Mis patucos
Recuerdo
aquellos patucos
de suave
textura que al rozarlos
con mi
rostro, desprendían olor a naftalina.
Recuerdo
como mi abuela los zurcía gastados
de tanto
usar las noches frías del invierno.
Mis pies
siempre calentitos encontraron
hueco en mi
memoria y el baúl de la guardilla,
Eran rosas y
combinaban con mi camisón.
Les
adornaban dos pompones de colores
que jugaban
con las sábanas hasta que me dormía.
Yo soy
Yo, que soy una poeta dormida,
ahora que no tengo palabras
ni destino, y busco entre páginas
de olvidos poemas sin sentido.
Yo, que hago míos los recuerdos
y me dejo
llevar por los sueños.
Digo yo, que agradezco cada palabra
al cielo y creo
en otros mundos
que aprendieron
de los niños
a rimar versos con
los dedos.
Quisiera ser viento y tejer tormentas
que disipen tanta soledad y miedos.
Quisiera graznar como las gaviotas
y en lo alto del mástil como bucanero
hondear. Dios escucha en el silencio
y el llanto de los hombres que lloran
sus miserias a los ángeles de los cielos.
Y en soledad te veré mecer los sueños,
Besar pétalos de rosa, enjuagar lágrimas
en aguas cristalinas y verter lo impuro
en un crisol de nuevas primaveras.
Quiero denunciar tu dolor
Llantos amargos silenciados.
Heridas abiertas y olvidadas,
laten confundidas las caricias
en los campos de mil batallas.
Escombros solitarios por pecados,
mi casa ausente vacía de sus gentes.
Me superan los tiempos inquietantes
en los que vivimos donde nadie existe
los epitafios se quedan en quirófanos.
Vives como si nunca hubieras existido,
mueres sólo como has nacido, el viento
apaga tu quejido ¡Nudo en tu garganta!
Una muñeca silencia su sonrisa ¡Mamá!
Plegarias mirando al cielo, sin respuesta,
racimos de flores por todo homenaje.
Tumba sagrada sin nombre, era mi amigo.
Llegó Febrero, llegaste tú
Paso a paso la luz te rodea, nace una flor.
Se visten las montañas en arco iris de color.
El amor canta con premura un mundo mejor,
Hay un ruiseñor a escondidas entre tú y yo.
quieres coger la estrella de los sueños
se difumina la esperanza en tus manos.
Cielo y mar son uno sólo en desiertos
de amor. Eres mi rosa de los vientos,
espuma blanca,
alma de mi poema.
Son de esos ciegos que andan
por el mundo y se ponen en la
solapa un clavel, con las luces
apagadas a la sombra de un ciprés.
Son amantes que roban besos
y no saben a quién. perfumes…
los llevan por doquier y se visten
de traje y chaquet, presumiendo
no saben de qué, pero aman sin dudar.
Los hay de todas clases. En ciudades
y en donde menos se ven, no les gusta
que los mires, piden abrazos sin más.
Esa es mi buena gente, sigilosa como
el cielo que nos ve. Así viven la vida.
Simplemente, aman y se dejan amar.
Blancas navidades
Manos blancas,
mares que se abrazan,
ríos que se cruzan.
Manos blancas.
Un llanto de esperanzas
envuelto entre pañales.
¡Ea! Mi niño bendito
lucero del alba dormido
por ángeles benditos
No tengas miedo
que yo te acuno,
en esta tierra angosta
de opresión y castigo.
Un sembrador de esperanzas
para un
pueblo oprimido,
miseria y
dolor olvidado
¡mana del cielo esperado!
¡Llegan las Navidades!
villancicos para el niño
que ha de ser Dios Divino
y huésped del alma bendita.
Duerme entre cartones
aquel hombre castigado
por la guerra y por el ego
de quienes se creen los mejores.
¡Vela el sueño de los hombres!
y tanto amor
derramado
de quienes con sus desvelos
siembran caminos mejores.
Un caballo de cartón
para llegar a Belén,
una zambomba y un tambor
que despierten al niño dormido
de ojos risueños y carita de nácar.
Mira, que traigo sonrisas
y una poesía para recitar
cuando duerman las estrellas
Manos blancas
cubiertas de plata
acarician al niño
aman y se enlazan
entre pueblos y razas,
magisterio en la palabra
y en el corazón una llama
de misericordia y amor.
Ya mi niño sonríe,
ya se ven los Reyes Magos
por senderos de luz
postrarse a los pies del niño
¡Oro, Incienso y Mirra!
Para el Rey del mundo.
Blancas Navidades
caminos de
Gloría.
Está noche soñé ver llorar las estrellas,
y a la paloma no picotear en su ventana.
¡Yerto quedó el viejo sombrero de plumas!
Asfixiada la partitura inacabada en la cuna.
Tocaron a luto las campanas de la iglesia.
Los pinceles quedaron secos en los cristales
dormidos, blancos lienzos dibujaron cometas,
cabalgaron sobre nubes los blancos corceles
por un compositor de sueños, contador de historias.
Las pinturas musicales rimaron místicos poemas
para el amigo de sonrisa eterna y azules estrellas.
¡Dicen que ha muerto! Quién está dormido, ángeles
le velan a aquel que fue mensajero alado y jugó a ser
vagabundo de su Cabañal amado ¡La mar te espera!
No acallarán sus olas los recuerdos y escribirán haikus
como ofrendas tus libros en su vuelo. Un nudo de marinero,
unos zapatos sin dueño por todo equipaje, “sin dinero y con
los pies por delante”, recitando a Descartes como legado.
En un balcón sombrío se desnudan las palabras.
¡Al alba, al alba! Mirando al firmamento, al desierto
de cipreses. Su casa de oración nunca olvidada.
Benicasim, una mirada al mar
Flirtea con el viento,
juguetón entre palmeras.
Duende de leyendas en los siglos.
¿Será que Neptuno y sus sirenas
te embrujaron con tridente?
O será, ¿un corazón robado con
poemas mojados en sus aguas
escondidas en la burlona arena
Tal vez, vigía libre de piratas.
y viejos amores nunca olvidados.
Quiero volver
I
Quiero volver a soñar,
sentir de nuevo tu caricia,
recoger las gotas del mar
en un recuerdo de lactancia.
Quiero volver a lucir en el ojal
una rosa carmesí con aromas
de mujer. Ser cristales de coral
para vestir de ilusión las mañanas
del amor, ¡Ser frontera y pasión!,
Silencios que no se pueden cumplir.
Te extraño mientras rimas poemas.
Soy trigo por fecundar. Palomas
que se quedaron sin volar ni escribir
la libertad. Un poeta sin alas blancas.
II
Soy una estrella en alta mar. Lealtad
por conquistar en un mismo sentir
alzando sus voces en la tempestad.
Ha naufragado mi barco en el último día
del año. Ahora esperan baúles en el andén
y una estación sin billete con pasaporte a
quien sabe dónde. En mi diario dirá; pasó
sin firmar su último viaje sin destino final.
Canción de Navidad
Me
cubren las nieves con su candor
guantes
de lana, bolas de cristal,
canta
un ruiseñor con la voz de un tenor.
¡Gloría
al infante que nació en un portal!
María
lo viste con sus manos de marfil
con
pañales de sedas y un calcetín.
Entre
un buey y una mula a nacido mi Señor
Aleluyas
le cantan los ángeles. ¡Callad!
Ya
le hicisteis llorar. María le canta una nana
y
un sonajero le trae el pastor Mirad como sonríe
cuando
le toco el tambor y le cantó villancicos
que
entonan notas de amor en la noche de Belén.
Perdón
Llama ardiente que haces de mí la
nada,
cuando ahuyentaré el miedo y te
dejaré crearme.
¡Dime Amor mío ¿Seré capaz de
abandonarme
en Ti, hasta el punto de dejar de
existir sin Ti?
Abrázame como una Madre, como un
Padre
y hazme sentir que soy niña de
nuevo.
Qué lejos quedó el dolor y mi
libertad.
Muerta soy sino te tengo, no sé
mayor
riqueza que aquella que
abandonándose
a sí misma, es pobre y nada.
Tal vez mi dicha no halle hoy ni
mañana,
pero cuando llegue el día y la
nueva aurora
me tenga por suya; sea capaz de perdonar,
como TÚ lo hiciste por toda la Humanidad.
Dulces eran los sueños
en el circo de este mundo.
Otro sueño, otro comienzo
Una sonrisa
Se vierten lágrimas en amaneceres silenciosos,
Cóndor
Planea las cumbres blancas de los Andes, reviste de luz la mañana.
Sed como son los vientos amando el firmamento y volando como el cóndor.
A Valencia
Mis primeros recuerdos están entre azahares
Simba
El desierto de las palmas
De camino entre el cielo y el mar
Reina el paraíso.
Podría ser el bello comienzo de cualquier poema, pero en realidad es una historia de amor entre un Rey y su Reina, entre una mirada y una sonrisa, entre un silencio y una oración.
Así se siente y se ama el Desierto de las Palmas; desde la contemplación de lo bello, de lo insignificante, de lo que nos habla de DIOS y del hombre mismo despojado de todo aquello que le es inútil por perecedero.
La búsqueda de la esencia en la existencia sólo es verdadera cuando volvemos los ojos a nosotros mismos y a nuestro alrededor, no existe la felicidad sin la transformación de los valores del mundo. Aquello que nos aparta de este fin, que no es otro que la felicidad no es válida.
La íntima, la contemplación del paisaje en sus amaneceres, en sus atardeceres, nace como respuesta al MISTERIO de la vida. La respuesta, el silencio, el adorno de lo bello y su entorno es el centro de la existencia en la búsqueda del todo, que no es otro que el universo que me habla.
Nadie cuando comienza la búsqueda sabe a dónde va, pero se lanza a la aventura y su espíritu se revela con fuerza mostrando lo íntimo, lo que no se confiesa a nadie, esa explosión de sentimientos dormidos, extraños, pero dulces como la nana que le cantas a un niño. Así ocurre en un fin de semana. Una hora, un segundo, habla DIOS.
Es el alma misma quien se muestra y alimenta todas las células de tu ser, ya no huyes en cuanto ves la LUZ, aprendes a convivir contigo mismo, escuchas tu corazón y es entonces cuando la presencia del paisaje en la oración te posee.
El Desierto de las Palmas que pureza para hablar con DIOS.
El tomillo, la manzanilla, los cipreses, el cielo, el viento, el mar y el alma, el paisaje del Amor que todo lo da y nada pide.
Entre el cielo y el mar,
Existe la soledad.
Mi soledad, mi paraíso, mi paisaje.
Cierro los ojos, abro las manos,
La luz me cautiva el alma
Estoy en el cielo, en mi esta Dios
Me habla el Desierto del olivo y mi alma de Paz
Me habla el Desierto de una rosa y mi alma de Amor
Me hablan los cipreses del viento y mi alma del cielo
Terso y hermoso como la llama que nunca se apaga.
Como el canto del ruiseñor en la mañana.
El Desierto de las palmas ¿que eres si no, tú mismo paisaje? el bello vestido de un Rey.
Mis pensamientos se nublan ante la serenidad de la tarde y la risa callada de la naturaleza hermana que contemplo desde mi ventana.
Como la bella durmiente espera la llegada de su príncipe, así el amante espera la llegada de su amada entre zarzas, entre riscos salvajes se cuentan las palabras y dejan paso al poema, a la mirada. Se intima un Amor Divino, Eterno.
En la noche el éxtasis de la belleza estalla en esa meditación última que se recrea con pasión en la pobreza, una habitación desnuda, un crucifijo lo dice todo. Retorno a la niñez, al encuentro con los padres, al beso vergonzoso Nace la plegaria, la acción de gracias por el DON del AMOR y descubres la presencia del amigo, del hermano, del padre en el ALMA que te habla en la soledad de ese paisaje que simplemente vive.
La última oración, búsqueda de una estrella en un cielo sin nubes.tTn sólo… dos que parecen dos ángeles guardando la entrada al Paraíso.
Ya sobre la cama, el reflejo de los luceros en la noche y la pobreza del silencio, Dios y yo, la muerte y la vida.
Y volvemos al paisaje en la mañana dulce como el néctar que se desprende de la flor, ¿oyes? De nuevo el ruiseñor y la campana de la Iglesia, los cipreses, los caminos, el bosque y la montaña ora, te espera Dios en su Sagrario.
Sales de la cama al primer toque de campana, tienes hambre, pero sabes que antes has de darle los buenos días, ya vendrá el trabajo, que ahora el ALMA quiere alimentarse en su Señor.
Palabras de vida son ahora mi paisaje.
Quiero volver, quiero volver al Desierto de las Palmas.
Quiero sentir como sienten los ángeles.
Quiero, quiero poseer el tiempo.
¡Llevarme! La esencia de la rosa y la Eucaristía en la mañana.
Abrazar todo el cielo en mi ALMA mientras suena el Aleluya.
Hoy conozco un Paraíso que es delicia, que es fermento, que es alegría al peregrino.