Relato de Adrián Ureña Pérez
Te escribo a tí, tú que estás perdido o perdida en un mundo de constantes cambios. Te escribo para que te halles en estas palabras, en cada letra, tilde y coma porque tu vida no tiene un punto y final. Para descubrirte aquello que no ha aflorado de tu corazón pero que tu conciencia sabe.
Hablo de tu utopía personal, aquella que revoluciona tu mundo interior y crearía un nuevo amanecer en el exterior. Hablo de esos o aquellos sueños que dejaste a mitad de camino, de los gritos silenciosos y los sentimientos sepultados. Hablo de aquello que jamás dijiste, de lo que no te atreves, de tus miedos, inseguridades, tristezas y apatías, pero también hablo de tus fortalezas, de tu voluntad, del carisma, del amor propio y la luz que esconde tu alma cual vela en la montaña tenue en la distancia y poderosa en compañía.
Pregúntate Cómo encontrar esa llama, esa vela que se oculta en tu ser. Esa vela es ni más ni menos que el propósito y significado de vida. Las ilusiones por cumplir, la faceta innata de ayudar y de amar. Hablo de ser quien quieres ser realmente, la esencia que te identifica y te armoniza con el universo, sus vaivenes y leyes. Dejar en estos momentos la duda del tira y afloja para dar paso a un nuevo comienzo de autenticidad. Comprensión de tu mente, cuerpo y ser espiritual, abandonarte a las corazonadas, reír, estar aquí y ahora en vibración con el presente, ligeros de equipaje y construyendo un sentido nuevo de las emociones.
El significado de tu vida eres tú mismo o misma, es tu renacer y creación de tus pensamientos en actos una y otra vez. Hablo de actos libres de juicios, flotar en paz , romper los miedos, destruir la cadena de estilo de vida consumista, cíclico y cargado de responsabilidades. No viniste a sufrir sino a vivir y vivirte una y otra y otra y otra vez. La vela la tienes cada día a tu alcance, dentro de ti, déjala fluir y brilla, cuela alto con tu propia utopía, esa que nacerá sin limitaciones para entenderte y entender el significado real de las cosas, de la existencia y de tu desorientación. Siguela, solo tienes que cerrar tus ojos, callar las voces internas, focalizarte en tu ser y preguntarte ¿Que quiere ahora en este momento tu corazón? Y cuando escuches esa voz inocente, sensible y temblorosa dejarla crecer y crecer resonando, fortaleciéndose en cada rincón de todos los átomos que te componen y hacer de ella la guía que dios o el universo te dejo en el momento de tu creación y desarrollo como ser humano, aquello con lo que ya naciste y seguir la sintonía de los tambores que repican al ritmo de la vida.
Adrián Ureña Pérez es vocal honorario de la Unión Nacional de Escritores de España