Un venero de nubes
Un venero de nubes
amenaza lluvia y desdicha,
tras el dulce clamor
de la ceniza.
Un viento de hielo colapsa
los sueños,
libertad aterida
de un mundo que agoniza
bajo el peso de la celada
amarga del destierro.
El fuego leve de los elegidos
da certeza a los necios.
Eres tu propio cáncer
Eres tu propio cáncer, piensas, —mientras repasas
con nostalgia días pasados—.
En el interior, un adiós
que se abre a todos los rincones.
Habitaste la casa,
la brisa te llamaba con su habitual certeza
de amor o amante.
No eres ya el joven
que paseara por la luna
de lo vedado
con la prestancia
del que busca en la sinfonía
del deseo vencer la daga del desánimo,
acero que acompaña en los adioses
la fe
del que se sabe prescindible.
Nadie recuerda
Nadie recuerda
la palabra callada
que alfombra el aire.
Hojas habitaron caminos,
las piedras del jardín.
Un viento helado
sacude los cipreses.
Días de lluvia
en almendros sin sol.
No ansías ser poeta
No ansías ser poeta,
ni sufrir la amargura de ese dolor callado,
mas cuando el verso acude a ti,
te dejas transportar por su naturaleza.
Sabes que no serás poeta,
sin embargo, te entregas con pasión al poema,
te llenan de utopía sus albores
haciéndote pensar que otro mundo es posible
más allá de la impostura y los agobios.
Por nítido sea el horizonte
No
encontrarás otro país ni otras playas
llevarás
por doquier y a cuestas tu ciudad.
Constantino
Kavafis
Por nítido sea el horizonte,
en él hallarás sombras,
un canto de cigarra
alegrará tu rostro
como esa vez primera.
En todos los lugares
hay un dejá vù,
un estremecimiento
que te conducirá al desánimo.
Allá donde camines
encontrarás retazos
de una vida pasada,
quizás ese recuerdo
despierte una sonrisa
que ya creías muerta.
da valor ese desorden
de las horas sombrías.
Intentas escribir un verso,
no hallas palabras,
de repente se agolpan
en profusión;
salen en estampida
en una contradanza sin sentido,
y así surge el poema.
Ahora lo contemplas en silencio
y te preguntas:
¿para qué?
¿de qué sirves poesía?
Y otra vez vuelves
la vista a tus adentros.
Ricardo Fernández Moyano es delegado en Zaragoza de la Unión Nacional de Escritores de España.