Polvo de recuerdo...

 

Marijose Muñoz Rubio

Nada favorece la grana sangrante que emana del delirante ocaso, esperas que rompa esta monotonía de silencios, lacerando a cada línea la esperanza de recuperar un tiempo de sonrisas. Ruptura de lazos que no volverán a lamerse, con las puntas deshilachadas ondeando hacia un céfiro olvido…

Corazón laureado que en los otoños hueles a tiempo de membrillos, hoy me sabes a Amanita escondida entre la hojarasca, miedoso de la luz que emana de mi cuerpo; ansío tu glorioso deseo, los latidos que estremecían mis huesos, albergue de pasiones profundas. 


A veces, en esta ausencia, siento que mi sombra quiere huir de mi cuerpo, igual que mi alma errante y tuya, se ha despojado ya de mi carne. 


Otro día turbado en silencios densos sin tu voz, sí, tu voz… un desdén se apodera de mi lengua y quisiera huir a la trémula montaña y arañar el sol para que sangre oscuridad y comprender este babel de lenguas que mueven bocas que ni devoro, ni entiendo… 


Noto cuarteada mi soledad y en cada fisura tu nombre emana, cómo hedor de muerto sobre los morados lirios del primero de noviembre.


Aclamo descanso eterno en mis pobladas y sufridas sienes, imploro a mi Dios el subterfugio de ti, o te olvido o me mueres. 


Dueles tanto, tanto, cómo asta de lidia añorando un baño de eterno carmín.


Bocado de carne aletargada, alimentada sólo de recuerdos, dispárame de nuevo, pasado o presente, ¿dónde habita el amor ahora?


Cada cerrar de párpados y te cabalgo en los ayeres, dónde el miedo me impulsa a fantasear con tu abrazo, allí tu boca me extasiaba en trote salvaje hacía el abrevadero de tu pecho, que hoy me mata en espejos vacíos de memoria.


La obra pictórica que acompaña al texto es de la propia autora, y permanece expuesta en el Museo Carmelita de Granada.


Marijose Muñoz Rubio es miembro de la Unión Nacional de Escritores de España.