Ricardo Asín Peral
Solía ser mar
Hasta que la marea
Me expulso lejos.
Veo ventanas
Hacia ninguna parte
Me llevan lejos.
Y escribiéndole,
Siento todo lejano
Incluso el Sol.
Ayer morí
Hoy he vuelto a jugarlo
Y no he vivido
Antes soñaba
Ahora vivo un sueño
¡Cómo lo extraño!
Wiz
Últimamente tengo una reflexión dando vueltas por mi cabeza. Cada vez que tengo un porro en la mano, me retrotraigo a cuando tenía quince años. Esa época de mi vida, en la que le decía a todas horas a mis personas mas queridas que fumando malgastaban sus días. Era otra pobre víctima de la información controlada (o más bien tergiversada) de esta sociedad ilusa. "No fumes tabaco, te va a matar, los porros te dejan tonto, acaba con esto ya". ¡Que recuerdos! Era un niño charlatán que creía saber toda la verdad (igual por eso caía tan mal). Recuerdo que me llegue a cabrear "muy mucho" con el que en la actualidad es uno de mis mejores amigos, sin dudar, solo por fumar...
A día de hoy sigo sin saber si me convertí en lo que soy por presión social, o porque quise de verdad, no lo sé, ni creo que haye esa respuesta jamás. Sólo sé que fui el más hipócrita entre los demás y que a día de hoy soy el que más papeletas tiene de acabar mal. Sin embargo ya no le voy a dar más vueltas a la verdad. Me gusta fumar.
Ahora ya soy lo que llaman adicto, tanto al tabaco como a lo vegetal. Uno de esos yonkis que según mi abuela "van echando marihuana en los vasos", ese señor despeinado y desarrapado que te para en mitad de la calle para que le des un euro o un cigarro. Esa persona que no concibe la vida sin vicio, porque sin él, no es más que otro individuo entre el colectivo y no ese espécimen único. Porque se droga, porque fuma porros a diario, porque cuando se cansé de ellos, se pasará a la coca porque esto es así, o eso llevan diciéndole años.
Por el contrario, yo, como principal afectado, no me veo en esas circunstancias, yo me veo feliz y centrado. Buscando una manera de explotar lo que tengo y me gusta, para ganar dinero, emanciparme y seguir escribiendo en mi estudio privado, sin tener que estar gritando para ver si hay alguien en el baño o entrar a las tantas de la noche como un ninja para no despertar a nadie de los que están roncando y sobre todo, para poder fumar en mi salón sin tener que rayarme después vaciando el bote de ambientador.
Yo solo quiero mi espacio, un espacio en el que no sea juzgado, porque hacer eso es malo, o eso llevamos escuchando todos durante los anteriores treinta años.
Se perfectamente (igual que todo fumador de diario) que su consumo excesivo, o en circunstancias adversas, provoca "blancazos," y, que estos, son puertas a brotes psicóticos, pero, precisamente, por ser fumador de diario, también se que ese "blancazo" solo se produce después de más de diez petardos, y, ni tengo tanto dinero (no es precisamente barato) ni mi cuerpo puede tolerarlo.
Así que eso, puede que sea un yonki y un despojo de ser humano, pero lo que no soy es un descerebrado, y por mucho que me guste fumar, me gusta más vivir con mis dos pulmones y mi cerebro funcionando.
Tengo claro que algún día lo acabaré dejando, o por lo menos no será tan cebado. A lo que me niego categóricamente es a que me sigan tratando como un criminal cuando podría darles una lección de ciudadanía, ética y moral a cualquier Agente de Policía del Cuerpo Nacional... Incluso después de fumar.
Me parece increíble que fumar sea delito, y no un delito de trabajos sociales y marcha. Un delito de cárcel y multazo. Un delito cuyas recetas han arruinado hogares. ¿No os parece exagerado? En otros países es legal, paga impuestos y todo eso pero aquí es un acto deleznable y criminal. Propio de terroristas, de Hitler o Sadam. Mi pregunta es: Si en otras partes del mundo la aceptan ¿Por qué aquí si te pillan con un chivato de un gramo te mandan sin miramientos al cuartel más cercano? Un gramo son cinco euros, son tres tristes porros, una tarde para un fumador de diario, pero como va en chivato es tráfico. "Cuidado, lleva tres porros, detenedlo no vaya a conseguir corromper al electorado, si le dais una calada, vendereis vuestra alma al Diablo, si respiras su humo inmediatamente vas fumado, olvídate de coger el coche, la máquina no te dejará pasar de largo, porque darás positivo en THC, e inmediatamente, se demostrará que has fumado, aunque en la vida le hayas dado un calo".
Es gracioso porque es cierto, vivimos vigilados y aceptamos afirmaciones sinsentido porque nos han dicho que lo hagamos, parecemos soldados. Sólo que en vez de enemigo externo, atacamos al hermano. Y por una planta buena, que podría poner en jaque el actual sistema... (¡Claro!)
Pero sin lugar a dudas lo más deprimente de esta historia, es: Que el que escribe todo esto, no hace más que eso. Escribir un texto. Plasmar en el papel un profundo sentimiento, pero que debe de dejar aparcado. Quieto... por temor a que la sociedad le juzgue por ello y le brinde un futuro adverso.
Y ya me enfrente a la sociedad en su momento, y no perdí, pero las pase canutas. Y es eso, precisamente, lo que quiero apartar de mi vida.
Monólogo
– Canutas, canutos. Cantos rodados y abruptos, sobre lechos de pautas que absorben sentimientos como leche las campurrianas.
Qué divertido es jugar con las palabras. Labras campos semánticos y siegas. Formas parte de familias léxicas que te prestan azadas para extraer de la tierra los frutos naturales más humanos. Ideas. Comprendes que las letras dicen más que las miradas, si el que las lee es capaz de mirarlas. E imaginarlas. Las múltiples interpretaciones que pueden surgir de un mismo carácter dan carácter y caracterizan a los "caracteres" de mis caricaturas.
Muchos problemas
He visto a mis quintos terminar la carrera y empezar en el mundo laboral, algunos fijos. Tan cerca de alcanzar lo que yo busco sin cesar, tienen sueldo, coche y pareja estable, mientras yo, sigo atascado y hecho mierda. Está claro que prometía y algo hice mal, pero ver esto me ha hecho pensar. ¿Qué es lo que hice tan mal?
Yo quería escribir desde que era un chaval. Me acuerdo de las redacciones del colegio. Todo dieces y yo, super contento. El error fue no decirles a mis pas que yo quería escribir y no estudiar. Estoy seguro de que esa pequeña piedra habría creado una onda inmensa en el mar. Pero claro, no lo vi, estaba absorto en agradar y no en pensar lo que me gustaba de verdad. Me han educado para ser bueno, y como buen estudiante, de bueno me hice tonto. Por la cabeza solo me pasaba el que pensarían mis padres sobre todo lo que me rondaba. ¿Como dices a tus padres, que se han matado a trabajar para mantener a una familia, que no quieres un papelito que demuestre que aprobaste muchos exámenes? Es una idea compleja y tortuosa de explicar.
Yo quiero que se me reconozca por lo que fui capaz de crear, lo que extraí de mi esencia y se lo di al mundo. Quiero remover cada conciencia y cada emoción y cada sentido a todo aquel que se digna a perder tiempo en leer o ver lo que hice mal y supe arreglar.
Me da igual que sea poesía, cuentos, relatos, novelas, cómics, mangas o raps. Yo quiero escribir y crear. Quiero ser el dios omnipotente que lo sabe todo sobre su creación, y lo más importante, quiero demostrar que sí lo creo yo, sería funcional.
No la broma tan bonita que vivo en mi realidad.
"Hala, pero este chaval, que aires de grandeza se da"
No lo puedo negar, suena a doctor malévolo que solo quiere dominar, suena autoritario y confuso. Siendo sincero ni yo mismo lo entiendo. Pero es lo que de verdad me llena.
Si cada vez que alguien lee una de mis obras, se emociona o me entiende...
Esa sensación, me gustaría morir con ella de la mano. Cada vez que saco una sonrisa, un rubor, una carcajada o una cara de asco, me siento completo. Feliz conmigo mismo. Y poder hacer que todo el mundo me leyera sería la ambición más desmedida inherente a mi persona.
(¿Qué pasa si termino el escrito diciendo que soy el nuevo mesías?)
Interludio
Es curioso: Saber que algo no va bien, solo con mirar al suelo. Vaya maldición ¿No?
Cuando pasan cosas que no te afligen de manera directa, la pasividad con la que te reflejas es concreta. Pero... ¿Y si te afecta?
Aún sin saber si hay mala intención o fue un suceso extraordinario y nada más, la reacción de pena y decepción coexisten en tu cerebro.
Es curioso ¿verdad? Como inmediatamente pensamos que alguien nos ha querido hacer daño, con premeditación y alevosía (como dirían en los juicios del contenido audiovisual americano, que nos invade como si tuviéramos armas de destrucción masiva)
Por ello, inmediatamente, piensas que nunca hay que buscar conflictos, ni enemigos. No por tener miedo al dolor o el enfrentamiento, sino por temer que ataquen a lo que te importa. Tu mente, no tu cuerpo
¿Quién iba a pensar que alguien destruiría algo querido, en aras de hacerme sufrir y no enfrentarse?
Pero claro, todo esto que pienso, como ya he dicho antes, puede haber sido una terrible consecuencia de una serie de catastróficas desdichas y no una puñalada trapera.
Porque todo es bonito y feliz ¿Verdad?
Monólogo
– Como podrás comprobar me ha ido terriblemente mal. Pero eso, para variar, tampoco es verdad. Empleo lo aprendido en mis escritos, y por desgracia de lo que más se aprende es de lo malo. Imaginaros por tanto todo lo que he aprendido si solo escribo con atino sobre aquello que fue dañino. Lo bueno, por contrario, me lo guardo, es un tesoro, como el que vigila un dragón aletargado. Vivo en el río, y río porque estoy vivo. Paradójica mente, ambivalente. Cruel imaginación que con poder dibujas en papelitos, como los sueños escritos se convierten en pasta cuando las lágrimas los empapan. De nuevo que ironía, pues solo un alma fría es capaz de irradiar calor si hay tinta en el folio y heridas en el corazón. Y de eso va este escrito, de cómo un mal paso te acompaña a cada rato, de cómo un corazón dolido escribe como medio terapéutico todo aquello que hizo mal o le sentó de una hostia en una silla de realidad. Y de cómo lo divino es reconocer el fallo. Y aprender a vivirlo desarrollando un ensayo.
La verdad
Soy animal nocturno, entre la oscuridad y la luz solo veo humo.
Una densa capa, que lo cubre todo. Un limbo que me dificulta la visión entre lo cierto y lo incierto.
Manifiesto que no soy sincero, oculto en ese manto lo que no quiero que se vea. Lo que solo divisa quien me conoce, quien sabe cuando miento, o cuando les cuento un cuento.
De hadas o de cobardes. Como quieras juzgarlo, o juzgarme.
No soy valiente, puede ser, no soy honesto, tal vez. Siento que no siento.
No intento ser lo que no soy, pero sí sé lo que no quiero ser. Un mentiroso, un hipócrita hipotético. Un hoplita sin compañero que porta su escudo solo, y trata de enfrentarse al mundo. Sin apoyo.
Con cada luz no veo, pero la oscuridad no me deja ciego.
Soy vampiro sin reflejo, que se mira al espejo esperando obtener pruebas de la existencia de su corazón no-muerto.
Intento observar lo que ve el invidente. Escuchar lo que oye el sordo. Pero a la hora de expresarlo, me quedo mudo.
Mi mente sume a mi ser en el sopor más puro. Y mis sueños batallan a diario con el insomnio más duro.
No duermo, tengo pesadillas. No como, me alimento, de ideas, de sensaciones, de sentimientos, humanos y superiores al intelecto más racional, ese que da tanto miedo. Pues conocer es mi objetivo, y a la vez el temor más arraigado en mi mismo y en mi sino.
Esclavizo palabras y ellas mismas rompen los grilletes antes de extenderles el salvoconducto con el que las libero.
Embarco todas ellas en galeras hechas de folio, que se mojan y naufragan con las lágrimas que llenan mi tintero.
Imagino y narro.
Leo mi mente, y doy a la pluma la potestad para trazarlo.
Mis dedos muertos bailan al ritmo perfecto. El cual viaja en forma de pentagrama, desde mi cuaderno hasta el resto. Sin seguir un trayecto concreto, permitiéndole parar y así hacerse escuchar en todo lo que haya en medio.
Mi canto se traslada como el viento. Disipando la niebla. Apagando los faros de todos los puertos. Solo busco la inmersión en las tinieblas que me subyugan de todos los que me escuchan.
No para hacer el mal, sino para hacer que todos puedan ver en la obscuridad.
Quiero expandir la enfermedad que sufro, para enseñarles a sobrevivir dentro de esa niebla, despertando en cada conciencia ese animal nocturno.
Monólogo
– Todos somos animales. Pese a haber aprendido, seguimos dejándonos llevar por el instinto. Porque es lo bonito. Dejarse llevar, no poner limitador, limitarse a vivir e ir imitando el límite de la mitad. Cada conciencia es un misterio, cada esencia un monasterio, pues alberga lo más puro. La fé, la libertad para creer. En lo que sea. Hasta en un mañana mejor, o un pasado arreglado. Cómo humanos creemos, pero como animales actuamos, y es en ese término medio donde nos sentamos cuando no tenemos algo claro. Con mis actos y pensamientos pretendo dibujar ese asiento. Cómo dije al principio, esto es verdad, pero no porque no sea mentira, sino porque no te hace dudar. La duda es tu peor enemiga créeme. Ninguna herida, ni de amor ni de fé es tan dolorosa como la sensación de no saber. Ni en los extremos ni en los defectos está este saber. Pero al menos desde el medio todo se puede ver bien. Y así como en los puntos más altos, la niebla no te deja ver, en los puntos más bajos es la falta de luz la que ciega tu ser. Es curioso y lioso. Paradójico, pues por mucho que lo intentamos el punto medio entre el animal y el humano es el ciudadano y está claro que no acertamos, pues no creo que yo hubiera escrito sobre lo malo de ser esto un mundo regido por el término medio, la empatía y los imperativos categóricos.
Revólver
Hoy me apetece despotricar sobre algo. No sé sobre que. A ver, Ricardo, piensa. ¿Qué te saca de quicio? Que no funcione internet, que se estropee el servicio de buses, las ambiciones de poder y dinero. Los políticos corruptos. Las malvadas empresas. Las guerras por la información. La telebasura. La doble moral. La manipulación de la gente. La falsa libertad, la falsa justicia...
Vale vale, con esto suficiente. Por ahora...
¿Qué elijo? ¿Qué tengo en el cargador? Mmm... Seis balas. Algo se me ocurrirá
Estoy harto de ser un simple pensador. Por mi cabeza pasan mil ideas cada segundo. Sobre cómo solucionar el mundo, como acabar con todo lo que consideramos, o más bien considero, injusto. Todas ellas se resumen en honradez y diálogos. Así que imaginad lo difícil que es solucionarlos con estas raras armas que apenas usarán el diez por ciento de la población global. No son motor de masas. No están de moda. Son cosas propias de idiotas, ilusos o utópicos (me encanta esta última). Soy incapaz de plasmar en el folio lo que de verdad tengo en la cabeza. Dentro, está todo claro, es conciso, me convence. Pero a la hora de explicar, el mensaje se diluye como el nesquik en la leche caliente. La enorme fuerza que tiene para mí, desaparece al articular mi lengua. Es curioso porque parece que mi sien procese la información en otro idioma diferente a mi lengua materna.
La primera bala en mi cabeza.
La segunda tendré que repartirla, pues el colectivo al que apunto es amplio, y, parafraseando a Ford Fairlane, "Tantos idiotas, y tan pocas balas". De las cosas antes mencionadas, hay muchas altamente relacionadas. Os invito a adivinar cuales. Sois listos, y como ya he dicho, bien no me explico.
Hoy en día sufrimos una ola de corrupción política y social que se expande como una pandemia. Y en resumen todo viene dado por lo fácil que resulta robar, y lo frágil que es la integridad. Supuestamente, un político, o un policía es un funcionario cuyo trabajo consiste en apoyar, escuchar y proteger al ciudadano. Sin embargo lo que debieran ser, en teoría, esos cargos, se convierten en vehículos del interés propio. Así como de esa ambición, en estos casos, en los que se deposita poder en una persona, desmedida. ¿Es justo, o por lo menos ético, abusar, engañar y menospreciar a aquellos que, en algún momento confiaron en ti y te dieron el poder para representar? Aquellos que depositaron en ti esa esperanza que les impulsó a creer en un cambio. Cambio que iba a darles el bienestar que llevaban buscando años y que según todos los que ocupais ese grupo iba a llegar con vuestra coronación, gusanos.
A todos no les he dado, pero no he desperdiciado el disparo.
Gira el tambor y ya tengo otro proyectil cargado. Vamos ahora con aquellos moralistas cuya moral (valga la redundancia) se parece más a Gollum que a un ideal nacido de la ética, la cooperación, la piedad y la empatía. ¡Ojo cuidado! Antes de empezar debo hacer un inciso. No me refiero a aquellos que tienen ideas contradictorias, y que de vez en cuando pierden la coherencia. Debo admitir que a mi, también me pasa. Desventajas de ser capaz de entender un gran número de situaciones y circunstancias. Me refiero a aquellos que abusan de medias tintas, frases ambiguas y dobles caras. Aquellos cuya personalidad se basa enteramente en la de los demás, aquellos que por comodidad o falta de capacidad no piensan solos, no elaboran ideas ni pensamientos, copian y pegan de otros como si fueran ese famoso decano de la universidad. Esa gente merece dos balas. Una para cada cara. Pero cómo voy corto de munición me limitaré a matar a Gollum y dejar a Smeagol vivo.
Y ya que abro la veda y doy caza a las "two-faced bitches" término acuñado por los creativos guionistas de South Park y que me viene al pelo, pasaremos a dedicar la cuarta bala a toda esa gentuza de la que España está inundada. Todos aquellos que mueven la telebasura, no los trabajadores, que no dejan de ser personas normales con ideales que se limitan a hacer que todo eso funcione porque les pagan. También tienen que comer. Sino aquellos que pensaron en convertir las vidas de famosos de tres al cuarto, en historia del siglo que vivimos. Pensad en esto, dentro de cien años, ¿Qué dirán los libros de Historia? "El fenómeno social con más repercusión de las décadas de los años diez y veinte fue el auge de los canis, poligoneros y ninis que se enriquecieron vendiendo su dignidad y se convirtieron en la nueva clase alta, la cual sumió al país en una de sus mayores crisis, pues la gente dejaba de estudiar porque la integridad se pagaba peor que el salseo y una alta vida sociosexual".
Bum, ojala esta cuarta bala tuviera una cabeza de uranio enriquecido que provocara una mini explosión nuclear en los cuarteles de Telecinco.
¿A quién dedico mi penúltima bala? Hay que aprovecharla. O aprovecharlas. Igual debería encañonar a los pedófilos, o a los maltratadores. No lo había pensado en un principio, pero si. Esa gente cobarde que no es capaz de entender lo importante que es el amor en todo vida humana, y lo traumático que puede ser para esas personas que sufren la desgracia de compartir la vida con alguien que entiende la violencia, la humillación y el maltrato como una muestra de afecto, bien porque fueron víctimas en su juventud de ello, o bien porque sus cerebros son tripulados por ineptos. En este caso soy estricto, me la suda que estas personas sean diagnosticadas y se ganen la calificación de enfermo. Me da igual que esos maltratadores, o esos egoístas sufrieran lo mismo que ejecutan en sus vidas adultas. Mis dos últimas balas irían dirigidas a los huevos. Para asegurarme de que esos supuestos humanos enfermos mueran lentamente desangrados viendo su mayor posesión salir volando y sangrando. Pues en caso de sobrevivir, por tener la infinita suerte que no tuvieron todos aquellos que los sufrieron, me aseguraría de que no volvieran a usarlos contra nadie. Ni siquiera para ellos.
Seis casquillos en el suelo, tan solo seis. Pero cinco problemas solucionados en este mundo infecto.
(La próxima vez compraré una ametralladora ligera).
Ricardo Asín Peral es miembro de la Unión Nacional de Escritores de España.