María Zambrano, filosofía de su obra

Artículo de María del Carmen Aranda

“Lo que no pasa por el corazón, nace muerto”

Y es con esta frase sapiencial como se establece en la cronología del periplo de la vida de María Zambrano, un pensamiento filosófico-poético y compromiso político, bajo la constante lucha por el advenimiento de una nueva época cultural –social de integridad del hombre. Un intento de responder a las preguntas más radicales sobre su existencia y el medio en el que se desenvuelve.

Disciplinada, de un orden exquisito y obediencia absoluta a sus principios, buscaba dentro del pensamiento filosófico, el mundo de la poesía y la belleza, el desarrollo del pensamiento onírico, místico y racional.

Discípula de Ortega y Gasset exponente principal de la teoría del perspectivismo, María Zambrano partió de sus enseñanzas, pero se construyó a sí misma a pesar de los muchos momentos de confusión entre el rigor de Zubiri y la claridad orteguiana, acrisolando la tradición de la filosofía occidental como expone en “La razón de la sombra” y así engendrar sus propios planteamientos filosóficos.

No obstante, su verdadero manantial fueron los clásicos griegos dirigiendo su lectura a la filosofía mística de Plotonio y a la ética y metafísica de Spinoza, “cuya teoría era como si todo lo que existe en la naturaleza fuera increíblemente exacto, como si todo formara parte de algo mayor y estuviera perfectamente conectado”. Éste fue, para María Zambrano, un periodo de reubicación de su propio ser, no faltándole “La Ética” de Esquilo.

Formada en la filosofía europea del siglo XX, vivió épocas de tinieblas y sombras, una época en la que existían importantes movimientos críticos a la razón cartesiana suscitado por el pensamiento del filósofo francés René Descartes, quién defendería el poder que ejercía la mente sobre el cerebro.

María Zambrano en “Claros del Bosque” responde a esa ‘idea’ que hacía tiempo formulaba de que “pensar” es, ante todo, descifrar lo que se siente’, así también menciona como “el hombre es el ser que padece su propia trascendencia” en un incesante proceso de unificación entre pasividad y conocimiento, entre ser y vida.

De esta forma trata de crear una aproximación a las cosas para conocerlas- su método, el método de la razón poética.  donde ella nos dice “hay que dormirse arriba en la luz, para dejar que la revelación se produzca y estar despiertos abajo en la oscuridad …”

Zambrano fue una verdadera exploradora del alma en busca de la claridad de las vivencias humanas sin desterrarlas del camino de la comprensión, abarcando todas las cualidades del ser humano.

Como ejemplo de la profundidad de su pensamiento, visualizo una granada abierta siendo ésta el ser y a nuestra filósofa ir desgranando su interior lentamente, separando “a modo de pensamiento” las innumerables semillas o “granos” entre los lóculos y las tastanas membranosas que las separan. Un método que subyace en todas sus obras.

Zambrano a través de una filosofía llenas de preguntas, obtiene a través de la poesía las respuestas; el desorden de la razón ordenado por la respuesta de la emoción.

En su trayectoria vital, podríamos trazar tres periodos de su obra: 1ª etapa de formación en la que germina su “razón poética” “Hacia un saber sobre el alma”.  2ª etapa, que sería el de su exilio. Un pensamiento vinculado a la problemática histórica del momento “Delirio y Destino” y una 3ª etapa vinculada a su regreso a España caracterizada por una actividad intelectual imparable “Las palabras del regreso”.

María Zambrano nunca apagó su voz aun cuando la ciencia ocupaba la primicia del conocimiento

Y yo me pregunto, ¿qué pensaría si hoy se encontrase entre nosotros, sobre la neurociencia, sobre los neurotransmisores o sobre las justificaciones bioneurológicas para nuestros pensamientos y emociones?

Zambrano en vida, pronunció palabras que también sirven para saludar la muerte:

“Salimos del presente para caer en el futuro desconocido, pero sin olvidar el pasado. Nuestra alma está cruzada por sedimentos de siglos; son más grandes las raíces que las ramas que ven la luz”.

¿Serían estas reflexiones un guiño a la reencarnación?

María del Carmen Aranda es miembro de la Unión Nacional de Escritores de España.