Manuel Ángel Morales Escudero: “La poesía para mí es un acto inmediato”


Edita Fernández García

Sabemos de Manuel Ángel Morales Escudero (a modo de resumen de su amplio bagaje), que es Licenciado y Doctor en Derecho. Catedrático de Educación Secundaria, crítico literario, colaborador en la Nueva Crónica. Gestor cultural que colabora precisamente en la organización de diversos actos relacionados con la cultura y la crítica literaria. Receptor de diversos premios, tanto en poesía como ensayo y narrativa, pero antes de entrar en su obra y premios, desearía saber si hay algo de su vida, sus anhelos, sus sueños, que no le hayan preguntado nunca y quiera compartirnos. Esa pregunta que le gustaría que le hicieran y nunca surge. Queremos conocerle un poco más:

-¿Cómo llegó Manuel Ángel niño  a ser lo que es hoy en día? ¿Qué recuerdos felices tiene de su infancia?

Realmente, así, no lo sé. Sí que puedo decir cómo empieza mi vocación, pero, ¿una pregunta que nunca me hayan hecho? pues esa podría ser: ¿cómo era Manuel niño? Eso es al final la historia de toda persona, y la historia de todo escritor está en su infancia. A mí me marcó mucho el hecho de que mi padre (trabajaba en Endesa)  se trasladara, y el salir de aquí, de Ponferrada, siendo muy niño, (estudiaba en el Colegio de las Alemanas) a Puentes de García Rodríguez, que era por aquel entonces un pueblo muy pequeñito y muy entrañable de Galicia, de esos que ya no se ven, donde la gente llevaba piernas y brazos de cera a la iglesia; donde fui monaguillo y estuve en entierros de esos gallegos en unas Ermitas muy antiguas, y tocábamos a muerto y aprendí los diferentes toques de campana… y viví en un pueblo donde éramos libres, porque antes los niños éramos libres y jugábamos y peleábamos y no teníamos esa vigilancia de los padres de hoy en día. Nosotros solucionábamos nuestros problemas y lo que menos queríamos es que los padres se metieran. Era una infancia auténtica, de verdad. Para mí, libre absolutamente. Igual te metías en un rio, que pisabas un charco, como explorabas una cueva, como ibas a las fragas (varios tipos de bosque) de Galicia, y esa sensación de libertad, y sobre todo de estar en un pueblo perdido que luego fue creciendo, pero se vivía en un ambiente creo que ancestral. Esa libertad me marcó mucho.

Aunque entonces no escribía, yo empecé a escribir en la EGB. Mi primera redacción digamos, que tuvo cierto éxito (sonríe), fue con la muerte de Félix Rodríguez de la Fuente, hice un artículo pensando en él y en los animales, como muchos españoles, conmocionado, a mí me gustaban mucho los animales por la relación que tenía con ellos, como mi madre era de un pueblo (Salientes), pues pensaba en las montañas, en las historias que me habían contado de los lobos.

Hay una tradición oral muy importante en los pueblos, por ejemplo, en la zona de Laciana, y a mí me habían contado muchos cuentos de lobos, esos cuentos que se contaban en el Filandón, y yo me imaginaba los animales y el lobo blanco, y todo eso lo relacioné con esa redacción.

Recuerdo que tenía una profesora que se llamaba Tere, le encantaba la literatura y promocionar el escribir en los niños y ese tener un adulto que se fijara y alentara a seguir escribiendo, me llevó a partir de ahí, a nunca más dejar de escribir, participando en los concursos que había como el de Coca Cola. Me sirvió para dar rienda suelta a ese niño que, no es que fuera solitario, siempre he crecido rodeado de niños, pero buscaba un poco la soledad, no por aislarme, pero me encontraba a gusto ahí, y la escritura (que se escribe en solitario) fue la manera de canalizar esa faceta a través de esto; luego por supuesto, empecé con la poesía y he terminado en el relato. Esos cinco años que viví en As Pontes, descubrí una Galicia muy bien conservada, casi todos los fines de semana con mis padres íbamos a la costa, y aquella riqueza que recuerdo al jugar por la playa, en la arena (berberechos, navajas, nécoras…), me ha marcado mucho Galicia.

-¿Qué queda del Manuel niño, en el Manuel adulto en la actualidad?

Yo creo que está ahí, en que lo veo más, en que nunca desprecio luchar por una causa justa. Ese sentido de la justicia que tienen los niños y que de adulto te das cuenta que el mundo es injusto, desgraciadamente. Yo ante una injusticia me rebelo y esa rebelión viene del corazón de niño, porque los niños se rebelan contra la injusticia, tienen muy claro el bien y el mal, y hoy, desgraciadamente, vivimos en una especie de pensamiento líquido, de pensamiento blando, que la gente no se rebela, no protesta, están dirigidos como rebaños de ovejas, todo el mundo piensa lo mismo, lo que le dice la tv, y la gente no piensa por sí misma, cree que piensa por sí misma, pero no tiene criterio propio.

Cuando peleas por algo justo, te pasa lo que a Don Quijote. Don Quijote es un niño que pelea por lo que considera justo, y termina de paliza en paliza, revolcado por el suelo. Magullado, machacado y, finalmente, muerto.

Esa es la gran enseñanza de Cervantes, peleas contra molinos de viento, y en realidad los miserables, los corruptos siguen ahí, y si peleas contra ellos, al final vas a terminar apalizado como Quijote,

-Estudió en Ponferrada, Madrid, León y en… el Point Park College de Pittsburg (Pensilvania-USA). ¿Cómo fue esa vivencia escolar?

Pues fue una vivencia muy interesante, Pittsburgh fue una ciudad muy industrial, era la capital del acero, de ahí era el gran industrial del acero Carnegie y la famosa Universidad que lleva su apellido (junto al del banquero Mellon): «Carnegie Mellon». Junto a los industriales del acero, en Pittsburgh floreció la empresa Heinz, la del kétchup. Una ciudad muy industrial del este.

A la vez, EEUU es siempre un golpe cuando llegas. Admiro la cultura americana, primero por los paisajes tan maravillosos que vi allí. Me fui a Canadá. A ver las Cataratas del Niágara. Los grandes lagos. El propio Pittsburgh era impresionante, porque allí el ciudadano medio tiene un nivel de vida que, aunque aquí se diga que vivimos muy bien... Sus parques están llenos de animales: de ciervos, de mapaches. Para mí encontrarme con ese gran país, fue una experiencia muy enriquecedora, porque ves una forma de pensar muy optimista, gente que me pareció en general muy sana, no es la imagen de inculto e ignorante que nos han querido transmitir, todo lo contrario, es una sociedad más rica y próspera.

Estuve unos meses, mis profesores fueron estupendos, aunque no viviría allí porque echaba mucho de menos España, pero como país, aunque solo conocí Pensilvania, Nueva York y Canadá, (y EEUU es tan enorme) el contraste es muy interesante y como todo viaje fue muy enriquecedor.

-Este año salió publicado el libro que cierra una tetralogía sobre la corrupción: Insectalia/Hikikomori/Mi vida en el búnker y ahora: Vida perra. ¿Qué frase podría resumir lo que intenta transmitir esta tetralogía?

«La corrupción es inevitable, inherente al ser humano, y el héroe, la heroicidad, está en no dejarte amilanar por ella, en seguir siendo un niño».

En el fondo, todos los personajes que están en las diferentes novelas:

Insectalia, es la presentación de un Estado, ahí me siento un poco como Casandra, complejo de Casandra, (está escrita en 2011). La situación se presenta cuando un territorio dividido en 17 (que yo llamo) Mandarinazgos con diecisiete Mandarines al cargo, llega un saltamontes (hipócrita y corrupto integral) trata de pactar con los enemigos del sur para que al final caiga el reino de Insectalia que siempre había sido una Nación. y ahí cuenta con la ayuda de la Presidenta del Tribunal de los grillos verdaderos, y que es una corrupta al servicio de la traición del reino.

Habla de una sociedad y lo que lleva a una sociedad a diluirse, porque Insectalia termina con una guerra. Alguno podrá ver paralelismos con hoy en día.

Hikikomori, el personaje es una persona encerrada, que, en un momento dado, ante la corrupción, decide actuar. Conoce a otros como él, con los que hace el grupo de Los caballos desbocados (título de un libro de Yukio Mishima) y deciden hacer justicia. En un momento dado confunde la realidad con la ficción.

Mi vida en el bunker, está basada y escrita en la pandemia. Ahí lo que hago, es la reflexión de una persona que harta de los engaños que ve en el sistema, decide meterse en un bunker y no salir de ahí, pero a lo largo de la novela él escucha ruidos (como en el Mito de la Caverna de Platón) y en un rayo de esperanza en esa confianza en la humanidad, le ilumina y decide salir, y luego pasa lo que pasa. Y por último,

Vida perra, que es el libro que voy a presentar el 27 de marzo, el héroe en este caso es un perro. Para mí los perros representan lo más leal, lo más bondadoso, el que todo lo da a cambio de nada: y como esa bondad es pagada por los seres humanos. En el libro es como una especie de Lazarillo de Tormes, que va viendo como desde que es un cachorro, los seres humanos le traicionan a medida que va pasando de amo en amo. Para no desvelar más, el libro termina, dependiendo de la persona que lo lea, puede ver un mensaje de esperanza o un mensaje triste. Yo lo escribí con un mensaje de esperanza.

{En el fondo todos estos héroes a su manera triunfan, porque el triunfo está en la resistencia, aunque no venzas, el hecho de resistir, de rebelarte, de intentar pensar de forma diferente es lo que te hace ser el héroe, al fin y al cabo. La lucha está en resistir, la victoria}

-En la III Edizione en honor a la Premio Nobel de Literatura Grazia Deledda, recibe el «Galtelli Literary Prize 2019» en Cerdeña. ¿Qué le ha aportado esta experiencia y como le recibió el país vecino?

Lo primero, descubrí a una gran escritora, maravillosa. Canne al vento (Cañas al viento), se la recomiendo a todo el mundo. Esa frase: somos como cañas y la suerte es el viento. Es una mujer de una profundidad, a nivel de nuestra Rosalía de Castro. Pocas veces se encuentra esa manera de decir las cosas tan profunda, tan bella, tan sencilla y tan enraizada en la tierra en la que ha nacido. Cuando conoces Cerdeña y ves la historia, los personajes de sus novelas (de Grazia Deledda) que son primarios, rudos, como los de cumbres borrascosas (Catalina, Heathcliff). Me pareció una tierra estupenda para conocer, y en el pueblo de Nuoro, parecía que se había detenido el tiempo, con las señoras yendo a misa con la pañoleta negra como si fuera hace setenta años. Las calles desiertas.

Nos atendieron con gran respeto, gente muy agradable. Fueron días muy entrañables  sintiendo como allí se respira la literatura. Recomiendo a cualquiera que quiera visitar Nuoro, lea primero las obras de Deledda, porque entenderá y vivirá mejor luego el momento. Algo que me ha pasado con más autores.

Fueron unos días muy buenos.

-Entre su bagaje cultural: es usted vocal de la Asociación Española de Críticos Literarios (AECL), secretario de la Asociación Internacional de Críticos Literarios (AICL) y ha sido miembro del Jurado del Premio de la Crítica de Santa Cruz de la Palma (entre otras ciudades en distintos años) y del Primer Premio de las Letras de Castilla y León. Además, en 2020 fue uno de los 19 críticos literarios de diferentes países, que participó en el proyecto internacional de la edición del libro «Ungarettiana» que conmemoraba los 50 años de la muerte del gran poeta italiano: Giuseppe Ungaretti. De nuevo Italia en su vida. ¿Tiene algo especial con Italia?

Italia. He ido varias veces. He estado en Roma, en Venecia, en Florencia, en Cerdeña. En Sicilia hicimos el Congreso Internacional. Sicilia es espectacular. Ungaretti, en general los poetas italianos, no fue Premio Nobel por poco. No lo fue por ese sectarismo, que muchas veces, que a día de hoy anida en España. Quasimodo, Salvatore Quasimodo si lo fue, Eran del mismo grupo, de los Herméticos. Ungaretti es un gran poeta.

Por cierto, su relato «El escritor» me gustó mucho.                              

-¿Qué opina de la Corriente del Hermetismo? ¿Qué ha supuesto para usted esta participación en todos los sentidos?

El Hermetismo es un poco como fue el Conceptismo de Góngora, una manera de entender la poesía, una poesía hermética, en la que no se hacen muchas concesiones al lector, el lector tiene que descubrir esa poesía conceptual y demás. Ungaretti fue evolucionando mucho. Le ha pesado siempre en ese conocimiento por el gran público, ese alineamiento ideológico que tuvo en su juventud. No le dieron el Nobel como le pasó a Borges, porque no era de la opción ideológica «correcta».

La participación ha sido un orgullo, porque había críticos muy importantes de Francia, de Rumanía, de Italia, de EEUU, es decir, supuso un reconocimiento que a veces, tienes más fuera que dentro.

-Y ya que tengo la oportunidad, como crítico ¿Qué le diría a quienes no creen en los críticos, o piensan que hay mucha persona frustrada que se mete a crítico para volcar sus frustraciones y destruir por destruir?

Yo no conozco a muchos críticos que hagan crítica para destruir a nadie. La mayoría de los críticos, si algo no te gusta demasiado, pues no haces la crítica. Yo sigo la filosofía de Clarín, que fue muy duro en sus críticas;  pero tiene un artículo que era: no engendres dolor, no tiene sentido machacar a alguien, porque al fin y al cabo (como decía Machado) cuando una persona escribe, escribe lo que le parece, no hace daño a nadie, y yo cuando leo un libro trato de fijarme en lo mejor que tiene el libro. Y todos los libros (como decía Quevedo), todos,  tienen algo bueno.

La labor del crítico para mí ahora, es, muchas veces, descubrir aspectos de novelas, que no iban a ser descubiertas por el público en general. Yo concibo la crítica para fijarme en obras que quiero que se compartan con los lectores. Busco ilustrar un poco, sin dármelas de sabio, como un lector que ha leído bastante.

-Dentro de un mes será el Pregonero de la Semana Santa en Villafranca del Bierzo, ¿Qué sintió al recibir esta invitación, estando tan reciente la celebración de las Edades del Hombre en la Villa y, por su parte, habiendo organizado en el pasado varios actos en ella?

Me sentí un poco sorprendido y asustado, ¡qué responsabilidad tan grande!, pues me preceden entre otros: Cristóbal Halffter, Juan Carlos Mestre, personas de mucho prestigio, ¡tengo que estar a la altura! Y luego, agradecido y animado por Marcos (miembro de la Cofradía) a través del cual hicimos anteriormente varios Congresos allí.

Hemos hecho el Premio de la Crítica; el Congreso Internacional sobre el Cuento en la literatura española actual, y luego hemos hecho el Congreso del AICL Tres eventos muy importantes que se han llevado a cabo, gracias a que las Autoridades confiaron en nosotros. Entonces no puedo decir que no, lo hago gustoso y un poco abrumado por no defraudar. Solo te adelanto, que Ungaretti va a estar presente en ese pregón.

-En 2024 gana el XII Concurso Internacional «María Eloísa García Lorca» que convoca la UNEE. ¿Cómo supo de este premio? ¿Conocía la UNEE?

La conocía, me gustaba ese movimiento asociativo, pero como tenía algún otro cauce para expresarme, no tenía mayor relación. Está bien que haya una asociación porque te estimula, lo que hacen los demás te estimula a ti y te enriquece.  El Club Literario que tenemos: Petronio me enriquece por eso, ves lo que hacen los demás, tú les comentas, siempre es (como digo yo) una vida literaria, que es muy bonita, la vida literaria.

El premio, sinceramente, lo conocí a través de la página: escritores.org

-Háblenos de «La Meseta», el poema con el que ha ganado esta edición.

̶La Meseta es un poemario que está en constante crecimiento, La Meseta, es esa etapa de la vida en la que estoy yo ahora. Has ascendido vitalmente hasta cierto nivel, estás en un estado latente, pero ya sientes, que de alguna manera, vas por un camino recto que va a ir hacia abajo luego, no sabes  cuando la meseta se va a acabar,  de momento (como digo yo),

camino en la distancia

aún sin ver el final

y delante, en la distancia,

 la tierra sin pisar

lo que veo delante es tierra sin pisar, pero sé que al final no va a ir hacia arriba, que va a empezar el declive, ¿cuándo? ¡ya veremos! Lo que me voy encontrando en esa meseta, es un poco como ese Winterreise (Viaje de invierno) de Wilhelm Müller , poemario al que puso música Schubert, pues yo hago un viaje por esa Meseta, y ahí me encuentro de todo.

Yo envié una selección y me dijeron que el jurado lo había elegido por unanimidad, y eso siempre es un orgullo. Los concursos son divertidos, te pruebas a ti mismo, te estimulan,  yo animo a la gente a participar.

-¿No había vuelto a escribir poesía desde aquellos primeros poemarios: Poemas y Allá en la montaña , o solamente no ha vuelto a publicar poesía, pero ha seguido intercalándola en su privacidad creativa, entre su narrativa más prolífica? 

No he vuelto a publicar poesía, pero escribir sí, porque la poesía para mí es un acto inmediato, aunque lleva su proceso de pulido. La poesía la escribo a mano y el resto con el ordenador, la poesía nunca la he escrito en el ordenador. Pulo poco, hago como Mishima, me gusta lo bruto. Cada uno tiene su técnica, yo la respeto.

De la poesía pasé ha escribir micro relato, que también viene de una idea fugaz, interesante, una chispa, pero requiere un mayor pulido, porque no puedes decir nada que sea superfluo. el micro relato tiene que ser directo y nada tiene que sobrar. Para mí tiene que tener un final fulgurante.

-¿Conoce el otro Certamen que convoca la UNEE, el Certamen Internacional de Poesía sobre discapacidad «María Fonellosa»?

̶No, sinceramente no lo conozco. Habrá que participar.

Entrevista realizada por Edita Fernández García, ex delegada en León de la UNEE. Manuel Ángel Morales Escudero es delegado en la misma provincia desde marzo de 2025.