Medina
Con claros del levante, bien puedo contemplarla
tallada sobre el mármol quebrado del olvido.
Su voz es tan potente, que a riesgo de la vida
(los ojos ateridos de mil guerreros muertos
se incrustan en mis venas) hasta su muro llego,
Y cruzo los pensiles, los baños, el marcado…
Y al oratorio acudo, al borde de la asfixia,
en busca de un indicio que me muestre
si el corazón se olvida del soplo que lo nutre
o agolpa sus palabras cercando a la belleza.
