Pedro Almansa
¡Todo un disfrute!
Para aquellas personas que dispongan de tiempo libre, puedan y gusten de la aventura que supone emprender un viaje de ocio, por breve y sencillo que este sea, su preparación, a veces resulta incluso más placentera que el propio viaje en sí. Algo natural, dadas las expectativas que nuestran mentes ilusionadas esperan de esa nueva aventura.
Y es justo lo que a mi Santa y a mí nos ocurre cuando llega la fecha que previamente habíamos marcado en el calendario con la descripción: CARNAVALES DE CÁDIZ. Un recorrido de más de 400 kilómetros que nos ocupa un día para llegar y otro para regresar a ALMERÍA. Y es que Andalucía es la mar de extensa. De hecho, la Comunidad más grande de nuestro país. Por fortuna contamos con una red de carreteras excepcional que, sin embargo, no acorta el tiempo de llegada para una autocaravana infatigable, pero con sus años, y un conductor que se ha vuelto de lo más prudente.
DIA 1.- Martes.
Haciendo caso omiso al dicho, con el tanque a tope de combustible, el frigo y la despensa provista con lo imprescindible, a primera hora de la mañana nos lanzamos a la carretera. Una mañana fría y con cielos nubosos. Al igual que ocurrió durante nuestro anterior viaje a Portugal, también bajo frecuentes amenazas de lluvia. En este aspecto no somos miedosos, tal vez porque ya estamos acostumbrados. Si la cosa se pone fea se abandona la autovía y se busca un lugar seguro.
Y es justo lo que hicimos. A poco más de 100 km de nuestro destino, Gibraltar nos acogió en su área de autocaravanas. A la "sombra" protectora del Peñón que, aunque no se considera español, al menos oficialmente, lo es. Debo admitir, que por la noche, iluminado, su visión resulta muy atrayente. Noche pasada por agua, pero sin sobresaltos.
DIA 2 y 3.- Miercoles/Jueves.
No tenemos por costumbre madrugar demasiado cuando viajamos. Procuramos disfrutar el momento. Atrás quedaron otros tiempos en que las respectivas agendas profesionales controlaban implacables, en gran medida, nuestras vidas. Pero esta vez hubo que levantarse temprano. La batería del habitáculo después de seis años de inestimable energía, había dicho; ¡hasta aquí hemos llegado!. Es lo que ocurre cuando se sale de casa: ¡pasan cosas!
Puestos en contacto con un taller de electricidad gibraltareño, citados a las 10:00 horas, nos estaban esperando para colocar la batería nueva, lo que nos permitió proseguir sin otros inconvenientes nuestro camino a Cádiz. Los Carnavales comienzan mañana jueves, así que no había prisa en realidad, si no fuera por la urgencia de conseguir un hueco libre en alguno de los dos únicos parking que admiten autocaravanas, próximos al Centro de la ciudad. Estas fechas atraen gran número de usuarios de este tipo de vehículos procedentes de toda Europa.
Ya en Cádiz, el primer parking donde pretendíamos encontrar plaza, en el Paseo maritimo y muy cerca de la Catedral, con vistas al Atlántico, estaba completo. Esto nos obligó, algo inquietos, a recurrir a la segunda opción; el parking del puerto marítimo. Un lugar que ya conocíamos de ocasiones anteriores. Está muy bien, a solo 10 minutos a pie del Centro, pero con el hándicap de dos inconvenientes: el clamor de los camiones del puerto circulando noche y día al otro lado de la valla metálica y la proximidad de una discoteca, algo que oscurece el precio especial de 8€ 24/h para autocaravanas, impuesto en su día por Kichi, el anterior alcalde de Cádiz. Para nuestro alivio, disponían de un hueco libre para nuestra Koke entre un alemán y un holandés, espacio que ocupamos encantados. De no haber encontrado plaza nos habria obligado a desplazarnos hasta San Fernando, a varios kilómetros de la capital, dejar la autocaravana en el Centro Comercial Bahía y regresar a Cadiz en tren, cuya estación está justo al lado. Era una solución, claro está, el inconveniente residía en renunciar a la comodidad que suponía la cercanía del puerto y poder volver a la autocaravana cuando nos apeteciese, para descansar un rato o dejar a Santi, nuestra perrita. Las multitudes no le sientan nada bien.
Antes de iniciar nuestra aventura carnavalesca, hacemos una llamada a nuestra amiga Mari Angeles, almeriense que hace años trasladó su domicilio a Cádiz.
Mientras nos dirigimos caminando al Centro, observamos que en el puerto permanecía atracado el Queen Mary 2 y otro barco, monstruoso, cuyo nombre no pudimos ver. Dos cruceros enormes. Como pudimos comprobar más tarde, miles de sus pasajeros recorrían las calles de la ciudad, atónitos por el bullicio y el ambiente de fiesta, favoreciendo restaurantes, el comercio en general y colaborando con el ecosistema económico. Ojalá algún día el puerto de Almería también pueda convertirse en anfitrión de estos colosos marítimos. No le vendría nada mal a la ciudad.
—Asignatura pendiente —me dice mi Santa con un significativo gesto de la cabeza.
—Ya recorrimos el Nilo en uno —Respondí con un gesto de negación.
—Aquello no era un crucero. Más bien una reliquia del pasado. Estos sí —Replicó ella con ironía.
No puedo rebatir ese hecho. Lo cierto es que no me apetece gran cosa viajar en estas ciudades flotantes.
Nada más empezar a callejear nos encontramos a un par de jóvenes, muy en su papel, con cañas de pescar y una bañera de plástico llena de agua con varios patitos amarillos flotando en su interior. (A la vuelta, horas más tarde, los volveríamos a encontrar rodeados de gente en el mismo sitio, pero ya dentro de la bañera, pasándolo en grande con alguna copa de más).
Como un ritual, somos dados a ello, tomamos el aperitivo en El mantecas, en el barrio La Viña y seguidamente nos trasladamos a Las flores, en su plaza homónima. Un restaurante con solera, en el cual el pescaíto frito es su especialidad desde hace décadas. El resto de la tarde, aprovechando que todavía se puede caminar tranquilamente, recorremos la ciudad, avidos de carnaval. El barrio del Pópulo, plaza San Antonio, Plaza Mina, Constitución, Abastos, Catedral, etc. A final del día algunas zonas son ocupadas literalmente por la juventud. Una especie de botellón controlado. Siempre es así. En su favor debo decir que jamas hemos sido testigos de algún conflicto belicoso. La gente bebe, pero no se emborracha; bueno que hayamos presenciado. Como dato curioso el ayuntamiento ha instalado puestos en lugares estratégicos para entregar a las chicas que lo soliciten una pulsera que detecta si alguien les echa en la bebida alguna droga de sumisión química. Una idea excelente. ¡Bien por el alcalde! Más vale prevenir que curar. Ignoramos si años anteriores hayan podido darse ese tipo de abusos.
Algo cansados ambas noches nos recogemos a las 23:30. Aunque el ambiente del carnaval es fantástico, lo fuerte está por llegar. Unos cuantos capítulos de la serie que estamos viendo (Knok), un rato de charla, sacar a pasear un rato a Santi y a dormir. A decir verdad apenas nos han molestado los camiones del puerto. Mucho menos el barullo de la discoteca Teatro. La insonorización de la Koke, en su interior, es magnífica. Igual ocurre con el aislamiento térmico.
DIA 4.- Viernes.
Cada año que hemos venido al carnaval, por lo general nos hemos disfrazado de algo más o menos divertido: municipales, marineros, hippis, etc. Este año, más prudentes o perezosos, ropa y sombreros vaqueros. El caso es participar de alguna forma en esta maravillosa fiesta con un buen talante. Mi Santa es gaditana y lo lleva en la sangre. Yo menos, pero me adapto.
De la relativa tranquilidad de dias anteriores hemos pasado a lo previsto ¡FIESTA TOTAL!: chirigotas, murgas, comparsas, coros, etc pululan por las calles. Todo tiene su sitio en el carnaval gaditano. La alegría y las ganas de vivir es contagiosa, todo ello bajo un halo invisible de orden y control que aporta tranquilidad. Puedo afirmar que hasta ahora no hemos visto ni un solo policía local por las calles. Disfrazados de policías, guardias civiles, obispos, monjas, curas, angelotes, muchísimos. Los disfraces en general, a cual más divertido, innumerables. El arte y el ingenio no tiene límites. ¡Viva el Carnaval!
Son muchas las ocasiones que hemos venido, pero siempre nos vemos sorprendidos por la increíble creatividad y alegría con que la afición participa en esta fiesta centenaria y el desbordante entusiasmo que manifiestan los visitantes. Aunque esto es nada comparado con el sábado y domingo. El lunes es de los gaditanos. Puro arte.
DIA 5 y 6.- Sábado y Domingo.
Este sábado, parcialmente pasado por agua, ha sido algo más tranquilo. Las calles se han descongestionado y limpiado su atmósfera. Pese a todo la fiesta ha seguido allí donde la gente podía cobijarse de la lluvia. Los trenes y autocares procedentes de Sevilla, Jerez, San Fernando, Chiclana y a saber de cuantos sitios mas, no han cesado de descargar personal carnavalero de lo más pintoresco. Los restaurantes, bares y cafeterías a tope, haciendo el mayor negocio del año. El pescaíto frito de Cádiz no tiene comparación. Y lo que es mejor, los negocios no suelen abusar del momento. Precios de lo más razonable y la calidad, inmejorable.
Al final de la tarde del domingo, desde la puerta de entrada/salida de las murallas que rodeaban antaño íntegramente la ciudad; PUERTA TIERRA, bajo la enorme figura de Baco sobre la muralla y punto final de la Cabalgata Magna, el espectáculo de dos horas es bestial. Un homenaje a todos los carnavales del mundo. No cabe duda, los gaditanos se toman muy en serio su CARNAVAL.
DIA 7.- Lunes.
Este día es principalmente de los gaditanos. Sin tanta gente en las calles, las carrozas pueden circular y los coros exponer sus cantes y arte tantos meses ensayados ante sus paisanos, quienes fielmente entregados, lo disfrutan y rinden tributo con sus aplausos a tanto arte. En la Plaza Mina y en la Plaza de Abastos nos despedimos este año de Cádiz, disfrutando de los coros como unos gaditanos más. "Los calaita", "Los ratas", "Ku klux klan klan" y "El gallinero" son los ganadores 2025 en sus respectivos estilos. Un derroche de arte, ironía, sarcasmo, ingenio y simpatía sobre las doce carrozas que hemos tenido ocasión de ver y disfrutar. Un arte sublime que te hace prometer a tí mismo que harás lo posible por volver.
¡VIVA EL CARNAVAL!
Ya de camino a casa recibo noticias de mi editorial sobre la inminente publicación de LUCI, mi cuarta novela. 560 páginas que han ocupado mi mente durante más de un año.
Pedro Almansa García es vocal honorario de la Unión Nacional de Escritores de España.