Verónica Esquinas, poemas



Kintsugi

 

La taza quebrada de color cobalto y oro se asemeja a la vida.

Esqueleto roto por el paso del tiempo

donde las cicatrices nos cobijan.

De nuevo la contemplo bajo los focos amarillos,

luz golpeada por cada curva de aspecto distinto,

simplemente es una obra de arte.

 

¿Y no es eso la vida?

La transformación del yo desde el momento en que nacemos,

con todos nuestros desgarros que nos enseñan que el camino

es un terreno fangoso y frágil

que nos va mostrando nuevos precipicios.

 

Soy una taza completamente restaurada,

dentro del oceáno que con cada luna despierta de nuevo

ante el amanecer.

La voz se entrecorta cuando se enfrenta a la verdad.

Todo renace, todo se cobija en las esferas planetarias,

fugaz como el beso que nace de los principios.

 

Vuelvo la cara a la luna

y le doy la espalda al sol.

Decoro la rotura con oro y barro

hasta ser un nuevo yo.

 


El universo sobre mí

Ahora que la luz cegadora deslumbra la monotonía constante

de los días y las noches decido tejer el tiempo entre mis manos,

sostener el universo y alcanzar los planetas antes del declive.

Aclaro la voz que día a día se transforma en certeza sin dudas.

Siento claramente la sabiduría del paso del tiempo,

de la madurez emocional.

Observo que ya no caigo ante cualquier obstáculo

y que mis partidas están llenas de reinas y damas blancas.

El tablero donde cada movimiento es un avance,

cada frente un ataque y cada final una batalla ganada.


Verónica Esquinas es miembro de la Unión Nacional de Escritores de España.