo que es y de lo que existe.
Me uno al amor expansivo que se abre a cada instante. ¡Calla! Atiende, escucha. Nos habla despacio, bajito: acaba de nacer una hormiga. ¡Fascinante!
Me abrazo a las caricias, al llanto del neonato, a la madre exhausta, al parecer laborioso, a la construcción de susurros verdad, besos azules, fondos antiguos y a la felicidad de un instante.
Sin olvidarme, ya veis, de la crueldad e insistencia del tiempo que hace tan bien su trabajo devastando lenta e imperceptiblemente lo que un día fue belleza.
Aun así, con todas mis ganas, con todas mis fuerzas,
con todo mi yo arrogante, me aferro a la vida y a su belleza secreta.