Amor cautivo
Indaga mis hogares, mi aposento
secreto donde el amor es cautivo.
El olvido si arraiga fiel cultivo
en recio desazón del pensamiento.
Expone con el incesante cuento,
un eterno amor sin ser decisivo,
afirma amor con agrio labio vivo,
que su parpadeo ciego niega cruento,
Amor es la única sed que tengo,
me despoja y seduce tu dulzura,
entusiasmo que tus ojos evoca.
Terca tortura que al vivir sostengo,
sólo tu amor remedia esta amargura,
ante un dolor en herida que aloca.
¿Tú me amas en silencio?
¿Si es tu cortesía, el amor?
Dime:
¿Por qué, en el odio lo escondes?
Porque sí has visto, lo que has mirado,
adoración absorta habrás encontrado.
Más si has mirado, lo que no has visto,
entonces, habré fracasado.
¡Ah, si posible fuera volver
a ese amor breve y bello
que encontré adormecido!
Que alegre sería amarte,
sin pensar que el amor era figurado
a esa edad que me querías.
Recuerdo, que las travesuras,
las indolencias y las disputas,
primaban a la cordura.
Donde los juegos,
laureaban la jerarquía,
cuando detrás mía corrías,
para encontrarnos,
como quieren verse, dos corazones
de fascinantes seducciones:
a solas, con las fantasías y deseos
de nuestros besos.
Aún pienso, porque nunca
te dije un “te quiero”,
que el temblor de un adiós,
cedió, al dolor
que supuso comprender
cuanto amor existió a esa edad.
Y como un eco de tristeza,
mi corazón abarca la honda ansiedad
que mi alma desata.
Y ahora…, palidece el sol…
el mar se oscurece…
la tierra enmudece…
a la sombra de un deseo,
que extravió su inicio
y no encuentra su sino.
Mirad que frágil, ese amor
huyendo de la fría oscuridad.
Súbete al monte de la rosa
que abrasa el cenit de los labios
y enseña tus enmarañadas manos
que os lo ocultan.
¿Acaso, me amáis níveo?,
¿acaso me amáis puro?
o simplemente,
me amáis en silencio.
Dime:
¿Por qué callas?
¿Es tarde para amarte?
Solo espero que tu corazón
y el mío, sepan secretamente,
que no es un amor tardío,
sino que se hallaba enredado
en el fondo del olvido.
Por eso mujer, aguardo,
para no vivir con la soledad
de un amor perdido.
para dirigirme al mundo
invitándole a la vida.
A los pájaros enjaulados
A los peces enredados
Al monte que se expresa
A los que cantan
A los que quieren amar
A los que odian.
Para gritarles ¡os amo!
Porque amo al mundo
Porque me siento amado.
Desesperación
A veces, el amor es un dolor de cabeza,
enturbia la vista y borra la razón.
Por amor se desliza estupidez,
Y se piensa por los pies.
Nunca pensé que pudieras alejarte de mí,
enturbiaste mi razón,
quizás porque tanto te amé,
que ese día al quedar sólo
mi estupidez obnubiló mi raciocinio.
Vas a morir me decían,
de pena, si acaso, respondía.
Despacio en la madrugada,
con aire fresco de la mañana
cómo un furtivo avanzo,
sin obligación alguna,
en la orilla adversa a mi destino,
hundo los pies en la fangosa ribera del lago,
mi pensamiento está velado,
me desvela el canto de un ruiseñor,
miro los árboles de alrededor
y el sol parece bailar entre sus hojas
y observo al fin en la naturaleza
cada uno de los sentidos
y volviéndome me dije
voy a vivir, aunque sea, contra mí.
La intemperancia de los dioses
Sopla el odio y truena el rayo,
en tu desconsolación vociferas,
frente al conjunto impuro
que te figuras ver.
Ante tu falta de templanza
expulsas de un soplo,
de tu corazón, al hijo de Heras.
Y en esa mañana de tempestades
viajan nubes con vuestros gladiadores
donde Ares disfruta del terrible oleaje
que un inmoderado Poseidón,
como un desaventurero
de la ninfas de los manantiales,
provoca contra el amor de los hombres.
Porque son estos, los que exponían al Olimpo,
la justicia, el amor, la música, el trabajo,
la comunicación festiva,
y solo abrazaron excesos, guerras, rencores.
Esa voz excitable solo afecta a la expresión,
¡es ese desgarro estridente,
de las intemperancias de los Dioses!,
el que afecta al aplauso sordo del desdén.
Y así la indolencia baja como un gran río
arrastrando lodo y sucias heces,
y de tanto soplar vuestra música
no suena ni por azar.
Porque los hombres solo serán hombres,
y su existencia únicamente resuena
en el temor a sus Dioses.
Anclas adversas a mi destino
Mi gozo es amarte
Llueve.
y yo tejo tu sima sintiendo
el gozo de amarte.
Tu sonrisa
Me alegré de esa mirada
de tu pensamiento.