Pecado

 

Microrrelato de Manuel Fernando Estévez Goytre

El padre Luis me tenía preocupado. No lo veía en misa de doce desde hacía semanas. Aunque parezca una estupidez todos echábamos de menos el olor a habano que destilaba el confesionario cuando estaba presente. La última vez que me dio la absolución me largó un duro sermón sobre la Providencia y el pecado; me comentó que Lucifer se solía presentar a los hombres con apariencia de mujer joven y bella y debía estar alerta para que el momento no me cogiera con la guardia baja. Mi esposa, por su parte, me había aclarado en algún momento del último mes que prefería la caída del sol para asistir a misa; las tareas domésticas le partían las mañanas de los domingos y no lograba relajarse hasta la sobremesa. Aquel día salí de la Iglesia a las doce y media. El sol alimentaba las calles del pueblo, aún resbaladizas por la lluvia de la mañana. La casualidad quiso que por el camino me cruzase con el padre Luis, que me saludó con un tímido buenas tardes y unos ojos diminutos. No sabría decir por qué, pero creí ver en ellos la llama de ese pecado del que tanto me había hablado en el confesionario. Fue entonces cuando lo entendí todo. Quise dejar de vivir al llegar a casa y olfatear en el ambiente el aroma de sus habanos.

Alicante, octubre de 2017

Manuel Fernando Estévez Goytre es miembro de la Unión Nacional de Escritores de España.