"Me despido con dignidad”: pinceladas y reflexiones


Fernando Yélamos Rodríguez

―Mamá, ¿me quedaré calvo como esos niños de ahí?

La madre, con la voz apagada, le contesta que no entre sollozos. El muchacho no puede más y le dice:

―No te preocupes, mamá, verás como yo no me quedo calvo.

Ella solo responde abrazando a su hijo. En ese momento, sale la enfermera de la consulta y, con una sonrisa, lo llama por su nombre en tono cariñoso:

―Hola, Ignacio. ¡Dios mío, qué ojos más bonitos tiene este niño!

Aquellas alegres sonrisas celestiales acompañaron al niño en sus duros tratamientos fatigantes. Ellas no eran enfermeras, sino ángeles enviados desde el cielo.

Estas letras tan solo son una pincelada, que refleja la lucha de los niños y sus familias contra el cáncer.

Cuando se sufre leucemia infantil, cuesta más sentirse orgulloso de ser español. Debemos incorporarnos a los protocolos europeos en todas las comunidades autónomas. La cifra de supervivencia en Europa puede llegar hasta el 95 %; sin embargo, en España se sitúa en el 84,7 %. ¡No podemos perder ni una vida más por esta diferencia!

Ahora nos adentramos en el poema «Devuélveme aquella mañana»:

Devuélveme aquella mañana,

que pare el viento

y no se la lleve.

Rompe el camino al cielo

y que pare el viaje.

¡Que pare el viento

y no se la lleve!

Devuélveme aquella mañana,

aquella hora temprana…

Podemos parar el viento solo con cambios en el estilo de vida. De los 300 000 casos de cáncer previstos en 2025, 120 000 podrían evitarse con estas medidas preventivas. ¡Merece la pena!

Otro fragmento representativo es el siguiente:

Entré en el frío hospital de techos altos, en compañía de mi madre, y en una habitación de camas blancas, con mujeres tapadas casi hasta la frente, vi a mi abuela. Llevaba un pañuelo negro en la cabeza y su mandil de siempre. Observé que en la cama estaba mi tía Dolores, blanca y muy flaca. Al instante, comenzaron voces de emociones… Mi abuela habló:

―La han operado del bulto en la barriga. Hasta las tripas las tenía secas. Hemos tenido suerte, hija mía. Los médicos le han salvado la vida, y los papeles de pobres, que nos han traído hasta aquí.

Este pequeño libro solidario, que habla sobre la dignidad y la esperanza, pretende promover la equidad en la salud para todas las personas, que todos tengan las mismas oportunidades en el diagnóstico precoz y en el tratamiento contra el cáncer.

También está la historia de una madre joven lactante; con cáncer de mama metastásico y de mal pronóstico. A la paciente le rondaba la idea de no alargar su agonía para que sus niños no sintieran su pérdida… En este caso, no paró el viento, y entonces el poeta cantó:

¡Mujer, mira a tus hijos!

Un segundo de tu mirada les dará más vida.

¿No ves que las miradas de tus retoños

miman la Alhambra en la noche

y adormecen en sueños, ni soñados, al Albaicín?

No abandones nunca.

¡Mira a tus chiquillos!

Tu niña te contempla;

tu niño se aprieta contra ti.

¿Verdad que es maravilloso?

En estos casos en los que los vientos no paran, tenemos nuevos tratamientos, y deben ser individualizados para que paren el viento hasta que las estaturas de las madres y sus hijos se igualen.

Fragmento del libro “Me despido con dignidad”, de Fernando Yélamos Rodríguez.

El autor es delegado permanente de la UNEE para las Relaciones con Francia. Está galardonado con la Medalla de San Isidoro de Sevilla de la Unión Nacional de Escritores de España.