Manuel Piñar Díaz
Olé!! Ya es universal. Tan universal como de discutido origen.
El olé aparece referido como baile de la escuela bolera, del que se tienen primeras noticias en una obra teatral (EL Corral de Las Comedias) representada en el Teatro Príncipe de Madrid en 1800 donde se mencionan unas seguidillas del ole. Y en 1813 Narciso Paz compuso una partitura llamada el Bolero del Ole en compás ternario tipo vals, según cita en ambos casos Castro Buendía.
Pero en la crónica de Charles Dembowski aparece descrita por primera vez en 1838 como grito de animación que daban los palmeros en una fiesta que le dieron gritando “¡olé jaleo! ¡Olé, olé, olé!” para animar a la bailaora.
Como grito de animación, ha adquirido una dimensión universal. Mi hipótesis es que la expresión olé, tiene origen en el caló como derivación abreviada de la palabra golé, que significaba gritos, voces en el idioma de los gitanos. ( golí sería el singular).
Golé se incorporó al caló del griego ololizein o desear con grito, y entre los gitanos venían griegos como quedó documentado por los cronistas europeos del Siglo XV. Olé pudo estar incluso en el origen del nombre flamenco.
Además tiene la raíz “ol”, presente en golar, verbo del caló, con significado vocear, gritar o aclamar o incluso jalear o aplaudir.
Para algunos autores deriva de una expresión que dijo Jacob al verse engañado por Rebeca cuando le interpuso a Lea.
Para otros deriva de una voz árabe que se traduce por Alá o por Dios. Claro que a esta última versión se le objeta que es imposible que olé viniera de Alá ( الله Allâh ) porque ésta se pronuncia con una doble -ll- velarizada que impide que la -á final se pronuncie -é, y porque no hay explicación entonces para la o- inicial.
Si se descarta ese origen árabe, que sería el más inmediato, tampoco parece probable un origen bíblico, sobre todo porque Ole es una expresión netamente andaluza. Y todo indica que debió ser en estos ámbitos de espectáculos cuando surge como sinónimo de aclamación y aprobación.
Aclamar o aplaudir no tenían una equivalencia en el caló y golé sería el imperativo de golar, mientras ondolé, es una forma espuria de la tercera persona del demostrativo, según el diccionario de Sales Mayo.
Dentro del espectáculo flamenco, olé aparece por primera vez referida junto a un jaleo. De ahí que defienda su origen como una derivación de golé o jalead en caló. Charles Dembowski, describe que estando en Málaga en noviembre de 1838, le dieron una fiesta a iniciativa de un cura liberal llamado Don Pedro y una tal Mariquita boticaria, y asistieron ocho gitanos y cuando bailaban fandangos y playeras unos daban gritos, como ¡olé jaleo! ¡Olé, olé olé!, entre otros, que extasiaban a los bailaores. Es por ello más que probable que olé sea una derivación de golé. Y por tanto sería una expresión surgida dentro del flamenco, pues aunque también se usa en el espectáculo taurino, no hay noticia de un uso en los ritos taurinos más antiguo a esa fecha de 1840.
Y no se debe olvidar tampoco que en el latín litúrgico que usaba la Iglesia ovo significaba aplauso o aclamación y ovo se pudo asociar a ille, aplauso para aquel o par él y por una contracción pudo derivar en olé. Tal explicación deviene de la aludida relación de los gitanos con la Iglesia.
Desde luego esta explicación está más cercana a la realidad de los gitanos que la de imaginar a estos implorando al Dios musulmán en un cante o recordando a Jacob cuando fue engañado.
En lo que se ha podido ver, olé no es una palabra que se use en la literatura costumbrista de los siglos XVI a XVIII, lo que hace improbable que se usase como forma popular de animación tomada de una expresión árabe, que presupone una cierta difusión, sin que ningún autor hiciese una referencia a ella en los diversos textos que relatan costumbres e incluso celebraciones festeras.
Manuel Piñar Díaz es miembro de la Unión Nacional de Escritores de España.