María del Mar Suárez Sanabria, microrrelatos

Veneno tatuado

Fueron tres disparos, ni dos ni uno sino tres, tres golpes secos.

El primero atravesó su entrecejo, orificio de entrada sin salida. 

El segundo, directo al corazón, se quedó atascado entre la aorta y el ventrículo izquierdo.

Para el tercero, contó uno de los soldados, el coronel apuntó al bajo vientre pero se desvió y le destrozó la verga. El coronel le encañonó de frente, porque los hombres van de cara. 

El otro, el muerto, se desplomó sobre una sábana blanca que se tiñó de maldita sangre derramada.

Dicen que otro de los reclutas le escuchó decir: "Te amo". 

Participación en Radio Directo en 2014.


Toro y torero 

Arde la puerta de chiqueros. Se encuentran frente a frente: el toro y el  torero. El primero largo, bien armado, encastado, poderoso; el segundo enjuto, vestido de luces, provocador, valiente. El animal vigilante, al acecho. El matador, instigador, reclamándole.

La mujer está sentada en el primer tendido de sombra, se muerde en secreto el labio superior. Su mirada penetra al torero. Está el matador y está la nada. En un acto reflejo extiende su abanico de marfil.

El silencio, cual espía, se va filtrando por los tendidos. La tensión se adueña del coso. Comienza el ritual. El maestro despliega el capote, se inicia un baile curvilíneo que embelesa los sentidos e hipnotiza a la bestia. Empieza la danza, íntima, salvaje.

La mujer cierra los ojos. La sangre le explota en la cabeza, le quema en el sexo.

La lid se recrudece, gritos ahogados, vítores, silencios, sol y sombra.

Es la lucha por la supervivencia. Se acerca la hora. El toro y el torero se enfrentan a su destino. La varilla se clava en la muñeca de la mujer, un minúsculo río de lava se extiende por su mano. Hinca la mirada en la arena. Es el toro o el torero. Muerte en la plaza.

Finalista en el II Premio de Relato organizado por el Taller de Escritores (2012).


Las palabras

Tenía varias de las veintiséis letras desordenadas a lo largo de mi columna vertebral. Y algunas detrás de los ojos, en los senos de la nariz, tintinando entre los huesecillos de las orejas, peleando con el velo del paladar y las cuerdas vocales de mi garganta.

Las consonantes se esmeraban para que sus sonidos vibraran al unísono. Las vocales, siempre tan presumidas, se acicalaban para ser el centro de atención.

Mis letras, alborotadas, querían unirse y emerger veloces a la superficie, liberarse, expandirse.

Yo las entretenía, las engañaba, les susurraba emocionada:

¡Ya falta menos!

Miraba el reloj, apenas sentía el pulso, diez, nueve, ocho…Y grité, afiné, desafiné:

¡¡¡Viva San Fermín!!!

¡¡¡Gora San Fermín!!!

Y mis palabras escaparon libres, libres entre el rojo y el blanco, libres entre la música, libres entre las risas y entre los llantos libres.

Obra seleccionada entre las 23 obras escogidas sometidas a la valoración por parte del jurado de Microrrelatos San Fermín 2013.

María del Mar Suárez Sanabria es delegada en Navarra de la Unión Nacional de Escritores de España.