Son tiempos oscuros de dolor y quebranto,
álgidos de pan y techos de luna,
las bombas despojaron el calor del hogar
y dan muerte diaria a la vida de cuna.
Perdemos el canto alado de las aves,
los ladridos de canes han enmudecido,
ni los árboles silban con el viento de
tarde
todo lo que amo, silenciado y vencido.
Devora la esperanza una negra pantera
que desgarra mi alma de triste poeta
llamamiento quebrado que mine la frontera
y que alcemos la voz, como en una cometa.
Un escudo de pan, una insigne bandera,
valientes soldados que maldigan la guerra,
dan un grito de paz, levantando los brazos
para ver la sonrisa de los niños descalzos.
Cortemos de raíz el yugo traicionero,
levantando la pluma hasta morir por ello
así siente un poeta cuando todo este infierno
lo que gana son muertos, tirados en cunetas.
Jirones de banderas en sangrientos pendones,
ni tuya ni mía, la tierra es sólo nuestra,
en esta primavera que esconde caracolas
la sangre derramada brotará… en cada amapola.
Quiero ver a los niños jugando a la rayuela,
merendando sonrisas y no dura violencia,
que la tierra sea nuestra sin la dura soberbia
de aquellos que no aman, que no tienen
conciencia.
Cubriremos los campos con sonrisas y fiestas
flores de mil colores que no tengan memoria,
que el viento del mañana deshoje cada
lágrima
y me escuche mi Dios, cuando pido clemencia.
Una tregua en tu oído, una súplica eterna
cuantos rezos me pides, para salvar sólo a un
niño,
si mi palabra tuviese la fuerza de una bomba
perdería hasta el alma gritando…
¡ Silencia ya esta guerra!
Marijose Muñoz Rubio es miembro de la Unión Nacional de Escritores de España.